Gabilondo da la puntilla a la teoría de la conspiración
El
documental 11-M, la derrota de los embusteros,
que presentó Iñaki Gabilondo en Cuatro, examina la
marcha del juicio sobre los atentados de Madrid y las
distintas teorías elaboradas en torno a la autoría de
dicho crimen. La principal conclusión que se extrae de
este vídeo es la de que, transcurrida la primera fase
del juicio, la denominada “teoría de la conspiración”,
no tiene sentido alguno. Las hipótesis y mentiras
elaboradas para implicar a ETA, entre otros y, por otro
lado, para mantener la mentira que comunicaron a los
españoles tras el atentado tanto Acebes como Aznar han
quedado totalmente en evidencia. A las falacias y bulos
lanzados por los entonces gobernantes les corresponden
perfectamente las mentiras construidas desde ciertos
diarios y emisoras de radio y televisión a lo largo de
estos meses y años. El documental de Cuatro analiza los
distintos aspectos de la masacre examinados en lo que va
de juicio. El vídeo relata cómo los explosivos fueron
robados de la Mina Conchita de Asturias, como
consecuencia del descuido y la negligencia de los
guardias encargados de custodiarla. Una trama de
asturianos e islamistas habrían provisto a los autores
de la matanza –los mismos islamistas- del material
necesario. En cuanto al tipo de explosivo, por sus
características, olor y efectos en los trenes, la
posibilidad del Tytadine –utilizado anteriormente por la
banda terrorista ETA- quedó totalmente descartada. La
dinamita o Goma Dos ECO se confirma como el explosivo
que fue robado de la mina asturiana y utilizado en los
atentados.
El contubernio, imposible
A pesar de que existe un fortísimo componente
político en la investigación del 11-M –en la medida en
que éste se produjo tres días antes del cambio de
Gobierno-, que influyó poderosamente en la construcción
de la “teoría de la conspiración”, la vista oral sobre
el atentado confirmó que no existía ningún tipo de
contubernio entre un supuesto conjunto de etarras y la
trama de islamistas responsable de los atentados.
El origen: Acebes y Aznar
Mostrado el punto en el que el juicio demuestra que no
existe nexo alguno entre ETA y el 11-M, el documental da
un salto atrás en el tiempo, buscando, con buen tino, el
origen de estas teorías y conjuras: las deliberadas
mentiras de Acebes y Aznar para mantener el poder tras
el atentado del once de marzo de 2004. Las imágenes
muestran a un entonces ministro de Interior, Acebes,
jurando y perjurando la autoría de ETA, al tiempo que
las pruebas policiales desmienten absolutamente esa
posibilidad. Un Ángel Acebes que seguiría asegurando que
había comunicado simplemente lo que le habían confesado
los policías, al tiempo que estos demostrarían todo lo
contrario.
Presión sobre la ONU
Un hecho curioso y revelador de la intencionalidad
política del Gobierno Aznar es la presión que este
Ejecutivo ejerce durante estos días sobre los organismos
internacionales para que propaguen la idea de la segura
autoría de ETA. Es precisamente en la Asamblea de la ONU
donde la delegada española rechaza cualquier declaración
de condena que no incluya a la banda etarra, pues “no
tengo margen de acción, mis instrucciones son que tienen
que aparecer las palabras ‘cometido por ETA’”. Existía,
por tanto, una deliberada intención, un desenfrenado
interés por mantener las mentiras que permitirían a la
derecha, asentada en el poder tras ocho años, seguir en
el Gobierno.
Ya sin poder, Acebes transige
El suicidio en abril, en la casa de Leganés, de tres de
los culpables de los atentados, llevaron a confirmar
otra realidad: el PP sólo reconoce la verdadera autoría
cuando ya el poder no está en juego. Es entonces cuando
el ministro de Interior en funciones afirma: “El núcleo
central de la acción terrorista ha muerto o ha sido
detenido”. Todo hacía pensar que la normalidad iba a
instalarse en la política española...
Aznar reaviva la llama
Pero nada más lejos de la realidad. Muerta la
posibilidad de asignar otra autoría que no fuera la
islamista, Aznar inaugura en la Comisión de
investigación en mayo del mismo año el concepto de
autoría intelectual, con la ya conocida frase: “No creo
que los autores intelectuales de esos atentados, los que
hicieron esa planificación, los que eligieron ese día,
no creo que anden en desiertos muy remotos ni en
montañas muy lejanas”. Acebes habría sido engañado por
los mandos policiales, al servicio de una mano negra,
con una clara intención política. La lucrativa “teoría
de la conspiración” ya estaba en marcha.
El Mundo y sus testigos…
Es entonces cuando aparecen en escena delincuentes como
Suárez Trashorras, tratados a cuerpo de rey por El
Mundo de Pedro J. Ramírez. Trashorras, enfermo de
esquizofrenia y mentiroso compulsivo, cuenta, entre sus
múltiples versiones, que es “víctima de un golpe de
Estado”. Posteriormente se niega a repetir esa versión
ante el juez Gómez Bermúdez, además de haber declarado a
sus padres que, si era remunerado, contaría a “El
Mundo hasta la Guerra Civil”. Testigos de la peor
calaña son entrevistados por un diario que entra en una
senda de difícil retorno, alentado únicamente por unos
beneficios económicos que comienzan a crecer.
Mondragón, temporizadores…
El interesante documento de Cuatro refleja también cómo
las ridículas pruebas esgrimidas por los teóricos de la
conspiración van cayendo como fruta madura: la “mochila
de Vallecas” –que supuestamente habría sido manipulada
por la policía-, pero cuya custodia se demuestra hasta
su llegada a comisaría; el irrisorio caso de la Orquesta
Mondragón, cinta de música encontrada en la furgoneta
robada de los islamistas y que se quiso vincular a un
grupo vasco llamado Grupo Mondragón, lo que conduciría
fantásticamente a ETA; así como en el caso de los
temporizadores, en el que el PP mostró un inusitado
interés por “saber la verdad”, presencia de los
conservadores que se ha puesto de manifiesto en todas
las arremetidas de los conspiradores contra lo que estos
han querido denominar la “versión oficial”.
El show de Mera
La puntilla llegaría con el ex director general de la
Policía con Acebes, el ex falangista Agustín Díaz de
Mera, que había confiado a sus amigos de la COPE el
secreto de la existencia de un informe que relacionaba
ETA con el 11-M. Invisible y desconocido el informe,
Mera hacía el ridículo frente al juez no pudiendo
revelar la fuente que tenía que poseer tal documento.
Tal fuente, una vez presentada, dejó totalmente en
evidencia al falaz colaborador de los conspiradores.
Responsabilidades penales
Fracasadas todas las pruebas, el análisis de Cuatro pasó
a examinar la negligencia de los mandos policiales del
Gobierno Aznar a la hora de evitar la masacre del once
de marzo. Fueron reconocidos varios errores a la hora de
perseguir a los asesinos, por lo que, junto con la
anexión de Aznar al invasor eje de las Azores, ha
llevado a algunas asociaciones de víctimas del atentado
a pedir responsabilidades penales por parte de los
entonces gobernantes. Una teoría conspirativa muerta,
pero mucha verdad aún por saber, de la que muchos de los
que otrora chillaban preferirán ahora callar y
esconderse.
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05.05.07