Treinta años de nostalgia franquista
Sociólogos, politólogos y catedráticos de Historia rastrean la presencia del franquismo en la sociedad y las instituciones
"El franquismo nunca se ha ido: se ha transformado, se ha adaptado y está muy presente en toda la sociedad española", declaraba esta semana a Público Carmen Negrín, nieta del que fuera presidente del Gobierno en la Guerra Civil. Lo decía empujada por el asombro de que el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia (RAH) describiera el Gobierno de su abuelo como "prácticamente dictatorial". Una obra titánica que aspiraba a desterrar "las ficciones de las fábulas" con exactitud y rigurosidad, pero que también ofrece una lectura muy particular de Franco (cuyo régimen describe como "autoritario, pero no totalitario") y de la Guerra Civil, un acontecimiento al que viste de un "sentido de verdadera cruzada" y de "guerra de liberación".
Ante las palabras de Carmen Negrín, Público ha consultado a sociólogos, politólogos e historiadores para explorar hasta qué punto en España sigue presente el espíritu del franquismo, que debería haber sido enterrado con la llegada de la Transición y una nueva cultura democrática, tanto en la sociedad como en las instituciones. Sin embargo, "tenemos franquismo histórico para rato en el legendario colectivo", dice Fermín Bouza, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense. Un "franquismo residual" que se traduce incluso en el pensamiento y conducta de gente ilustrada, como sería el caso de los académicos de la RAH, y que para muchos fue un modo de supervivencia: "Es lo que han visto: que de alguna forma, en España se premiaba el franquismo".
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"La Transición era el momento para la desfranquización", según Pere Costa
El punto de partida de lo que hoy revive no es otro que una Transición mal cerrada. La necesidad de consenso entre derecha e izquierda, "pero también la prudencia, hizo imposible una autocrítica por parte del propio Estado", según apunta Bouza. Consecuencia: una falta de pedagogía y la ausencia de un debate que ambas partes "han evitado con frecuencia, por más que algunos de ellos intenten retomarlo ahora".
También Pere Oriol Costa, catedrático de Comunicación Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, considera que los partidos tienen mucha responsabilidad en una Transición que "fue un pacto de elites políticas del país". Entonces faltó higiene: "Una desfranquización. Al pasar de la dictadura a la democracia a partir de una Transición, no ha habido un análisis serio de la dictadura. Se dejó para más tarde, y cuando se ha querido hacer, con medidas como la Ley de la Memoria Histórica, ha habido problemas. La Transición habría sido el momento para la desfranquización", asegura.
Para Costa, lo ocurrido en el Diccionario de la RAH "es un síntoma claro" de "un franquismo sociológico y residual" que sale a flote en cuanto "analizamos las subvenciones del Estado a determinadas instituciones y también en actitudes de algunas capas sociales en el entorno de la derecha. Hay cierta nostalgia". Es decir, "restos del franquismo incrustados en algunos territorios inmovilistas de la sociedad. Incluso geográficos, como el Valle de los Caídos y en más de una placa y de una estatua que todavía andan por ahí".
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El siglo XXI volvió a reactivar el llamado franquismo sociológico
Bouza apunta como muestra de este franquismo sociológico a uno de los últimos barómetros del CIS publicados, en los que se preguntaba a los españoles por las instituciones más valoradas. A la cabeza estaban las Fuerzas Armadas y la Monarquía, que Bouza considera "instituciones laterales a la ciudadanía, que tendría que estar encantada con otras cosas, y eso no aparece por ninguna parte. Es un residuo del culto a la autoridad del franquismo, sin duda".
Y llegó la propaganda
Lourenzo Fernández Prieto, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago, está completamente de acuerdo con la afirmación de Carmen Negrín y, a raíz de las biografías publicadas por la RAH en su Diccionario, incluso se atreve a llevarla más allá. Lo que ofrece esta obra no es otra cosa que "la versión que el franquismo adoptó de sí mismo a través del Ministerio de Información en los años sesenta".
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Muchos opinan que estamos ante un problema educativo
Su público es el mismo que lee a César Vidal, Pio Moa "y otros pseudohistoriadores. Un público que quiere que le reafirmen en lo que ellos mismos les gustaría pensar que es verdad. Y unos autores que lo que hacen es contar la misma versión que está en la Causa General y en los libros de Joaquín Arrarás [como Historia de la Cruzada Española, que aborda la Guerra Civil desde el punto de vista propagandístico de Franco]", concreta.
Y si la Transición fue el primer paso, la caída del bloque soviético en los noventa supuso la consolidación de lo que Jaime Pastor, profesor titular de Ciencia Política de la UNED, denomina "cinismo político": esa tendencia a "perdonar" al franquismo. "Este sector político y culturalmente nostálgico del franquismo recobra nuevo aliento con la caída del bloque soviético: se acentúa la argumentación de que, de alguna manera, el franquismo estaba justificado por la lucha contra el comunismo". Entradas como las de Franco y Negrín en el Diccionario de la RAH "reflejan un intento de reescribir la historia en una línea más comprensiva, si no legitimadora, de lo que fue el franquismo".
El siglo XXI volvió a reactivar este franquismo sociológico que Pastor considera cíclico en nuestra democracia. Se refiere al contexto internacional de guerra contra el terrorismo posterior al 11-S y la reapertura de algunos temas de la Transición por parte de Zapatero, "que luego ha cerrado mal. En su primera legislatura, se atrevió a plantear algunos de los problemas de la Transición, como relación Iglesia-Estado, la Ley de Memoria Histórica o los derechos gays, pero el problema es que los dejó a mitad, que no contentó a quienes pedíamos realmente que se rompiera con el legado franquista y, por otro lado, reactivó los sectores de extrema derecha, principalmente mediáticos, que luego han conectado con sectores de la sociedad".
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"Lo ideal sería un nuevo proceso constituyente", opina Jaime Pastor
Quizá otro gallo cantaría si hubiera pasado lo que en los años ochenta con las leyes del divorcio y del aborto, que, a pesar de contar con la oposición inicial de la Iglesia y los partidos de derecha, terminaron siendo asumidos por todos. Como resultado, hoy existe un sector de la clase media instalado en ese cinismo político que Pastor acota a "la pequeña España. Mientras en Catalunya o el País Vasco son fenómenos marginales, en lugares como Madrid ha calado más un nacionalismo español excluyente azuzado por gente como Jiménez Losantos".
Para Pastor, la universidad no queda libre de culpas en esta búsqueda de las huellas del franquismo. En la Transición no se sentaron las bases de una política antifranquista. "Aquí no hubo ruptura y en la enseñanza y los medios de comunicación no se difundió una cultura y una educación que recordara qué fue la dictadura. Los manuales y la historia que nos enseñaban se acababan en 1931, o en 1936, como máximo. No se hablaba de ella. Este es el precio tan alto que se ha pagado".
También Gema Sánchez Medero, profesora de Ciencia Política de la Universidad Complutense, cree que estamos ante "un problema educativo. Hay facultades donde no se estudia el franquismo. Y en la asignatura Historia de España hay profesores que omiten esa etapa y, si no lo hacen, dan su versión de la historia, con lo que deja de ser objetiva". Para Paloma Aguilar, Profesora de Ciencias Políticas de la UNED, "es lamentable que por falta de un esfuerzo pedagógico suficiente no haya trascendido qué fue la dictadura ni las cosas tan aberrantes que entonces se hicieron".
Algunas soluciones
A Aguilar, le parece "grave que los que participaron en la represión franquista hasta el final hayan pasado con total impunidad de un régimen a otro sin el más leve signo de autocrítica o mala conciencia por lo que hicieron". Y aunque no cree en una "verdad oficial", sí que postula por "comisiones de la verdad como las que se impulsaron en Chile, Argentina y tantos otros países en los que, después de sus dictaduras, se ha hecho el esfuerzo por esclarecer las cifras de muertos y el funcionamiento de la maquinaria represiva", apunta. "Es demasiado costoso para ser acometido por investigadores individuales, lo que explica que aún subsistan tantas lagunas en el conocimiento de muchos asuntos importantes relacionados con la dictadura", insiste.
Jaime Pastor apunta que "lo ideal sería un nuevo proceso constituyente. Un pacto de convivencia que exija que desaparezca todo lo que de alguna manera signifique ensalzamiento de la dictadura o de su simbología en manuales, libros de textos, etc". Para Bouza, "esta situación solo es superable con un cambio en la derecha. Es decir: tener una derecha netamente democrática y antifascista, que no se identifique bajo ningún concepto con el franquismo".
Más agridulce se muestra Fernández Prieto: "Lo peor de la polémica con el Diccionario Biográfico de la RAH es que la sociedad saque la conclusión de que la historia es ideología y que se hace en función del signo del historiador. No es eso. La historia tiene sus normas, sus reglas, sus fuentes y su forma de contrastarlas. Hay que discutirla. Pero lo de este Diccionario no es discutible. Nos ofrece pura ideología, pura propaganda, porque es la imagen que el franquismo tenía de sí mismo. Se está manipulando y revisando el pasado. Y no hay verdad en el pasado".
www.publico.es 05.06.11
Vida y milagros del franquismo
Propaganda. Las entradas sobre militares y religiosos vinculados a Franco del Diccionario Biográfico Español' son, en muchos casos, hagiografías que celebran sin disimulo una ideología política impuesta tras la guerra
Lawrence Goldman, editor del Diccionario Biográfico de Oxford, ha explicado a Público su método de trabajo para elaborar esta obra de referencia: "Si era necesario, pedía al autor que cambiara el texto. Le decía: Quiero más información', o saber más de esto, o la entrada ha quedado demasiado elogiosa". Por su parte, Gonzalo Anes, director de la Real Academia de la Historia (RAH), aseguró el día que presentó el Diccionario Biográfico Español que "de todos los diccionarios existentes" sólo se podía comparar con "el de Oxford".
Sin embargo, la RAH parece haberse saltado las normas que envió a los biógrafos antes de arrancar el diccionario. Resumiendo: 1) "Se expondrá el desarrollo de la vida del biografiado con precisión, sobriedad y buen gusto, sin exagerar ni menguar". 2) "Los datos de las biografías serán objetivos y documentados evitando la incursión en terrenos de subjetividad o hipótesis". 3) "El autor de la biografía, por principio, se debe abstener de dar su propia valoración. La redacciónha de ser neutra".
Una subvención saboteada
El diccionario ha recibido 5,8 millones de euros en subvenciones. En el convenio firmado entre la RAH y Educación se decía que la obra debía "dar una versión ecuánime" de los personajes e incluir "los elogios y críticas que pudieran haber suscitado". Normativas saboteadas en algunas de las reseñas sobre religiosos y altos mandos militares franquistas, convertidas en panegíricos al servicio de una ideología.
Agustín Aznar
Un falangista de acción
José Martín Brocos, profesor de la Universidad San Pablo-CEU, reseña en la obra la vida de Agustín Aznar Gerner, fundador del Sindicato Español Universitario (SEU), pistolero falangista y procurador en las Cortes franquistas. Brocos opta en principio por un tono entre bizarro y lisonjero: "Campeón de lucha grecorromana de Castilla, pronto destaca por su decisión, arrojo y capacidad en el enfrentamiento físico y en la planificación y ejecución directa de osadas misiones", escribe sobre Aznar.
Al parecer, los combates de lucha grecorromana no eran suficientes para aplacar al fogoso Aznar, que también se dedicaba a tirotear rojos en sus ratos libres. Ante la, ¡ay!, mirada condescendiente de su biógrafo: "Dirige como Jefe de la Primera Línea de Madrid el 10 de junio de 1934, y como acción en represalia al último asesinato del falangista Cuéllar, y tras ocho asesinatos previos de falangistas, un tiroteo contra un grupo de socialistas en la que fallece la socialista Juanita Rico". José Antonio Primo de Rivera no podía permanecer al margen de semejante despliegue de ardor guerrero: "En junio de 1935, le recompensa por su combatividad concediéndole la mayor distinción de la Falange, una Palma de Plata, por su perseverancia y ánimo en los momentos de mayor peligro'".
Su carácter indómito no había remitido 40 años después, tras la muerte de Franco. Según la reseña, "formó parte del grupo institucional denominado el búnker político de los leales a los principios que informaron a la cruzada (sic) del 18 de julio, que se opuso tanto al proyecto de Ley de Asociación Política como a la Ley para la Reforma Política, que en la práctica liquidaba el Movimiento Nacional y daba entrada a la democracia inorgánica y los partidos políticos".
Quizás para que el nacimiento de la democracia y la muerte del glorioso Movimiento no convirtiera el final de la reseña en un funeral, Brocos opta por subir los ánimos al final enumerando, en un último párrafo indescriptible, todas las "distinciones" y "condecoraciones" de Aznar: "Grandes Cruces de la Orden Civil de Sanidad, Orden Imperial del Yugo y las Flechas y de la Orden de Cisneros; Palma de Plata y Palma Verde; Medalla de la Vieja Guardia; Medalla de Oro de la Previsión; Víctor de Oro del SEU; seis Aspas Rojas de Herido; Medalla de Sufrimientos por la Patria; Cruz de Guerra; Cruz de Campaña; Cruz Roja al Mérito Militar; Cruz de Campaña del Ejército del Reich; Medalla de la Orden de Cristo de Portugal". Y también dos huevos duros, cabría añadir.
Escrivá de Balaguer
Línea directa con Dios
"Tenemos cuidado con que no sea alguien tan cercano al personaje como para perder la perspectiva crítica hacia él", afirma Goldman sobre el Diccionario Biográfico de Oxford. Una de las grandes cuestiones en torno a la obra de la RAH es cómo es posible que se encargaran las reseñas de Franco y Escrivá de Balaguer a Luis Suárez, presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos y miembro del Opus Dei. ¿No es como adjudicarle a Romeo una reseña sobre Julieta y pretender que mantenga una sobria distancia objetiva?
Escrivá, en efecto, se convierte en un hombre que "aceptaba con alegría y visión sobrenaturales sus enfermedades". Y una vez que el biógrafo acepta que su biografiado tiene "visiones sobrenaturales", todo es posible: "Un día de las Navidades de 1917 vio, impresas en la nieve, las huellas de un carmelita descalzo: provocaron en él una fuerte conmoción interior, que le llevó a intensificar su vida espiritual. Al sentir esos primeros presagios de una llamada divina, tomó la decisión de hacerse sacerdote...".
Respecto a la guerra, Suárez sólo se fija en la persecución desde el bando republicano: 1) "La Guerra Civil estuvo acompañada de una de las más sangrientas persecuciones religiosas de la Historia" 2) La II República "imprimió un giro radical hacia un laicismo anticlerical".
Pero el texto chirría sobre todo por su obstinación en demostrar que Balaguer tenía línea directa con Dios: "El 14 de febrero de 1943, mientras celebraba la santa misa, el Señor le hizo ver al padre Escrivá la solución jurídica que iba a permitir la ordenación de sacerdotes a título del Opus Dei: la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz". ¡Atiza! Sin que Suárez aclare del todo qué tipo de fuente esotérica le proporcionó tan jugosa información sobre su metafísico biografiado.
Joaquín Alonso
La bondad hecha carne
Si una de las claves de un buen diccionario biográfico es que no recurra a la adjetivación, se puede afirmar que la reseña de José Martín Brocos sobre Joaquín Alonso, fundador de la Congregación de Misioneros de la Providencia, debería pasar a los anales de la historiografía española como ejemplo de lo que no se debe hacer.
Es posible que a los estrictos editores del Diccionario Biográfico de Oxford les diera un ataque de ira si tuvieran que enfrentarse a una biografía que incluyera 14 adjetivos. Lo que ya resulta inimaginable sería su reacción si se toparan con una de 14 adjetivos ¡en el mismo párrafo! "Su personalidad humana era enorme: energía, sencillez, naturalidad, cariño, cumplidor de su deber, puntual, gran seguridad en sí mismo, intuitivo, observador, práctico, exigente consigo mismo y con los demás, cercano, afable, con afán de superación, clara inteligencia, rectitud y responsabilidad son algunos de los [sus] rasgos", escribe un arrebatado Brocos sobre su biografiado.
Salvar a los rojos
No contento con batir el récord mundial de lisonjas en menor espacio de texto, Brocos cuenta de Alonso que era un niño "dócil, alegre, responsable y generoso" que su "corazón" estaba lleno de "ilusión y gracia", que fue un adulto de "profunda sensibilidad humana" y que "en contacto con la naturaleza afianzó su confianza en la Providencia Divina, contemplando las aves del cielo y los lirios del campo".
Nada cuenta, en cambio, de las decenas de presos fusilados en la Prisión Provincial de Salamanca mientras Brocos ejerció de capellán a partir de 1938 (en un "momento difícil" por la "guerra de liberación que se vivía en España"). Por lo visto, Alonso estaba demasiado ocupado salvando las almas de los rojos como para preocuparse de nada más: "Logra con su oración y su ayuda la recuperación de muchos presos a una vida social y cristiana. Les atiende religiosa, moral y humanamente (...). Fue un gran amigo de los hombres caídos que siempre tuvieron en él una mano protectora y una luz para la esperanza".
Antonio Aranda
Un militar de ordeno y mando
Ángel David Martín Rubio, religioso, profesor de Historia en la Universidad San Pablo-CEU (2002-2008) y autor de Los mitos de la represión en la Guerra Civil, obra prologada por Pío Moa, es el autor de la reseña sobre el teniente general y gobernador militar Antonio Aranda Mata, del que dice que "participa en la campaña de Marruecos como uno de los más brillantes oficiales de Estado Mayor" por su "sobresaliente" actuación en la "posición de El Jamas en la que recibió una herida gravísima".
Sublevación nacional
Tras denominar el golpe de Estado de 1936 "sublevación" y "alzamiento nacional", Rubio procede a adjudicar en exclusiva a Aranda la toma de Oviedo. La ciudad, "que parecía destinada a convertirse en baluarte del Frente Popular", se volcará con las fuerzas golpistas, gracias al militar, sostiene Rubio. "La previsión y la audacia de Aranda inclinaron definitivamente hacia la sublevación". Y también, el terror de las armas (cabría pensar, porque la represión franquista brilla aquí por su ausencia).
El historiador, generoso con el elogio a la hora de calificar la fiereza en el frente de su biografiado, recupera de pronto la mesura al calificar de "parco" el bando firmado por Aranda el día 20 de julio de 1936: Don Antonio Aranda Mata, Coronel de Estado Mayor, Comandante Militar de Asturias. HAGO SABER: Que vista la dejación de la Autoridad ante los manejos de los enemigos de la República y de España por apoderarse de los resortes del mando, he resuelto asumir el de esta provincia y por tanto ORDENO Y MANDO". En efecto, quizás "parco" no era la palabra más adecuada para definirlo.
Carlos Asensio
Con el cuchillo entrelos dientes
La característica más destacada de la entrada del Teniente General del Ejército Carlos Asensio Cabanillas es que su autor, Martín Brocos, denomina tantas veces "enemigos" y "rojos" a los republicanos que durante su lectura hay que frotarse los ojos cada cierto tiempo para comprobar que no estamos sufriendo una alucinación. Pero aquello es real: "Tenaz resistencia enemiga", "intenso bombardeo de aviación y artillería roja", "destrucción de una columna enemiga", "duro castigo al Ejército rojo", y un largo etcétera.
Avance imparable
El resto es una enfervorizada descripción de las batallas ganadas por este "gran estratega militar". 1) "Avanza imparable ocupando hasta fin de año Almatrel, Bovera, Palma de Ebro y varias masías). 2) Con las fuerzas a sus órdenes ocupó el pueblo de Aravaca después de asaltar una triple línea de trincheras en las que el enemigo opuso tenaz resistencia. 3) Mediante un audaz golpe de mano efectuado el día 12, se cruza el puente sobre el Jarama de San Martín de la Vega y se toma de revés y por sorpresa las primeras trincheras enemigas".
Y así páginas y páginas de una reseña en la que se describe así al biografiado: "De adscripción falangista; católico de misa y comunión diaria, hombre austero y amigo personal de Franco".
Santiago Alonso
El 'Rambo' español
Pero la entrada más delirante de Martín Brocos es la dedicada al coronel de infantería Santiago Alonso. Su lectura es lo más parecido a ver una superproducción franquista en 3D dirigida por James Cameron: espectaculares escenas de acción, fascinante trama ultramontana y todo el furor guerrero franquista como nunca antes se había visto.
"El 10 de mayo de 1937, fuerzas internacionales con un ataque violento y por sorpresa logran poner pie en las líneas propias en la posición denominada El Picarón y avanzan sobre Casas de San Galindo [Guadalajara]. El comandante Santiago Alonso, al frente de su unidad, y al grito de "¡Viva Cristo Rey!", contraataca e influye notablemente para cambiar rápidamente el curso del combate, expulsar al Ejército rojo de las posiciones en que había puesto pie, restablecer íntegramente la línea, recuperar el material perdido y apoderarse del material de una Compañía de Ametralladoras, más de 200 fusiles, quedando en el terreno más de un centenar de cadáveres enemigos". ¿Hace falta añadir algo más?
www.publico.es 05.06.11