NOTICIAS SOBRE MARIANO PRESIDENTE Y ESTADISTA
( Desde el 21.12.2011 )
ÍNDICE
03. RAJOY APRUEBA EL MAYOR RECORTE DE LA HISTORIA Y UNA GRAN SUBIDA DE IMPUESTOS
- Las rentas del trabajo asumirán dos tercios del aumento de los gravámenes - Un déficit del 8% obliga al tijeretazo inicial de 9.000 millones, que llegará a 36.000 - La medida se concentra en los ingresos altos y el tipo máximo del IRPF llegará al 55%
Todo el mundo lo sabía. Sobre todo Mariano Rajoy, que ya había apuntado a su entorno hace meses que el déficit se iría al 8%. No se contaba en público, pero en privado el PP no hablaba de otra cosa. Y, sin embargo, durante toda la campaña electoral, y en el debate de investidura, aseguró que el Gobierno del PP no subiría los impuestos. Pero a la hora de la verdad, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y no Rajoy, que evitó comparecer, anunció la segunda mayor subida de impuestos de la historia reciente de España. Y también el mayor recorte de gasto público de la democracia en una sola tacada: 8.900 millones de euros.
Rajoy, que ya sabía que el déficit iría al 8%, prometió no subir impuestos
Las decisiones clave se cerraron el jueves con los ministros económicos
El Gobierno carga a aquellos con más ingresos para compensar recortes
La reforma fiscal se acerca a posiciones socialdemócratas que el PSOE olvidó
El Gabinete congela el sueldo de los funcionarios y sube su jornada laboral
Las pensiones suben un 1% y se recupera la deducción por vivienda
Y eso, aclaró, es solo "el inicio del inicio". La vicepresidenta anunció que el déficit estimado se irá al 8%, dos puntos por encima del 6% previsto, por culpa sobre todo de las comunidades autónomas. Ella y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dejaron caer la responsabilidad en el anterior Gobierno por no haberles contado cómo estaba la situación real, ni a ellos ni a los españoles.
Este nuevo dato de déficit implica que el recorte total, para lograr el 4,4% en 2012, será de más de 36.000 millones. Era la cifra que se manejaba hace meses en el PP -y así se publicó-, aunque Rajoy hizo el debate de investidura con la oficial: 16.500 millones. Antes pasó en Portugal, donde los conservadores ganaron las elecciones prometiendo no subir impuestos y después hicieron lo contrario. Ahora llega España.
El Ejecutivo, después de una semana de intenso secreto alrededor de Cristóbal Montoro y Álvaro Nadal, los dos principales ideólogos del ajuste, remató con detalle las medidas en una larguísima reunión el pasado jueves en La Moncloa presidida por Rajoy con los ministros del ámbito económico, que comparecieron ayer con rostros muy serios: Montoro, Luis de Guindos (Economía) y Fátima Báñez (Empleo).
Santamaría presentó las medidas como la reacción a una gran sorpresa, algo inesperado que se habían encontrado en los cajones. Sin embargo, Guindos llegó a decir que "una parte estaba descontada" y Montoro, que culpó al anterior Gobierno por ocultar los datos, dijo que tampoco había sido "ninguna sorpresa".
Esto es: todo el mundo lo sabía, pero Rajoy prometió hasta el último momento, incluso en el debate de investidura, que no iba a subir los impuestos. "Mantendré mis compromisos electorales", repitió. "El mayor esfuerzo no puede recaer en los ciudadanos, tiene que provenir de las Administraciones", dijo en la investidura cuando le preguntaron si subiría los impuestos. Hasta el último día lo negó, de la misma manera que hasta el último día Elena Salgado prometió que España cumpliría el objetivo de déficit. Y se desviará nada menos que dos puntos.
El Consejo de Ministros más intenso que se recuerda en muchos años tomó decenas de medidas económicas y políticas de gran calado, casi todas ellas impopulares y delicadas, incluido el emplazamiento del almacén de residuos nucleares, que llevaba siete años de retraso, y la ley antidescargas, que el Ejecutivo del PSOE no se atrevió a sacar.
Rajoy, que había aprendido de David Cameron, que perdió muchos votos por ser demasiado claro, no quiso apuntar ninguna de estas medidas antes de las elecciones. Pero ahora, con mayoría absoluta, ha tenido la valentía de asumir todo el coste político de golpe. Y sin pensar en las elecciones andaluzas. Además demostró que, frente a la imagen que se labró con sus dudas en la oposición, él sí puede ser un hombre de acción: medidas drásticas en una semana. Eso sí, la cara de los recortes no es él, de momento, sino los cuatro ministros que comparecieron ayer. No habrá ninguna imagen ni sonido de Rajoy de ayer.
Políticamente, el paquete está muy medido para lanzar un mensaje muy claro: los recortes son enormes, brutales, afectan a todo el mundo y sin duda profundizarán la recesión -aunque Guindos descartó que se llegue a una caída del 2% del PIB-, pero a cambio las subidas de impuestos son progresivas y se concentran sobre todo en las rentas altas. Se ha buscado la equidad sin tocar el IVA, un impuesto no progresivo.
Tanto que el tipo máximo del IRPF, en el nuevo tramo que se crea a partir de 300.000 euros, sube siete puntos de golpe, algo inaudito, y llegará en algunas autonomías -las que subieron su tramo mientras las gobernaba el PSOE- hasta el 55%, un nivel altísimo incluso para los estándares europeos. También se esforzó el Gobierno en señalar que las rentas del capital más altas tiene una subida de hasta seis puntos. Y la subida del impuesto de bienes inmuebles también está pensada sobre todo para los que tienen propiedades más caras.
Atrás quedaron las acusaciones de demagogia al Gobierno socialista por hablar de impuestos para rentas altas, la defensa de la clase media -suben los tipos también de sueldos no muy altos, aunque menos-, de los "ahorradores" y los argumentos contra cualquier tipo de subidas de impuestos. El Gobierno del PP, repleto de liberales antiimpuestos, se acercó ayer mucho a posiciones tradicionalmente socialdemócratas. De hecho, ha ido mucho más lejos que el PSOE, que en 2007 bajó el tipo máximo del IRPF al 42%. Son tan fuertes las subidas que Montoro y Guindos se empeñaron en tratar de limitar su impacto: "Son temporales, solo estarán vigentes en 2012 y 2013", repitieron.
Eso sí, Montoro aclaró también que dos tercios de la subida de recaudación prevista -6.200 millones de euros- llegan de las rentas del trabajo -por IRPF entrarán 4.100 millones- y las del capital solo aportan 1.250 millones. El resto llegará del IBI.
El Gobierno no se planteó un nuevo impuesto a las grandes fortunas, o a los bancos, o cambiar la regulación de las Sicav, según fuentes del Ejecutivo. Aunque es evidente que estas medidas son solo el principio, y con los Presupuestos llegarán en marzo más recortes y tal vez más subidas de impuestos. 8.900 millones de recorte y 6.200 de ingresos son 15.000 millones. Hasta 36.000 queda otro ajuste de 21.000 que llegará con los Presupuestos.
De hecho, el martes Rajoy en conversación informal con periodistas dijo que este viernes solo iba a haber un "gesto, una señal" pero que los recortes duros serán en marzo. Finalmente, no fue así, y el Gobierno empezó a gobernar con medidas durísimas desde el primer minuto.
Pocos colectivos quedan fuera. El más afectado es el de los funcionarios. Aunque la vicepresidenta insistió en que no les bajan los sueldos, es una bajada real. Primero porque pierden poder adquisitivo. Pero sobre todo porque les suben la jornada base de 35 a 37,5 horas semanales. Esto es, trabajarán más por lo mismo.
Pero el tajo es sobre todo espectacular en empleo público, y acaba de empezar. Se congela toda la reposición -no se cubre a los que se jubilan- y solo se autoriza un 10% para policías, ejército, sanidad y educación. Esto es, el 90% de médicos o maestros que se jubilen no serán sustituidos. Hay otros recortes muy emblemáticos, como el de Asuntos Exteriores: 1.100 millones, lo que implica la práctica desaparición del presupuesto de cooperación internacional. También se corta la entrada de nuevos dependientes moderados al sistema.
Preocupado por el mensaje durísimo, el Gobierno quiso compensar con garantías a los más débiles: subida de pensiones del 1%, se prorrogan los 400 euros a parados de larga duración y se mantienen, como prometió Rajoy, "íntegramente las prestaciones por desempleo". Además, se recupera la deducción por compra de vivienda. Esto es, se cumple buena parte de lo prometido, con una excepción que es una auténtica enmienda a la totalidad que Rajoy se ha hecho a sí mismo y a la historia del PP: la brutal subida de impuestos siempre negada.
www.elpais.es 31.12.11
02. RAJOY DELEGA EN SANTAMARÍA EL PODER AL CEDERLE TAMBIÉN EL CONTROL DEL CNI
Guindos, Gallardón y Fernández alaban lo hecho en Economía, Justicia e Interior
Mariano Rajoy ratificó ayer con algo más que un gesto su decisión de acumular un poder inédito en democracia en manos de su vicepresidenta única, Soraya Sáenz de Santamaría. Ya le había encargado toda la coordinación política, había diseñado con ella el dibujo del Ejecutivo y ayer situó bajo su mando el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), desde siempre en el Ministerio de Defensa. Sáenz de Santamaria, la ministra más joven del Gobierno y la que más poder atesora, se encargará de un organismo estratégico para el Estado y de gestión delicada.
Todo son llamadas al diálogo y reconocimiento al Gobierno saliente
El Consejo de Ministros de hoy será técnico, sin decisiones clave
Moragas será el jefe de gabinete de Rajoy con rango de secretario de Estado
La vicepresidenta ya ha colocado en el Ejecutivo a algunos de sus fieles
Sáenz de Santamaría ya ha colocado en el Gobierno a algunos de sus fieles, en especial a Fátima Báñez en la cartera de Empleo. Y tendrá mucha mano en los escalones por debajo, que en la tarde de ayer discutió con Rajoy. De momento, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes será José Luis Ayllón, su mano derecha hasta ahora en el Congreso. Y habrá otros puestos clave que ella controle. Aunque Rajoy tendrá su propio equipo, como todos los presidentes. Y lo dirigirá Jorge Moragas, que será nombrado hoy jefe de gabinete con rango de secretario de Estado.
El Gobierno de Rajoy empezó ayer así su andadura con una estrategia muy calculada. Tiene ante sí la pésima situación económica que se augura para 2012. Y en esas condiciones de máxima dificultad, los ministros tomaron ayer posesión de sus cargos con una especie de consigna unánime: todo son llamadas al diálogo, la unidad, e incluso reconocimientos expresos y no solo protocolarios al Gobierno saliente. No se quieren levantar alfombras ni mirar atrás. No hay tiempo.
El giro de 180 grados que se ha producido entre la actitud en la oposición y en el Gobierno tanto de Mariano Rajoy como de su equipo de fieles, ya empezó a verse en el debate de investidura, en el que se evitó las críticas al anterior Ejecutivo. Pero ese estilo se consolidó ayer con algo más que palabras amables.
Varios ministros no solo reconocieron la labor de sus antecesores, presentes en las tomas de posesión, sino que lanzaron mensajes políticos de fondo. Especialmente llamativo fue el de Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior. En la oposición, el Grupo Parlamentario del PP, dirigido por Soraya Sáenz de Santamaría, se lanzó cada semana a la yugular del exministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no solo por el caso Faisán. Le acusaron de todo tipo de componendas con ETA, lanzaron sospechas de connivencia y criticaron con gran dureza su papel en la última negociación con la banda terrorista. Ayer, Fernández, aunque Rubalcaba ya no es ministro, dijo que Interior "nunca ha bajado la guardia" en la lucha contra ETA y tampoco lo hará con él al frente. En un primer guiño al discurso clásico del PP, dijo que la banda tiene que disolverse e hizo un recordatorio a las víctimas del terrorismo, pero además lanzó un mensaje que parecía pensado para contestar al sector duro del partido, que se molestó porque Rajoy dijera que el último comunicado de ETA era una "buena noticia". El nuevo ministro abundó en esa tesis: "Es razonable que nos alegremos porque la banda diga que deja definitivamente las armas".
Ese tono se siguió ayer en otras tomas de posesión. Fue una auténtica estrategia política. Rajoy sabe que la crisis va a durar, que sus medidas de recortes para rebajar el déficit van a llevar a España a una situación aún más difícil, y quiere entrar con buen pie y alargar lo más posible el momento en que empiecen los enfrentamientos.
También Luis de Guindos, nuevo ministro de Economía, tuvo palabras amables para su antecesora, Elena Salgado. Cada semana, el PP le responsabilizaba de la crisis y le acusaba de no tomar las medidas adecuadas. Los populares rechazaron la mayoría de esas medidas. Sin embargo, el propio Rajoy admitió que no va a rectificar las principales, como dejar la edad de la jubilación a los 67 años, el recorte de sueldo de los funcionarios o la subida del IVA. De Guindos dijo ayer que a Salgado "le ha tocado bailar con el más feo" y prometió que la llamará esta semana porque le "interesa mucho" su opinión.
Fue muy similar a los halagos a la moderación que le propinó el nuevo titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, a su predecesor, Francisco Caamaño.
Una de las claves políticas del Gobierno, la que más se comentó ayer en círculos políticos, es precisamente su estructura. Por primera vez desde los 80 no hay vicepresidencia económica. Diversos dirigentes del PP analizaban que Rajoy ha optado por esta vía por varios motivos. Uno, para evitar colocar a De Guindos por encima de Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda. El primero tiene que negociar con Europa y el segundo con las autonomías. Tener un jefe por encima dificultaría esa tarea. Rajoy ha optado por ser él en la práctica el que ocupe ese puesto al presidir la Comisión Delegada de Asuntos Económicos. Muchos dirigentes dan por hecho que habrá conflictos De Guindos-Montoro que Rajoy tendrá que resolver.
El Consejo de Ministros de hoy será así técnico, sin decisiones clave más que unos pocos nombramientos. Las primeras medidas, como el sueldo de los funcionarios, se fijarán el 30 de diciembre.
www.elpais.es 23.12.11
01. UN GOBIERNO DE AMIGOS Y FIELES
Rajoy se rodea de personas cercanas y opta por el tándem De Guindos-Montoro - No hay vicepresidencia económica y el máximo poder es para Sáenz de Santamaría
Un hombre tan desconfiado como Mariano Rajoy solo podía pensar en un Gobierno con gente muy próxima. Incluso amigos personales. Y eso es lo que ha hecho. Ante la duda, en el momento cumbre de su carrera política, y con la decisión clave, que es la de elegir el Ejecutivo que se enfrentará a la crisis, el líder del PP se ha rodeado de gente con la que lleva hablando casi a diario durante los últimos 30 años, auténticos íntimos, algo raro en política.
De Guindos, exjefe de Lehman Brothers en España, hombre clave para Europa
Es lo que son José Manuel García Margallo (Exteriores), Jorge Fernández Díaz (Interior), Miguel Arias Cañete (Agricultura), Ana Pastor (Fomento) o José Manuel Soria (Industria). Todos altos funcionarios como él, de su generación y con mucha experiencia política. Pero sobre todo amigos. Y el resto, prácticamente todos son personas de su absoluta confianza, que le han acompañado en la larga travesía del desierto de la oposición. Un Gobierno absolutamente marianista, pues, para buscar una piña con tres exministros de Aznar.
El presidente hace que todo gire en torno a él, como siempre, pero entrega todo el poder delegado a Soraya Sáenz de Santamaría, que será la única vicepresidenta. Para que no haya dudas en caso de conflicto. Para que hable con autoridad los viernes como portavoz. Para que los veteranos no cuestionen su poder.
Era una fórmula de Gobierno abandonada ya hace mucho tiempo, desde la época en que Alfonso Guerra era la mano derecha de Felipe González. Aznar siempre tuvo un vicepresidente económico. Zapatero, también. Ahora, en plena crisis, no la habrá.
Todos los ojos estaban puestos en el equipo económico, la clave para salir de la crisis. Los marianistas presionaban a favor de Cristóbal Montoro, la cara visible en la oposición. Otros sectores económicos veían mejor a Luis de Guindos, que fue secretario de Estado de Economía con Rodrigo Rato pero también, después, responsable en España de Lehman Brothers, cuya caída en 2008 dio inicio a la crisis financiera.
Era algo tan simbólico en su biografía que algunos dirigentes le descartaban por la imagen que puede dar de apuesta por el sector responsable de la crisis. Pero muchos lo veían dentro porque ha sido durante estos años el asesor principal de Rajoy para cuestiones económicas. Tiene hilo directo con el mundo financiero y se mueve bien en la City de Londres precisamente desde su etapa en Lehman Brothers. Ahora estaba de consejero en Endesa y trabajaba en el Instituto de Empresa.
Al final Rajoy ha apostado por un tándem. De Guindos se ocupará de Economía, la cartera clave para negociar con la Unión Europea los recortes en España -será el encargado de ir a los Ecofin-. Ahí le apoyará García Margallo, un eurodiputado veterano con buenos contactos en Bruselas. Un ministro de Exteriores pensado para influir en la UE. De Guindos también pilotará la reforma financiera y negociará con los bancos, la gran preocupación de Rajoy. Diseñará ese posible banco malo y las fusiones que el presidente quiere promover. De Guindos es absolutamente fiel a Rajoy, pero también es un hombre de Rato, el presidente de Bankia, una entidad con problemas clave en esas posibles fusiones.
Montoro se queda con Hacienda -repite el ministerio que tuvo con Aznar, igual que Arias Cañete, algo también muy inusual-, pero se le añade Administraciones Públicas. Montoro, un hombre cercano a Javier Arenas, será así el encargado de hacer política de partido, de negociar con los barones autonómicos los recortes, de meter un gran tajo a la Administración, despidos incluidos.
Para que no haya dudas de quién manda, Rajoy presidirá la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, con lo que dirimirá los posibles conflictos Montoro-De Guindos.
Es un Gobierno no solo muy de Rajoy. También es muy del PP, aunque sin barones territoriales. Hay tres independientes, relativos. Uno, De Guindos, ha estado en política muchos años y nunca ha dejado ese contacto casi diario con Rajoy. Otro, Pedro Morenés, ministro de Defensa, es el más técnico, pero ya fue secretario de Estado de ese departamento con Eduardo Serra. Y el tercero, José Ignacio Wert, la gran sorpresa del nuevo Gobierno, en el que se ocupará de Educación, es un sociólogo y conocido tertuliano vinculado al PP. De hecho, en una muestra más de que el presidente solo se fía de sus fieles, Wert es la mano derecha de Pedro Arriola, el principal consejero de Rajoy, su gurú de las encuestas. Nunca ha querido ser ministro, y ahora ve ahí a su hombre de confianza.
También es un Gobierno con claves internas. La principal es el pago a la fidelidad -Rajoy ha premiado solo a quienes le apoyaron en su crisis de liderazgo tras la derrota de 2008-. Y la fuerza de dos personas: Sáenz de Santamaría, que ya controla el grupo parlamentario a través de Alfonso Alonso, y Javier Arenas, el gran hombre fuerte en la sombra. Entre los dos han logrado que estuviera ahí Fátima Báñez (Trabajo), otro premio a la lealtad y una joven que baja la media de edad y sube el porcentaje de mujeres. Rajoy ha prescindido, como se esperaba, de la paridad.
Es el Gobierno más maduro de la democracia, con una edad media de 55 años, tres más que el último de Zapatero. Tiene nueve hombres y cuatro mujeres, que representan solo el 28,5% del Gabinete (casi la mitad que el último de Zapatero, 52,9%). Hay siete licenciados en derecho y cuatro en económicas. Y la vicepresidenta es, de lejos, la más joven.
Otra de las sorpresas, por el escaso papel que parece tener, es Alberto Ruiz Gallardón, un peso pesado que va a Justicia, sin apenas competencias. Rajoy no quiso juntar Justicia e Interior y sí ha subsumido en otros, como se esperaba, Cultura, Administraciones Públicas y Medio Ambiente. Con 13 ministerios, solo dos menos de los que había, es el Gobierno más corto de la democracia.
Jorge Fernández es el más conservador del Ejecutivo. Está muy vinculado a las posiciones de la Conferencia Episcopal. Su colocación en Interior es un gesto: un duro que no será criticado por algunos medios se encargará de dirigir la política más delicada, la posibilidad del acercamiento de presos de ETA o terceros grados.
Ana Mato, una mujer del aparato del partido de siempre, también ha visto premiada su lealtad con un ministerio (Asuntos Sociales). A Rajoy no le ha frenado que su exmarido estuviera vinculado al caso Gürtel. Muchos la veían en el partido de secretaria general. Su presencia indica que Dolores de Cospedal quiere seguir siéndolo. Habrá que ver qué papel tendrá en el PP Esteban González Pons, el gran descartado del Ejecutivo pese a su fidelidad a Rajoy. Federico Trillo, como estaba previsto, también se queda fuera. Parece que ya no cabían más fieles.
www.elpais.es 22.12.11
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