AGUIRREGATE
" Pongo la mano en el
fuego por todos mis consejeros "
(La Condesa gacela .22.01.09)
1º ) La actuación de la Comunidad
Esperanza Aguirre
y su equipo, ante el escándalo del espionaje en la Comunidad de Madrid, han
reaccionado con un cierre de filas incondicional y echando mano de la vieja
táctica que sostiene que la mejor defensa es un buen ataque. Veamos:
1) Tras
conocerse el
espionaje al vicepresidente Ignacio González,
desde la Comunidad se empieza a extender la idea de que el caso está
relacionado con la batalla por el control de Caja Madrid.
2) La
información sobre
el seguimiento al vicealcalde,
Manuel Cobo, permite al equipo de Aguirre lanzar una nueva idea: se trata de una
operación de “acoso y derribo” del Gobierno madrileño. ¿Por qué? Pues por dos
motivos: las noticias deberían enfrentar a los vicepresidentes madrileños (se
insinúa que fue Granados quien espió a González), mientras que permiten
presentarse como víctimas a Gallardón y su hombre de máxima confianza.
Así lo explicó Granados:
La red
de espionaje de la Comunidad de Madrid es una gran mentira y sobre ella se
están colgando otras informaciones días tras día. Todo esto es un montaje
cuyo único objetivo es acabar con el Gobierno de Esperanza Aguirre.
3) Si existe la
intención de “acosar y derribar” un Gobierno, parece lógico que alguien monte la
operación y también que las maniobras tengan un beneficiario. Las respuestas de
la Comunidad de Madrid son meridianas: las informaciones son un montaje de
El País, al que otorgan credibilidad el pobre Mariano y Gallardón, que son
lógicamente los grandes favorecidos por el escándalo.
La propia
Aguirre, en su comparecencia del 22 de enero,
reta a Gallardón a que
pruebe sus afirmaciones o se atenga a las consecuencias:
El
alcalde de Madrid o cualquier otra persona que dé por buena la información
que publica El País tendrá que probarlo, que demostrarlo,
que rectificar y, si no, tendrán que vernos en los tribunales.
Desde la
Comunidad también se comunica a los periodistas que ha provocado un enorme
malestar la decisión del pobre Mariano de abrir una investigación interna, ya
que ello equivale a dar carta de credibilidad a las informaciones publicadas.
En cuanto a
los ataques contra El País, son continuos durante toda la semana y
llegan a su paroxismo el 24 de enero,
cuando el yerno de Fabra y mamporrero vocacional, Juan José Güemes, intenta
difamar al periodista que ha firmado las principales noticias.
4) Para que
se visualice el cierre de filas, Granados y González comparecen juntos dos días
seguidos y Aguirre asegura que
pone “la mano en el fuego”
por sus dos vicepresidentes.
5) Granados
niega que tenga bajo sus órdenes un equipo “parapolicial”,
como denuncian desde el Ayuntamiento.
Para ello, utiliza un argumento aparentemente poderoso: 41 de las 47 técnicos
que trabajan actualmente en la Dirección General de Seguridad
ya estaban allí en 2002,
cuando el presidente madrileño era Alberto Ruiz-Gallardón. ¿Cómo van a ser
capaces las seis nuevas incorporaciones de espiar a medio PP de Madrid, viajes
al extranjero incluidos?
6) Eso sí,
el propio Granados esboza por si acaso la teoría de los
“espías incontrolados”,
que podrían trabajar desde dentro de la Comunidad pero para alguien ajeno al
Gobierno.
Lo que
no puedo garantizar es que algunos de los empleados eventuales, cuya
retribución no es demasiado alta, no hayan podido hacer seguimientos a
espaldas de sus superiores, incluido yo. De hecho, sé que algunos realizan
tareas de vigilancia fuera de su horario laboral. Tengo la convicción de que
no ha sido así, pero no lo puedo asegurar.
7) La
Comunidad evita dar cualquier detalle sobre el viaje y las actividades de
González en Colombia y Suráfrica. El vicepresidente se niega a explicar
por qué mintió sobre las adjudicaciones
al empresario Enrique Sánchez González y tampoco aclara de dónde salieron los
8.000 euros en metálico con los que supuestamente pagó su viaje a Johannesburgo.
En resumen,
el relato de Aguirre y su equipo es el siguiente: la Consejería de Interior no
tiene un equipo de espionaje y el escándalo es una gran mentira orquestada por
El País, que interesadamente han creído el pobre Mariano y Gallardón,
para cargarse a su gran adversaria en el PP; en caso de que se haya producido
algún seguimiento puntual a algún político, sería obra de agentes incontrolados
pagados por alguien ajeno al Gobierno madrileño; y en cuanto al espionaje a
González, que sí existió, está relacionado con la pelea por el control de Caja
Madrid y en ningún caso fue realizado por agentes de la Consejería de Interior.
O sea que, en palabras de Aguirre,
todo terminará en nada:
Esto es
una falsedad y un montaje, y como todos los montajes acabará en nada
2º ) La actuación del
Ayuntamiento”
Los seguimientos
al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, han permitido al equipo del Ayuntamiento
presentarse como víctima y atacar frontalmente a la Comunidad de Madrid. He aquí
un resumen de su actuación:
1) El mismo
dia que El País informa sobre
el espionaje a Cobo, el
vicealcalde presenta un escrito ante la Fiscalía donde señala directamente a
Francisco Granados como responsable del caso. En concreto,
en la denuncia se sostiene lo siguiente:
De la
información publicada se desprende tanto una intromisión ilegítima en la
intimidad y propia imagen del vicealcalde, al montar un dispositivo de
seguimiento con el fin de descubrir contactos y encuentros privados que
pudieran dar información utilizable por la Consejería de Interior de la
Comunidad de Madrid, como el encargo directo a asesores contratados por la
misma, pagados, por tanto, con fondos públicos, para la ejecución personal
de tal irregular cometido, con intenciones que no se alcanzan a comprender
al exceder el ámbito competencial de tal Administración Pública.
En la misma
línea se pronuncia el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, cuando en el programa 59
Segundos (TVE-1)
otorga credibilidad a las informaciones del diario de
Prisa:
Se sabe que
se ha realizado esta investigación porque no se ha hecho tacha de falsedad
de los documentos y que por la lectura de los mismos, estas personas están
adscritas a una unidad de la Comunidad de Madrid.
2) Tanto
Gallardón como Cobo
niegan tajantemente cualquier relación
del escándalo con la batalla por el poder en Caja Madrid.
3)
Gallardón intenta rebatir la idea de que la actual Dirección General de
Seguridad es prácticamente la misma que cuando él gobernaba Madrid.
Asegura el alcalde:
En mis ocho
años al frente de la Comunidad de Madrid, jamás se me hubiera ocurrido crear
una unidad de esa naturaleza y, si me la hubiera encontrado organizada, por
supuesto que la hubiese disuelto.
4) El
Ayuntamiento también destaca que
este escándalo no se puede enterrar sin más
y advierte de que exigira dimisiones si se confirma que los espías trabajaban en
la Consejería de Interior. O sea, apunta directamente a las cabezas de Granados
y de Aguirre, el primero como responsable directo del caso y la segunda como
responsable política por elegir al vicepresidente como estrecho colaborador.
5) Cuando
la presidenta madrileña se pone chula
y exige a Gallardón que pruebe sus acusaciones, el alcalde evita entrar al trapo
y no se da por aludido.
El relato
de Gallardón y su equipo es, por tanto, el reverso del que
transmiten
desde la Comunidad de Madrid. En el
Ayuntamiento otorgan credibilidad a las noticias de El País y señalan
directamente a Granados como responsable, a quien responsabilizan de crear un
equipo “parapolicial” en la Consejería de Interior que no existía cuando
Gallardón gobernaba la Comunidad; niegan que la batalla por Caja Madrid sea el
telón de fondo del escándalo y advierten de que exigirán dimisiones cuando los
hechos estén probados.
3º )
La actuación del PP
La dirección
nacional del PP ha pasado en pocos días de pregonar su fe en Esperanza Aguirre a
abrir una investigacion interna que pone en la picota al Gobierno de la
Comunidad. He aquí los bandazos típicos del pobre Mariano y su gente:
1) Las
primeras informaciones no parecieron inquietar a la cúpula del PP. El 20 de
enero, el pobre Mariano Rajoy
avaló la versión de la Comunidad de Madrid y el PP
regional: “Nos han dicho, en público y privado,
que ellos no se dedican a ninguna suerte de actividades de ese tipo”. Por tanto,
llegó a la conclusión de que no era necesario investigar “lo que se publica en
cualquier parte”.
2) La
situación cambió de forma radical tras conocerse que entre los espiados estaban
Manuel Cobo y Alfredo Prada, políticos adscritos al bando del pobre Mariano en
la guerra interna del PP. Así, el 22 de enero, el partido difunde un duro
comunicado anunciando una investigación interna. De repente, lo que se
“publicaba en cualquier parte” podía tener una “enorme gravedad”. Y, de hecho,
el PP habla en su nota de depurar
“responsabilidades de carácter estrictamente politicas”.
Vamos, que señala sin nombrarlos a Aguirre y sus vicepresidentes.
3) El espiado
Alfredo Prada, responsable de Exterior en la Ejecutiva del PP y político fichado
por Rajoy después de que fuese defenestrado por Aguirre, también apunta a la
Comunidad de Madrid como responsable de los hechos:
Era personal
de la Comunidad de Madrid, estaban cometiendo una actividad ilegal y además
con la utilización de fondos públicos.
4) Entre la
decisión inicial de cerrar los ojos y la posterior de abrir una investigación
interna,
Payasadas Pons tuvo la
feliz ocurrencia de intentar implicar en el escándalo al Ministerio del
Interior. Es triste la vida del pobre Estevet, que dice ser vicesecretario de
Comunicación del PP, pero que en realidad vive en la penumbra de los sótanos de
Génova 13 mientras Cospedal y Sáenz de Santamaría se reparten el protagonismo.
Cada cierto tiempo Estevet intenta levantar cabeza y habla con la prensa, pero
como sólo suelta chorradas propias de un graciosillo adolescente, pues el
partido se ve en la obligación de ordenarle silencio durante otra temporada. Es
exactamente lo que ocurrió con su ocurrencia sobre el escándalo del espionaje.
5) Aunque
como instructora de la investigación interna se supone que María Dólores de
Cospedal no debería hacer declaraciones públicas antes de concluir su trabajo,
la secretaria general del PP se apresuró a afirmar que ella
creía la versión de la presidenta madrileña:
Ya he hablado
con Aguirre y me ha dicho que no tenía conocimiento de este asunto, y yo la
creo. ¿Cómo no la voy a creer? Claro que la creo.
No es de
extrañar que muchos dirigentes del PP desconfíen del papel de Cospedal,
papelón más bien, ya que
se crió políticamente en las faldas de Aguirre.
6) Una
semana después de que saltase el escándalo, la dirección del PP confirma que el
pobre Mariano Rajoy había sido
alertado sobre la trama de espionaje…
¡en mayo del año pasado! ¿Y qué decisión adoptó el presidente del PP al tener
noticia de tan graves sucesos? Pues aplicar su receta favorita: no hacer nada y
esperar a que los problemas se resuelvan solos.
O sea, sin
novedad en Génova, 13. La cúpula del PP da bandazos y no transmite un mensaje
unitario, al contrario de lo que hacen los equipos de la
Comunidad
o del
Ayuntamiento. El pobre Mariano dice el martes
que una información periodística no es motivo para abrir una investigación
interna, y ésa es precisamente la decisión que adopta el jueves tras otra
noticia en el mismo medio; a Cospedal le piden que averigüe la verdad y a las
pocas horas ya proclama la inocencia de los presuntos implicados; González Pons
va por libre soltando tonterías a las que nadie hace caso; y el presidente del
PP se enfrenta a un escándalo que ha dejado pudrirse durante ocho meses.
Con
semejante panorama, ¿quién va a conceder valor alguno a la promesa del pobre
Mariano de
garantizar la unidad del PP “pase lo que pase”?
4º) La actuación de los medios
-
El análisis del tratamiento que han dado los diferentes medios
al escándalo del espionaje en la Comunidad de Madrid es toda una
lección sobre periodismo. Sobre buen y mal periodismo. Veamos:
El País
1) Es el medio que descubre el escándalo
y, con toda claridad, señala como responsable del espionaje al
Gobierno de Esperanza Aguirre. Así lo hace, por ejemplo, en las
portadas donde informa sobre los seguimientos a
Manuel Cobo
y a
Alfredo Prada.
2) A la vista de las noticias publicadas,
parece evidente que hay dos tramas de espionaje diferentes. Una
es la que investiga las andanzas internacionales del
vicepresidente Ignacio González y otra es la que realiza
seguimientos a diversos políticos en Madrid (Cobo, Prada…). El
diario no aclara esta circunstancia hasta el editorial que
publica el 23 de enero, cinco días después de la primera
información, bajo el título “Guerra
sucia en Madrid“:
Al tratar de
verificar si los seguimientos al vicepresidente del Gobierno
regional, Ignacio González, en dos viajes al extranjero, de
los que había pruebas gráficas y documentales, guardaban
relación con ese equipo de Marcos Peña, El País dio con
datos sobre espionaje por parte de personal adscrito a la
consejería (pero con anterioridad a la contratación de Peña)
de otras personalidades del PP como el vicealcalde de
Madrid, Manuel Cobo, y el ex consejero regional Alfredo
Prada.
3) El periodista que descubre la trama
declara a los medios, tras entregar los documentos que tiene
sobre el caso a la Fiscalía, que El País “nunca ha
dicho que el Gobierno de Esperanza Aguirre esté detrás de esto”.
Es un extraño error de Francisco Mercado –ya que los titulares
de su propio diario le desmienten–, que es
aprovechado por
El Mundo
y por la Comunidad de Madrid para intentar desprestigiar toda la
investigación periodística.
4) La veracidad del espionaje parece fuera de toda duda, ya que
el diario aporta pruebas documentales (sobre todo en el caso del
espionaje a González) y los políticos del PP confirman los datos
de los seguimientos. Otra cosa es la atribución de
responsabilidades, ya que el propio diario muestra dudas: a
veces señala claramente al “Gobierno de Aguirre”, y en otras
ocasiones habla de personas que “forman parte de la Consejería
de Granados”.
El Mundo
1) Actúa desde el primer momento como brazo mediático de la
Comunidad de Madrid. El diario de Pedro J. y el Gobierno de
Aguirre difunden los mismos mensajes con una sincronización
perfecta. Se pueden distinguir tres etapas con argumentos
diferentes: primero se vincula el caso a Caja Madrid, después se
pide a Gallardón que demuestre sus acusaciones y, finalmente, se
da por supuesto que las informaciones son mentira y se exige a
Rajoy que pida disculpas a Aguirre. Es decir, El Mundo
da la vuelta por completo al caso. Al final no es la presidenta
madrileña quien está en el punto de mira, sino el pobre Mariano.
2) El 21 de enero, El Mundo ya
publica un minieditorial
vinculando el espionaje con la batalla por
el poder en Caja Madrid:
En el seno del
Gobierno que preside Esperanza Aguirre existía ayer el
convencimiento de que la divulgación del espionaje a Ignacio
González dentro y fuera de España está muy relacionado con
el pulso por el control de Caja Madrid. Se trata de una
percepción bien fundamentada.
3) El 23 de enero, El Mundo está
en plena ofensiva contra la cúpula del PP nacional. En un
editorial titulado “Gallardón debe probar sus acusaciones”,
carga contra el alcalde y también contra el pobre Mariano.
Sostiene Pedro J.:
Una de dos: o Gallardón tiene razón al
dar por bueno que Granados montó esa «unidad parapolicial»
de la que brotaron los seguimientos, lo que pondría en la
picota tanto al consejero como a sus avalistas, o estamos
ante una operación mediático-política para destruir la
carrera política de Esperanza Aguirre. Sólo cabe una de las
dos opciones y, tarde o temprano, acabaremos sabiendo la
verdad. [...]
La nota que divulgó ayer el PP
demuestra que Mariano Rajoy está absolutamente desconcertado
ante un episodio que se le ha escapado de las manos. Dice el
PP que «los hechos son gravísimos» -sin determinar
exactamente a qué se refiere- y que se han producido
«actuaciones inadmisibles». Sí, ¿pero de quién? [...]
El líder del PP está en un grave apuro
ya que ha sido Gallardón quien ha dado credibilidad a las
acusaciones de espionaje en el contexto de un enfrentamiento
fratricida con Aguirre. Rajoy no ha sabido frenar esta pugna
ni ha logrado coordinar los contradictorios mensajes de su
formación. Lo único que puede hacer ya es impulsar una
investigación interna para saber a qué atenerse y exigir
responsabilidades a quienes hayan vulnerado las reglas del
juego limpio en el seno de su partido.
4) El círculo se completa el 25 de enero,
cuando el diario publica otro minieditorial exigiendo que
Gallardón y Rajoy
se disculpen ante Aguirre:
Nadie puede descartar que algún
funcionario haya incurrido en prácticas a lo «Mortadelo y
Filemón» -Rubalcaba dixit-, pero de ahí a implicar al
«Gobierno de Aguirre» media un abismo enorme. Ello no obsta
para que esta crisis haya dejado profundas secuelas en el
PP, que ha mostrado estos días sus divisiones internas.
Gallardón avaló las acusaciones y reprochó al consejero
Granados haber montado «una unidad parapolicial».Mariano
Rajoy tampoco creyó en la palabra de Esperanza Aguirre y
ordenó una investigación interna. Deberían excusarse.
Público
1) Destaca que el escándalo
pone a prueba el liderazgo
del pobre Mariano, que ha sido incapaz de poner orden en el
partido desde la derrota del 9-M.
2) Además, Público pone el foco
en los viajes de Ignacio González y
descubre que el vicepresidente madrileño
mintió al asegurar que no había
realizado ninguna adjudicación al empresario Enrique Sánchez
González, a quien se acusa en un dossier de regalar un viaje a
Suráfrica a González y a su mujer valorado en 8.000 euros, en
señal de agradecimiento por las adjudicaciones públicas
recibidas.
ABC
1) Evita tomar partido entre los bandos
del PP enfrentados. Respalda a Rajoy, es respetuoso con Aguirre,
pero no ataca abiertamente a Gallardón. Un buen ejemplo de su
política editorial puede ser el titular de la información
principal del 23 de enero: “Rajoy
investigará la trama de espías y Aguirre defiende a todo su
equipo“. Ese mismo día publica
un editorial, titulado “Rajoy sale al paso”, donde respalda a la
cúpula nacional del partido:
El comunicado
emitido ayer por la tarde desde la sede popular fue
suficientemente claro al comprometer que exigirá
responsabilidades políticas en caso de que se confirme la
existencia de una «red de espías» dentro de la
administración madrileña, hecho que los populares califican
como «gravísimo» e «inadmisible». Es una respuesta sin
ambigüedades y tan expresiva de la voluntad política de
Rajoy que no admite marcha atrás. La dirección del PP ha
comprendido que es necesario que este escándalo del
espionaje a políticos de su organización en Madrid quede
esclarecido hasta el último pliegue, con el resultado que
sea preciso para restaurar la fama personal y política de
quienes la merezcan y para depurar las responsabilidades de
quienes lo hayan llevado a cabo, directamente o
consintiéndolo.
2) Dos días después, publica la
primera entrevista con Aguirre
desde el estallido del escándalo, con un significativo titular
en portada de la presidenta madrileña: “Todo acabará en nada”.
http://trincheradigital.com
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