

MANUEL
VICENT
Corrupción
La Venus de
Urbino, que pintó Tiziano, está colgada de las farolas de Madrid y su carne
nacarada se bambolea entre las acacias con el siroco asfixiante de estos días,
que ha llegado también acompañado del hedor de la corrupción. En la exposición
del Prado reinará este verano el artista veneciano, tal vez el pintor más grande
de la historia, y puede que su luz incontaminada ejerza un efecto regenerador
frente a la miseria política y moral que nos ahoga.
España tiene muy
pocos puntos sólidos en los que apoyar la palanca para saltar sobre el cúmulo de
la basura nacional. Uno es el Museo del Prado, el mejor del mundo en su estilo,
donde se concentra una estética excelsa, que no se corresponde con nuestra
cultura media, que no ha logrado superar del todo a aquella patria del pollino;
otro fue aquel sueño de inteligencia y libertad de la República, ahogado en
sangre, y que quedó convertido en la flor de verbena de la Residencia de
Estudiantes, espacio mental de los poetas de la Generación del 27.
Trágate ahora un
telediario entero como quien se come el cuello de un pollo hormonado; digiere la
noticia infecta de esos truhanes socialistas que han traicionado a su partido
con una puñalada por la espalda y trata de salvarte. Podrías refugiarte en el
Museo del Prado o huir hacia el sueño de oro de aquella Residencia de
Estudiantes, pero ten en cuenta que durante la Guerra Civil el Prado fue
bombardeado y que hoy habitas un país donde el presidente del Gobierno presume
de leer poemas de Cernuda, de Salinas o de Altolaguirre- unos arcángeles
herméticos cuyos versos doraron el aire de la República- y al mismo tiempo en un
mitin pide un metro para medirse sus genitales de falangista. Es imposible que a
alguien le gusten ambas cosas a la vez. Una de dos: o amas profundamente a los
poetas del 27 y dejas a un lado los testículos, o si alardeas de su peso y
tamaño ante los electores deberás dejar en paz a esos poetas exquisitos.
Aquel sueño
también te ha sido arrebatado, pero nos queda todavía la Venus de Urbino, que
ahora se agita con el viento negro sobre los cubos de basura acumulados en las
aceras. Si a cualquiera de ellos les levantas la tapa, junto a los restos de
hamburguesas y ensaladilla podrida, descubrirás las cabezas de dos socialistas
traidores, la de algunos mafiosos de la construcción, toda la bazofia de los
programas de televisión, sin excluir las noticias contaminadas de los
telediarios, cuyo hedor político asciende conjuntamente hasta los pies de la
Venus de Tiziano.
(*) Publicado en El País.15.06.03
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