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LUCÍA FIGAR LACALLE : CHICA AGUIRRE PARA LO QUE SEA MENESTER
( " A la vera, siempre a la verita tuya " )
LUCÍA FIGAR: LA CHICA PRECOZ DE ESPERANZA AGUIRRE
Lucía Figar, mimada por la presidenta regional, afronta el momento más delicado de su ascendente carrera política
Aquel día tampoco pasó inadvertida. El 15 de septiembre de 2005, Rafael Simancas (PSOE), portavoz de la oposición, subió al estrado para lanzar su réplica en el debate sobre el estado de la región. Cuando empezó sus críticas, llegó el anuncio: "En cinco minutos habla Lucía Figar". La mayoría de los periodistas que seguía la sesión en la Asamblea salió a los pasillos. La presidenta Esperanza Aguirre dio otro golpe de efecto con el nombramiento de Lucía Figar de Lacalle (Madrid, 1975). Una política joven, preparada y precoz. La acababa de nombrar consejera de Inmigración (una cartera que estrenó ella) con solo 31 años. El equipo de la presidenta volvió a eclipsar al enemigo con un anuncio bomba. "Rafa se cabreó mucho", recuerda un exdiputado popular, que prefiere guardar el anonimato. Ella, sonriente, hizo sus primeras declaraciones: "No puedo explicar nada porque no sé ni qué estructura voy a tener".
- "Tiene ganas de decidir y carácter para hacerlo", destaca un exjefe
- Figar no quiere levantar los recelos de González, mano derecha de Aguirre
- "Es la consejera del PP que menos controla", le reprocha un excargo socialista
- Su gestión los próximos días, con el sector en llamas, será determinante
La influencia de la consejera se ha multiplicado. En 2007 se hizo cargo de Educación. También gestiona Empleo y es secretaria de Comunicación del PP en Madrid. Es una mujer cercana a la jefa, apreciada por ella. "Aguirre no tiene a su lado a quien no quiere, es un espíritu libre y las carteras complicadas se las da a su gente de confianza", sentencia el exdiputado popular. Figar lo es. Un exjefe de la consejera en Moncloa, que es además amigo, asegura que ambas tienen buena sintonía.Hay quien la ve como "la hija que Aguirre nunca tuvo". Su exjefe en La Moncloa da otra imagen: "Esperanza se ve reflejada en Lucía, es como ella con 30 años menos". Figar gestiona una de las áreas preferidas de la presidenta, ministra de Educación entre 1996 y 1999. Y también la espinita de la jefa, que sufrió su mayor derrota política al frente del ministerio. En diciembre de 1997, Aguirre intentó sin éxito dinamitar los planes de estudio de los socialistas en la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE), a imagen y semejanza de lo que sí logró Margaret Thatcher, su referente político. Desde entonces es una de sus obsesiones: "Educación, educación y educación".
Figar vive el arranque del curso escolar más agitado de su trayectoria. Los recortes en interinos han puesto en pie de guerra a sindicatos y docentes. Cerca de 30.000 personas le pitaron a las puertas de la consejería el miércoles. Las protestas copan noticias, boletines de radio e informativos de televisión. Su equipo de comunicación no da abasto.
Esta semana ha sido una de las más complicadas de una mujer que dio sus primeros pasos en política junto al yernísimo de Aznar. Alejandro Agag y Figar, que están en el PP desde 1995, se conocieron en el Colegio Universitario de Estudios Financieros (Cunef), un centro privado de Madrid. La consejera se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales. Ella era más joven que Agag y mejor estudiante. Habla inglés y francés fluidos y controla el italiano. Él ya despuntaba como animal de las relaciones públicas. Coincidieron porque Agag repitió algunas asignaturas. Congeniaron. Y la invitó a trabajar con él. Su relación se ha estrechado con los años. La consejera es madrina de Alejandro, el primer hijo de Agag con Ana Aznar Botella, hija del expresidente del Gobierno.
Los Figar son originarios de Asturias. El padre, Arturo Figar, gestiona una empresa familiar de ingeniería. Su madre, Ángeles Lacalle, es vocal en la ONG Codespa, volcada en proyectos de desarrollo. Lucía tiene seis hermanos, todos varones. Ella es la mayor. Con solo 23 años, puso el primer pie en La Moncloa reclamada por Agag. Trabajó como asesora júnior del Gabinete de la Presidencia del Gobierno entre 1998 y 1999, en la primera legislatura de Aznar. "Echaba muchas horas, podía pasar la vida allí", recuerda su exjefe. En esa época conoció a su futuro marido, Carlos Aragonés (Leganés, 1956), jefe de Gabinete de Aznar y estrecho colaborador. Aragonés, Agag y Figar fueron miembros destacados del llamado clan de Becerril, una especie de escuela de verano de postín para que el presidente se codeara con gente joven al margen del partido. A la vera del expresidente, los cachorros ("el banquillo del banquillo del PP", lo definía Agag) fueron copando nuevos cargos. El tiempo que media entre Becerril y el día del cabreo de Simancas, Figar trabajó en la segunda línea de la política como jefa de Gabinete del secretario de Estado de Organización Territorial y fue secretaria general de Asuntos Sociales, a las órdenes del entonces ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana. Trabajaba mucho, pero no descuidaba el deporte, una de sus pasiones. A los viajes se llevaba las zapatillas de atletismo. Algunas de las ideas que ha puesto en pie le han surgido corriendo. Tiene el suficiente fondo para dejar atrás en la carrera a sus colaboradores.
El de 2005 fue un año de cambios. Figar se casó con Aragonés, con quien tiene dos hijas y espera una tercera. Y saltó del Congreso a la Comunidad de Madrid. Tras los inicios en Inmigración, fue recibida como una extraña en el sector. "Nos han traído a alguien de fuera", pensó entonces un representante de la escuela concertada que la define como una política "simpática, pero con un carácter frontal similar al de Aguirre".
Un exviceconsejero socialista, que coincidía con Figar en las reuniones sectoriales de Educación, la recuerda entrando y saliendo de la sala para hablar por teléfono. "Apenas participaba en las sesiones, es la consejera popular que menos controla el discurso educativo", asegura. Nada que ver con la definición del excolaborador de la primera etapa al frente de la consejería, que la recuerda como una mujer reflexiva que pasaba horas en el despacho para estudiarse los temas.
Su formación económica también despertó recelos. En el sector se vio como un nombramiento para controlar el gasto. Los socialistas le reprochan que use Educación como "laboratorio ideológico" para fomentar el modelo liberal de una escuela competitiva, de premios y castigos. "Sigue la doctrina del PP del éxito solo para los mejores, únicamente le interesa la educación pública para gestionar lo marginal", dice un cargo socialista con atribuciones en la enseñanza.
Es ambiciosa, resaltan adversarios y amigos. "Tiene ganas de decidir y carácter para hacerlo", según su exjefe. "No es de la que piensa que es mejor no hacer nada para no meterse en líos, en eso se parece a Esperanza". Su nombre sonó en verano como presidenciable por los pasillos de la Asamblea. Si Aguirre se retira podría ser su delfina, una sucesora sin el toque campechano de la presidenta, capaz de casi todo por una buena foto. En septiembre de 2008, ambas coincidieron en la inauguración de una escuela infantil. La presidenta se metió en una casita de colores para llamar la atención de los fotógrafos. Figar se quedó de pie, casi rígida. Un excolaborador asegura que nunca se haría una foto así.
Figar no quiere ni oír hablar del asunto sucesorio. Teme despertar los recelos de la mano derecha de Aguirre, el vicepresidente Ignacio González. No quiere rumores. Su gestión de los próximos días, con el sector en llamas y varios días de huelga, puede aupar su futuro político. O hundirlo.
www.elpais.es 18.09.11
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