VIDA Y OBRA ECONÓMICA
Nace en Madrid el 2 de octubre de
1936.
Licenciado en Filosofía y Letras
En 1968 fue corresponsal del diario "El Alcázar", con el seudónimo "Fernández
Sánchez Monreal", nombre de su padre.
De 1976 a 1977 fue corresponsal de "Informaciones" en Marruecos.
De 1976 a 1981 fue redactor del programa de Televisión Española "Encuentros con
las letras". Asimismo ha sido columnista de la revista Cambio 16 y director del
suplemento literario "Disidencias" de Diario 16.
Cuando ejercía de escritor , llegó incluso a cultivar el cuento, la
poesía, el ensayo, y en los últimos años la novela. De entre sus ensayos, la
obra más importante es "Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España", en
cuatro tomos y por lo que ganó el Premio de Ensayo, publicado en 1978.
En mayo de 2001 , en compensación a los servicios prestados sustituyó al
i ntertextualizador Luis Racionero
al frente del Colegio Español en París
después de que éste fuera nombrado director de la Biblioteca Nacional.
Simultáneamente
presentó , cobró y dirigió un programa de televisión en la Primera Cadena -
"Negro sobre blanco "- en el
que el líder cósmico tuvo ocasión de dar a conocer su faceta poética.
Por su parte, Dragó confirmó su capacidad -ciertamente acreditada -para ejercer
el difícil arte de la adulación sin ponerse colorado . Tras la derrota triunfal
de Marzo del 2004, hace cola en el INEM de Esperanza Aguirre y su paciencia y
lealtad es recompensada.
En Enero del 2007 es fichado por Tele Madrid. Un mes después ,el
9 de Febrero, pasa a declararse un entusiasta de Espe :Cobra
por ello
Dragó, el mismo que anima a eliminar “todas las
subvenciones”, ha cobrado más de 1,5 millones de
dinero público
El propagandista liberal
Fernando Sanchez-Dragó no tiene inconveniente en
aparecer en Telemadrid defendiendo la eliminación
“de todas las subvenciones en todos los segmentos de
la Administración y en especial el fin de la
demagogia clientelista de los gastos sociales”,
mientras lleva cobrados más de 1,5 millones de euros
de diferentes organismos públicos, la mayor parte
procedente de la televisión madrileña. Así lo
denuncian los trabajadores de la cadena desde la
plataforma Salvemos Telemadrid, donde han editado un
vídeo que demuestra que “las opiniones
liberalizadoras y privatizadoras” de Dragó “son una
impostura desvergonzada e interesada”.
Salvemos Telemadrid
explica que Dragó lleva cobrados alrededor de
millón y medio de euros en cuatro años:
alrededor de 1,2 millones por el programa
Las Noches Blancas (con una media de
audiencia de un 3%), más de 36.000 euros por
cuatro programas de
Dragolandia
(con una media de un 4.1%) y aproximadamente
350.000 euros por presentar Diario de la
Noche durante año y medio.
"Millón y medio de dinero público"
Por ello, los trabajadores de la cadena pública
ironizan para concluir que “si fuéramos Dragó
habríamos facturado a Telemadrid, una empresa
pública pagada con el dinero de todos los
madrileños, alrededor de millón y medio de euros
en cuatro años. Millón y medio de dinero
público. Eso sí son subvenciones pero no para
gastos sociales, si no para gastos privados”. Y
continuando con el programa en el que el
presentador se erigía en monarca absoluto,
advierten: “A partir de estos datos, las
opiniones liberalizadoras y privatizadoras de
este señor si fuera rey son una
impostura desvergonzada e interesada”.
¿Responsabilidades por un caro "bodrio
televisivo"?
La plataforma denuncia el despilfarro de la
última aventura del propagandista del
liberalismo económico de Aguirre, y es que fue
“el bodrio televisivo más caro de los últimos
tiempos”. “Un programa que, si se hubiera hecho
en la casa no habría costado más de 20.000 euros
tirando muy por lo alto, se aprobó con un
presupuesto desorbitado (…) ¿alguien va a asumir
la responsabilidad de haber despilfarrado más de
400.000 euros en dos meses?”.
Impostura desde 1959
También advierten de que Dragó lleva muchas
décadas vinculado al sector público, y es que en
1959 ya era profesor ayudante de Lengua y
Literatura Española en un instituto madrileño, y
desde entonces su sueldo se ha sufragado
habitualmente con dinero de todos, lo cual no
tendría nada de relevante sino fuera porque es
un firme detractor de ello. Según Salvamos
Telemadrid, ha sido director de cursos de
universidades públicas y colaborador de varias
televisiones estatales y autonómicas, como la
RAI en Italia o TVE y Telemadrid en España. En
2001 le pidió a Aznar la dirección del Colegio
de España en París o bien la del Instituto
Cervantes en Tokio, y el expresidente le
concedió la primera canonjía.
www.elplural.com
23.10.09
SÁNCHEZ DRAGÓ ENTREVISTA AL LÍDER CÓMICO
 
-
"Buenas noches,
mejores que nunca"
-
"Hombre de palabra,
aunque a mí me gustaría que, al menos una vez, en el 2004, la
rompiese"
-
"Lector de temple
excepcional, y no lo digo por adulación"
-
"Sé que eres un gran
lector de biografías políticas y de memorias, aunque Ana [Botella] me ha
dicho que tú nunca escribirás unas memorias"
-
"Muchas de las
estrofas (poema If, de Kipling ) parecen una definición de tu
carácter y de tu estilo político"
OTRAS FRASES CELEBRES DEL
SUSODICHO
" No soy
demócrata, soy aristócrata: gobierno de los mejores. El sufragio no debe ser
universal. Mi voto no vale lo mismo que el de quienes ven los programas de
telebasura. Deben votar sólo los ciudadanos, no los súbditos. Pero allá
ellos. ¡Libertad, fraternidad, desigualdad!...La izquierda es una impostora:
el reino de la mentira....El multiculturalismo es ácido sulfúrico para las
culturas. Éstas se convierten en gazpacho relativista. En cuanto a la
inmigración, cerrojazo, o pereceremos como pereció Roma. Sobran la mitad de
los que han entrado"
( El Cultural.29.02.08)
"José Antonio Primo de Rivera
es el españolito con más gancho del siglo
XX"
(Alicante.28.11.06)
" Los votos que el PSOE ha
conseguido en estas elecciones corresponden a un electorado compuesto por
viejecitos que no tienen vista, parados y gente del campo, y la gente
más culta y más informada ha votado mayoritariamente al PP"
( 09 de Junio de 1993 )
" Me parece,
lo digo con el máximo respeto, que Zapatero es el peor jefe de Gobierno que
he tenido en ningún país.Tengo
malísima opinión de él porque está haciendo cosas absolutamente
irreversibles" (elsemanaldigital.com, 09 de
Febrero de 2007)
"Los españoles son uno de los pueblos más sucios de la Tierra y los
madrileños ni te digo. Y los emigrantes, aún peor"
(20 Minutos, 20 de Febrero
de 2007)
"España está rota o en fase de desintegración"
(elsemanaldigital.com, 09 de Febrero de 2007)
"Me parece una política magnífica, una gran
liberal que se convertirá en la primera mujer en presidir el
Gobierno de España. Soy esperancista ".
(20 Minutos, 20 de
Febrero de 2007)
Artículo entusiasta y adulador
que nuestro insigne escritor dirigió a Ana Botella
( Publicado en El Mundo & Arriba
1.11.1997 )
De los Pirineos al Peñón, en el país
del Sol Naciente.
24 horas en Japón junto a la esposa de
Aznar
CON ANA BOTELLA EN PARQUE ESPAÑA.- El
escritor Fernando Sánchez Dragó relata sus experiencias con Ana Botella, esposa
de José María Aznar, durante la visita que la delegación española efectuó al
parque temático sobre España que se exhibe con carácter permanente en la
provincia japonesa de Mie.
FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ
Japón suena como jamón, pero el jamón
está prohibido en Japón. Sírvanos el trabalenguas -en seguida se sabrá por qué-
para abrir el relato de las peripecias vividas por este reportero en compañía de
Ana Botella al hilo de los casi 1.000 kilómetros que separan Tokio y la región
de Ise, en el extremo meridional de la isla de Honshu, con parada y fonda en esa
ínsula abnegadamente quijotesca a la que los nipones han bautizado con el nombre
de pila de Parque España. Supongo que el lector ya lo conoce de oídas. Cosas
veredes, amigo Sancho, que te dejarán pasmado y boquiabierto. Esta es una de
ellas.
Mi historia empieza el miércoles 29 de
octubre a media tarde, sereno, temperatura otoñal, salones de la embajada
española en la capital del país que regirá el mundo durante el próximo
milenio... Aznar acaba de imponer sendos medallones del mérito civil a unos
cuantos japoneses ilustres -el señor Kanamori, presidente del grupo Kintetsu
(propietario y motor no precisamente inmóvil de Parque España), entre ellos- y
Ana Botella sale disparada hacia el racimo de limusinas negras que con los
motores encendidos nos aguardan en el jardín. No hay tiempo que perder. El
shinkansen o ferrocarril padre de todos los trenes de alta velocidad que hoy
existen en el mundo sale dentro de media hora. Dicho y hecho. Japón funciona
como un Mercedes. Quince minutos después estamos todos -representantes de la
embajada, gentes de La Moncloa, centuriones de Kintetsu, guardaespaldas,
periodistas- muellemente arrellanados en los confortables asientos del convoy.
¡Si Francisco Javier levantase la cabeza!

El tren vuela; el tiempo, también...
Las cuatro horas de viaje se nos van en un soplo.
La segunda dama del reino acusa con
señorío, garbo y sentido del humor el golpe del jet lag, del desajuste de los
biorritmos, de una aventura aérea que en menos de dos días la ha llevado desde
Madrid hasta Tokio con parada y fonda en no sé qué extraño país salido del
vientre de la extinta Unión Soviética.
Le doy un puñado de cápsulas de
melatonina con el consejo de que se tome una esa misma noche, antes de meterse
en la cama, y de que le propine otra a su marido cuando al día siguiente vuelva
a reunirse con él.
Ana me mira con los ojos muy abiertos
-los mismos que, barriendo el entorno de derecha a izquierda (sin olvidar el
centro, que es su espacio político), utiliza para escrutar, casi devorar, y
asimilar, en la medida de lo posible, las cosas, casos, lances y seres de un
país donde todo pasa al revés- y guarda las píldoras en el bolso. Doce horas más
tarde, al arrimo del desayuno, me dirá que ha dormido a pierna suelta.
Cena -frágil, ingrávida, inteligente,
exquisita, como el país que nos la ofrece- y sobremesa a la española... Esto es:
conversación, mucha conversación, y risa, mucha risa, no exenta de reflexiones
sagaces y, a veces, afiladas o puntiagudas sobre el insólito mundo que en ese
instante nos rodea. Sus rarezas, sus excentricidades, su originalidad no caben,
obviamente, en esta crónica. Ana mira y pregunta, pregunta y mira, se sorprende,
escucha, responde, averigua, comprueba, reacciona con espontaneidad y
sensibilidad a todo (y es mucho) lo que va saliendo al paso de la conversación,
de la observación y del viaje.
Yo intento explicarle las quisicosas
del país y le pido que presione al presidente, en su intimidad, para que de una
vez por todas se decida España a abrir en Tokio o en Kioto una sucursal del
Instituto Cervantes. Ella me cuenta historias de sus hijos, de cómo se vive (o
se sobrevive) en la jaula de oro de La Moncloa, de sus escapadas al mundo
exterior, de sus vacunas y anticuerpos para no caer víctima del síndrome del
poder, de sus recuerdos de Valladolid y de la habilidad de su marido para seguir
leyendo todos los días un buen rato, pese al atosigamiento de la púrpura, y para
no flaquear en la práctica cotidiana de sus deportes favoritos. Consuela y
tranquiliza saber que nos gobierna un hombre capaz de jugar al pádel, de leer a
Borges y de ir al teatro mientras capea tempestades o lo que se tercie con las
zapatillas plantadas en la boca de riego de la pupila del ojo del tifón de la
res publica.
Esta mujer, pienso, es un encanto; y
las personas de su séquito (Antonio Cámara, Lucía Méndez, Ana Beret de Bugallo,
Jorge Moragas e Ignacio Martínez del Barrio), también.
Sorry. Discúlpenme los lectores
maliciosos o morbosos. Mis uñas no son tan largas ni tan rojas como las de
Carmen Rigalt, Maruja Torres o la Susi del bueno del Mendicutti.
Y, en eso, Ana Botella-mujer al cabo-
me pregunta por el modus vivendi de la condición femenina en el seno de una
cultura tan supuestamente machista como las malas lenguas dicen que lo es la del
Japón. Le explico que los leones nunca suelen ser tan fieros como los pintan y
que...
Pero ya se detiene el tren en la
estación de Toba, ya nos topamos con otra ristra de sedanes negros, ya se nos
llevan en volandas -asunto de 10 minutos- al espléndido hotel de Parque España,
en cuyo vestíbulo, adornado por una ringlera de dobles arcos califales idénticos
a los de la mezquita de Córdoba, se nos acercan las autoridades de la alcazaba
para entregar solemnemente a Ana Botella el bastón de alcaldesa honoraria del
Parque y de feliz usuaria, durante unas horas, de cuanto el Parque contiene.
¡Ah! A todo esto, que ya se me olvidaba
(pese a ser deuda lo prometido), en otro lugar del portentoso enclave se está
celebrando a escondidas, de tapadillo, una ceremonia paralela y, sin posible
asomo de duda, aún más cordial, más significativa y más simbólica que la
reseñada en el párrafo anterior. A saber: un par de representantes encapuchados
de los servicios de furriela de La Moncloa entregan subrepticiamente a los
miembros del equipo de españoles que trabaja en el Parque -son alrededor de 80-
un jamón de Jabugo entero y verdadero que, gracias a Dios y a los pasaportes
diplomáticos, se ha saltado a la torera los severos y sofisticados mecanismos de
control de las aduanas japonesas. Lo que se dice un detalle ibérico... Más
ibérico, imposible.
Ahí queda eso. Genio y figura. Seguro
que los misioneros españoles y portugueses que llegaron a estas tierras en el
siglo XVII también llevaban charcutería de matute en sus alforjas. Confiemos en
que del jamón, cuando esta crónica se publique, no quede ya ni el hueso, no vaya
a ser que los carabineros japoneses, alertados por mi locuacidad, se presenten
de sopetón en las dependencias del parque y confisquen el cuerpo de un delito
que ninguna conciencia -ni española ni nipona- siente como tal.
Lujo asiático: nunca mejor dicho... El
retrete de mi habitación tiene a su diestra un diabólico tablero de mandos
electrónicos que, en teoría, sirven para enviar sucesivamente un chorro de jabón
líquido, otro de agua tibia y un tercero de aire caliente al ojo del lugar en el
que las espaldas pierden su honesto nombre. En teoría, he dicho. En la práctica,
ni les cuento. Todos los rótulos del artefacto están escritos en inescrutable
idioma japonés.
Sé que no resulta muy correcto, pero me
acuso de no haber sabido resistir la tentación de imaginar cómo diantre se las
estaría apañando la pobre Ana Botella para salir airosa, e indemne, de tan
absurdo, delicado y apurado trance.
Nueve de la mañana. Comienza la veloz
visita de un micromundo que quiere ser (y en casi todos los momentos y rincones
lo consigue) una exacta, feraz, admirativa, cariñosa, pintoresca y
documentadísima réplica de todo lo bueno -sin mezcla de mal alguno- que las
Españas contienen. Vale decir: de Altamira a Dalí, de Compostela a Granada, de
los Pirineos al Peñón, pasando por los churros y los polvorones, por la paella y
el Albariño, por la sardana y el cante jondo, por la Guardia Civil y la Dama de
Elche, por el castillo de Javier y el acueducto de Segovia, por la puerta del
Cambrón y la estatua de Colón, por el parque Güell y los estanques del
Generalife, por el barrio de Santa Cruz y el Galeón de Indias, y naturalmente,
last but not least, por todo lo que existía (o no existía, si es que los sueños
no existen) en aquel lugar de La Mancha de cuyo nombre los japoneses sí quieren
acordarse.
¿Horterada a imagen y semejanza de
Disneyworld? En modo alguno. Compatriotas de ponzoñosa y arrogante lengua
bífida: no nos pasemos de listos. En Parque España lo de menos son las
atracciones de recinto ferial y lo importante, lo que más abunda, lo que se
encuentra por doquier, es historia, es gastronomía, es folclor, es música, es
pintura y arquitectura, es literatura... Es cultura, vaya, ¡por fin lo he
dicho!, y cultura de la mejor ley, de muchos quilates, de altos vuelos, no de
cartón piedra ni de tente mientras cobro. Amor y pedagogía, pedagogía y amor.
Lo que los japoneses han hecho -por
nosotros- allí, en el corazón de un paisaje de rías y de bosques cuya belleza
ensancha el alma y tranquiliza el ánimo, no tiene desperdicio ni precio. Seamos
pues, en justa correspondencia, y como mínimo, generosos en monedas de gratitud,
valorémoslo, reconozcámoslo. Diez millones de japoneses, en sólo tres años, ya
lo han hecho.
Ana Botella, después de plantar un
olivo que seguirá allí -si arraiga- durante muchas centurias, recorre a fondo,
con discreción, con atención, con admiración y con ternura, todos y cada uno de
los lugares de ese jardín nipón de las delicias hispánicas.
Imposible mencionar aquí los lances y
las anécdotas, los besos y el estrechar de manos, los encuentros, las amistades
y las emociones vividas a lo largo de una jornada que no será fácil, para ella,
y para quienes la hemos acompañado, olvidar.
Su infatigable esposo, que a todo esto,
mientras Ana se metía en el bolsillo a medio Japón, andaba el hombre por Tokio,
a la fuerza ahorcan, desayunando, almorzando, cenando y negociando a mayor
gloria de la patria con aburridísimos banqueros, empresarios, ministros y
magnates de toda índole, no sabe lo que se ha perdido.
O sí lo sabe, porque es de suponer que
a estas alturas, entre bache y bache del achacoso avión que lo devuelve a
España, y entre pildorazo y pildorazo de melatonina leal y generosamente
suministrada por este humilde proveedor, su mujer ya se lo habrá contado.
Y a propósito de mujeres... Dicen que
detrás de un gran hombre hay siempre una mujer inteligente y asombrada, añade el
chiste. Tienen razón. Ahora ya sé cuál es el secreto de José María Aznar.
Buen viaje, Ana, y no te olvides, por
favor, de poner todos los días en los pliegues de la servilleta del desayuno de
tu marido el artículo que el martes publiqué en EL MUNDO a cuento de la
inaplazable necesidad -cada loco con su tema- de que el Instituto Cervantes
aterrice en los campos del antiguo imperio del Sol Naciente colándose por la
brecha de los fastos del 98. No existe o no se me ocurre mejor manera de poner
punto final a un auténtico viaje de Estado en el que todo ha salido a pedir de
boca. Tus amigos de Parque España te lo agradecerán.
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