FEDERICO TRILLO FIGUEROA : UN GENOVÉS DE MISA Y PECADO DIARIO
ACCIDENTE AÉREO YAK-42 EN TURQUÍA
BÁJATE LA SENTENCIA PARA VERGÜENZA DE TRILLO
CARTA AL MINISTRO DE DEFENSA (Enviada el día 20.10.03)
Excelentísimo señor Don Federico Trillo-Figueroa y Martínez-Conde,
Desde el pasado 26 de mayo, día en el que se produjo en Turquía la muerte de mi hijo -el capitán Ignacio González Castilla-, he mantenido una actitud de respeto hacia el Ministerio para no perjudicar a una, institución para la que he dado la mayor parte de mi vida, porque siempre me he sentido muy orgulloso de servir al ejército español y de servir a mi país, una labor que he desarrollado durante cincuenta años.
Sin embargo, ese respeto no se ha visto traducido a un trato igual por parte de los responsables políticos del Ministerio de Defensa, y en concreto por usted. Por esta razón, no puedo más que calificar como decepcionante la reacción de ciertas autoridades públicas desde que se produjo el accidente del Yak 42 el pasado 26 de mayo. En él murieron 62 militares españoles. Ellos dieron su vida por España, pero me pregunto: ¿qué están haciendo los políticos que rigen nuestro país por ellos? Y no lo olvide, señor ministro, tanto mi hijo como sus 61 compañeros y los que están ahora desempeñando labores humanitarias en países en conflicto, estuvieron y están desempeñando un trabajo encomiable por la paz en el mundo. Un trabajo que, encima, en ningún momento ustedes se han preocupado por difundir.
Sólo hemos recibido de ustedes palabras inconvenientes, malos gestos y descalificaciones hacia las familias, promesas incumplidas, informaciones contradictorias, ocultación de datos* Usted, señor ministro, dice que *comparte nuestro dolor* pero llego a pensar, en muchas ocasiones, que es usted mismo quien lo alimenta.
Desde la indignación que me produce todo esto, tengo que dejar bien claro que un ejército profesional como el que tenemos no se merece responsables políticos tan incompetentes, que actúan desde la prepotencia y que no asumen sus responsabilidades.
Señor ministro, mi hijo siempre se caracterizó por su discreción a la hora de desempeñar su labor y por respeto hacia él, pensé que no iba a llegar a este extremo. Pero me veo obligado a hacer público mi descontento hacia la labor del ministerio. No sólo pido que se sepa cuanto antes la verdad, algo que, desde luego, no se sabrá gracias a ustedes. Desde aquí les solicito que, al menos, no obstaculicen cualquier investigación que se inicie y, sobre todo, que asuman públicamente su incompetencia. Sólo de esta forma podremos decir que los responsables políticos están a la altura que el Ejército español se merece.
Por la obediencia debida, a sus órdenes.
José Luis González Arribas.- General de Intendencia
CARTA ESCRITA POR LA MADRE DEL CAPITÁN IGNACIO GONZÁLEZ CASTILLA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Me imagino sus caras de alegría y su alma llena de paz después de haber llevado a cabo esa misión tan gratificante, la despedida de sus compañeros, llena de abrazos, el rostro sonriente y un hasta pronto. También me imagino su gesto al subir a aquel *avión* en el que iban a emprender el viaje de regreso a casa, para seguir dando amor y cariño a los suyos. Pero la ilusión en el reencuentro se resquebrajó de golpe en una colina turca. Ellos estaban llenos de generosidad y todo lo daban, pero también necesitaban del abrazo y los besos de todos cuantos hoy les lloramos y no les olvidamos. Eran generosos y nada pedían, pero se les debe respeto, se merecen que se les trate, al menos, con la misma dignidad con la que ellos cumplieron con su deber, con la que ellos encararon su misión y su destino. Pero sobre todo, ellos y todos cuantos les añoramos, merecemos la verdad,. Estamos cansados de que con tanta mentira se haya pretendido construir un muro de olvido y desesperanza. Cada día una nueva noticia que no permite cicatrizar una herida incurable, una nueva evidencia de que nada es como se nos ha dicho, una nueva puñalada en nuestro corazón y en su recuerdo, sin un momento de respiro, de reposo, de descanso. Ellos no merecen este trato.
El ejercito ha perdido unos buenos soldados, grandes, leales y generosos soldados, hombres nobles, compañeros magníficos.
Sus viudas, sus hijos, sus padres, sus hermanos, sus amigos, se han quedado huérfanos de su amor, de su cariño, de su compañía, vacíos de su presencia, solos con su recuerdo imborrable, irremplazable. Todos hemos perdido mucho con su ausencia, pero yo, como madre he perdido a mi pequeño, me han quitado a mi pequeño y nadie podrá devolvérmelo jamás y la magnitud de este dolor no pueden ustedes entenderla, ni siquiera imaginarla, porque solo puede ser comprendida por alguien que viva mi misma situación, porque nadie puede ponerse en el lugar de una madre que pierde a su hijo sino otra madre que sufra la misma pérdida (Desgraciadamente somos muchas las madres que compartimos la misma angustia desde aquel 26 de mayo). Dadme al menos el consuelo de la verdad, dejadme conocer la razón de la que nace mi dolor, no me castiguéis más con vuestra dejadez y vuestra indiferencia, dejad de fabricar más mentiras, no juguéis ni hagáis política con mis sentimientos, porque mi dolor es algo real, angustiosa y terriblemente real y no un puñado de palabras en un discurso.
Sed nobles y dignos como lo fueron ellos. No os escondáis tras falsas excusas e informaciones a medias y aceptad y encarad, de una vez por todas, vuestras responsabilidades. Corazones rotos pedimos justicia.
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