LAS AMISTADES PELIGROSAS DE EDU $ ZAPLANA
Más información para los curiosos periodistas de investigación
«¡Condenado! El ex presidente Arnoldo Alemán Lacayo pasó a la historia este domingo como uno de los presidentes más corruptos de América Latina, al ser condenado de 20 años de presidio por ser culpable de cometer los delitos de lavado de dinero, fraude, malversación de caudales, asociación e instigación para delinquir y delito electoral en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense». La Prensa de Managua acogía de esta forma una sentencia que considera el triunfo del pueblo y de la democracia. Ocho millones de euros sustrajo del erario público, según el fallo judicial, aunque el fiscal le imputaba un latrocinio de 100 millones. ¿Parte de ese dinero robado había llegado de las instituciones valencianas? Esta pregunta difícilmente podrá despejarse. La Diputación de Valencia, en 1999, y las Cortes Valencianas, tres años después, se negaron a crear comisiones de investigación para hacer un seguimiento de las importantes ayudas económicas con destino a programas de cooperación, todo ellos saldados con diversas polémicas.
Alemán, apodado El Gordo, gobernó el país americano, el segundo más pobre de ese continente, desde 1997 a 2002. Pero la relación con los políticos valencianos se fraguó antes, en su etapa como alcalde de Managua. Los entonces concejales en el Ayuntamiento de Valencia Manuel Tarancón y Társilo Piles entablaron un relación de amistad con el todavía líder del Partido Liberal Constitucionalista. Promovieron hasta una asociación en la que participaban cargos públicos valencianos de diversa ideología. En marzo de 1992, Alemán contemplaba al lado de Rita Barberá una mascletà fallera. Era el invitado oficial y todos le agasajaban. En 1997 y en 1998 regresó al balcón del Ayuntamiento de Valencia también en Fallas, pero esta vez ya como presidente de la República de Nicaragua y con un extenso séquito. Flanqueado por Zaplana y Barberá, Alemán lució elegantes trajes de corte italiano. Los que lo conocen admiten su obsesión por el dinero y la buena vida. La llegada de Tarancón a la presidencia de la Diputación de Valencia coincidió con un importante incremento de las ayudas a Nicaragua. Se llevaba más de la mitad de la partida a la cooperación, que ascendía a unos 160 millones de pesetas.
En enero de 1998, Eduardo Zaplana y una treintena de acompañantes, entre periodistas, industriales y políticos, volaba a Managua. Las expectativas de los empresarios estuvieron muy lejos de cumplirse. No había negocio a la vista. El entonces presidente del Consell anunció a bombo y platillo que la Generalitat financiaba la construcción del Hospital de los Maestros, que, al menos en teoría, costó unos 340 millones de pesetas. Alemán no dudó en convertir las obras del centro sanitario en reclamo de voto. «Obras, no palabras», rezaba un cartel colocado estratégicamente en la parcela en la que se construía la instalación cuando comenzaron las obras. En letras de cuerpo sensiblemente menor se informaba de la financiación de la Generalitat.
La prensa nicaragüense siempre vio a los valencianos, que a finales de la década de los 90 visitaban el país con cualquier excusa, como aliados políticos de Arnoldo Alemán. Los taxistas hicieron popular «los valencianos», como si de unos ricos conquistadores se tratara. «Los valencianos constituyen uno de los principales socios del Gobierno liberal del exterior», publicaba en 1997 la revista nicaragüense Confidencial.
Zaplana descartó inaugurar un hospital en el que ha habido sus más y sus menos por su gestión y por el hecho de restringir el acceso de los supuestos destinatarios a los maestros de escuela. Los episodios protagonizados por la Diputación de Valencia en la ayuda a Nicaragua son numerosos y, varios de ellos, bochornosos.
El hermano de un testaferro de Alemán trabajaba para la institución provincial y llegó a coordinar las ayudas a las ONG´s. Con los millones recaudados para paliar los efectos del huracán Mitch se construyeron unas viviendas, barracones en realidad, en zona inundable. Sin agua potable y sin luz. Finalmente, sólo el 40% de las casas tuvo como destinatario a damnificados del huracán. En 2001, el olor a corrupción traspasó las fronteras. Los fieles amigos valencianos que invitaban a Alemán al Palau de la Generalitat, ayuntamiento y diputación de Valencia dejaron en el olvido al presidente temerosos de salir salpicados.
(*) Publicado el 15.12.03 en www.levante-emv.com
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