MARÍA SORAYA Sáenz de Santamaría
Antón : una genovesa de últimageneración
LA MANO
DERECHA DE RAJOY (*)
Las mañanas de
los domingos le gusta cocinar mientras ve el motociclismo o la Fórmula 1 y,
cuando acaba de trabajar, suele irse a tomar unas cañas con sus compañeros. A
sus 35 años, es una mujer aparentemente normal, si no fuera porque ha
protagonizado algunas de las iniciativas políticas recientes más importantes de
su partido, como lograr con el socialista Alfonso Perales que el PP y el PSOE
pactaran la aprobación del Estatuto de Andalucía en el Congreso o haber dirigido
la elaboración del programa marco de las autonómicas y municipales del mes de
mayo. A pesar de su aire juvenil, su capacidad de trabajo, su dominio del
ordenamiento jurídico y su talante la han convertido en uno de los valores en
alza del PP. Soraya Sáenz de Santamaría, la secretaria ejecutiva de Política
Autonómica y Local del partido y, por ende, la responsable de uno de los temas
estrella de la legislatura que sustentan la oposición de los populares, es
marianista por convicción y por formación. Y Rajoy, ahora que ha afianzado su
liderazgo, cuenta con ella para dar la batalla en la recta final de la
legislatura.
Recuerda perfectamente el
día en que empezó a trabajar en Presidencia del Gobierno con Mariano Rajoy
porque era el cumpleaños de su madre. Un compañero la avisó de que el ahora
presidente del PP buscaba un abogado del Estado y mandó su currículum –ella
entonces trabajaba en León– a la sede de Génova. Francisco Villar, jefe de
gabinete del entonces ministro, no necesitó buscar más; aquella veinteañera,
licenciada en Derecho por la Universidad de Valladolid y premio Fin de Carrera
de su promoción, era la persona que estaban buscando. Soraya Sáenz de Santamaría
y el “jefe” –así llamaba entonces y aún hoy a Rajoy– conectaron enseguida. A él
le sorprendió, como les ocurre a los políticos más veteranos de uno y otro signo
cuando la conocen, que aquella chica tan joven tuviera una cualificación
profesional tan sólida. A medida que comienza a resolver con solvencia algunos
asuntos jurídicos, el ahora líder del PP va descubriendo su potencial y se da
cuenta de que también tiene olfato político. Comienza a encargarle asuntos de
mayor relieve, como temas relacionados con la inmigración o asuntos delicados
como la crisis del Prestige. En los últimos años del Gobierno de Aznar aún
permanece oculta en la fontanería de Génova, pero ya empieza hablarse en la
prensa de una técnico que convenía no perder de vista porque Rajoy ya había
depositado en ella su confianza. Tanto es así que, una vez Aznar le designa
sucesor, la incluye en el comité de las quince personas encargadas de elaborar
el programa electoral de los comicios de 2004, donde comparte tarea con
dirigentes de larga trayectoria en el partido como Gabriel Cisneros, Ana Mato,
Luis de Guindos o Miguel Ángel Cortés.
Sáenz de Santamaría estuvo el 14 de marzo en la sede de Génova a la espera de
conocer los resultados electorales. Estuvo también pendiente los días previos, y
vivió la tensión que precedió a los comicios tras el atentado del 11-M.
Entonces, corrió el rumor de que la joven abogada del Estado lloró tras conocer
la derrota, pero sus colaboradores más cercanos dicen hoy que aquello fue una
leyenda urbana.
Quienes han trabajado con ella dicen que su tránsito del gabinete de Rajoy a la
secretaría Ejecutiva de Política Autonómica y Local del PP –en realidad no ha
sido tal porque aún hoy hace las veces de asesora técnica y colabora en la
redacción de los discursos del líder del partido–, fue natural; ya estaba
asumiendo trabajos de índole político y la vallisoletana y el entonces candidato
habían establecido ya una gran complicidad profesional. Además, después de que
Rodrigo Rato renunciara a su acta de diputado para dirigir el Fondo Monetario
Internacional en junio de 2004, ocupó un escaño en el Congreso de los Diputados;
su nombre aparecía en la lista del PP por Madrid pero se quedó fuera por un
puñado de votos. Sin embargo, y aunque Sáenz de Santamaría se reserva los
detalles de cómo le propuso su actual cargo, sus más cercanos aseguran que “no
se lo esperaba” y que le dio “vértigo”, pero acabó aceptando el reto y se
integró en la dirección del partido en el XV Congreso del PP celebrado en
octubre de 2004 –también es miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la
formación–.
Con el nombramiento, Rajoy no sólo la estaba introduciendo en su equipo
político, también la confiaba una de las áreas fundamentales de su trabajo de
oposición en el periodo de sesiones que acababa de dar comienzo. El debate
territorial ha sido, junto a la masacre del 11-M y la lucha antiterrorista,
pieza clave en la batalla política entre el Gobierno y el Partido Popular. Pero
no se trataba tan sólo de atacar al Ejecutivo en las sesiones de control o en
las comparecencias públicas; las reformas de los Estatutos estaban en marcha y
había que meterse en harina.
Sáenz de Santamaría, portavoz adjunta del grupo popular en la Comisión
Constitucional del Congreso de los Diputados, se ha encargado de coordinar a los
líderes regionales de la formación para procurar que ninguno rompiera la llamada
“unidad constitucional”. Un trabajo que en el PP reconocen complejo, porque
había que conjugar los intereses locales de las Comunidades Autónomas con el
proyecto nacional del partido. Así, la secretaria ejecutiva ha supervisado y
coordinado los trabajos de reforma de los Estatutos valenciano, aragonés y ahora
el castellano-manchego, ha trabajado mano a mano con Federico Trillo, portavoz
popular en la Comisión Constitucional, en el debate de la reforma del catalán, y
ha sido, con la también diputada Fátima Báñez, ponente del grupo popular en la
Cámara Baja en la modificación del texto estatutario andaluz.
Estos trabajos la han convertido, en menos de tres años, en uno de los rostros
populares más conocidos. Rajoy sabía lo que se hacía cuando la encomendó
semejante tarea; no sólo tenía una demostrada capacidad de trabajo y solvencia
jurídica, también era joven y daba buena imagen. Además, Soraya Sáenz de
Santamaría tiene buen carácter –lo que algunos llamarían “talante” – y eso le ha
permitido llevarse bien con los veteranos del partido, con dirigentes de otras
formaciones y con la prensa.
Trillo la conoció cuando efectivos de las Fuerzas Armadas fueron a Galicia para
limpiar las playas contaminadas por el fuel del Prestige y ella y Francisco
Villar, que coordinaban las acciones del Gobierno para la reparación de la
catástrofe, acompañaron al entonces ministro de Defensa. De aquello surgió “una
relación de partido y una relación profesional y por eso la propuse como mi
portavoz adjunta en la Comisión Constitucional”, recuerda el veterano
dirigente popular. Quien también fuera presidente del Congreso dice que pronto
se dio cuenta de “su competencia jurídica extraordinaria, su capacidad de
trabajo inagotable y su lealtad al partido y a Rajoy”. Y en su trabajo en la
Comisión, “se confirmaron las expectativas”. Federico Trillo explica que Sáenz
de Santamaría le “complementa. Es más joven, por lo tanto sus conocimientos son
más recientes y eso a mí me ha actualizado”. Además, “yo hago las
generalizaciones más abstractas y ella se ocupa de las comas y los detalles”. Y
aunque reconoce que es una negociadora dura, “tiene un trato muy directo, es
simpática y natural, por eso se gana la confianza de su interlocutor”.
“Ella y Alfonso Perales tuvieron la culpa del consenso entre el PP y el PSOE
sobre el Estatuto de Andalucía”. Fátima Báñez recuerda que la también diputada y
el tristemente fallecido dirigente socialista se tenían gran aprecio. Antes de
tener que negociar la reforma andaluza ya habían mantenido reuniones; ambos eran
responsables de la política autonómica de sus respectivos partidos y, a pesar de
las discrepancias, se tomaron cariño. Cuando llegó al Congreso el Estatuto
después de que el PP de Javier Arenas votara en contra de la reforma, los dos se
afanaron por abrir una vía de entendimiento que hizo posible su aprobación en el
Parlamento. De aquellas reuniones salieron algunas anécdotas que dan una idea de
por dónde discurrieron y de cómo se desenvolvió la dirigente popular. Por
ejemplo cuando Perales, que iba a mantener un encuentro con los ponentes del PP,
llegó acompañado de varios asesores. “Pero si aquí no puede estar nadie más que
nosotros”, le dijo Sáenz de Santamaría. “Es que a ti necesito ponerte tres
enfrente, que tú nos desbordas”, le respondió el socialista. O cuando Antonio
Romero, diputado autonómico de Izquierda Unida, llamaba a las ponentes del PP
“los ajustadores” porque decía que medían cada palabra, cada coma y cada punto
de la redacción de la propuesta final.
Negociadora minuciosa y experta en el ordenamiento jurídico. Así la definen
quienes han trabajado con ella en las reformas estatutarias, y por eso se ha
ganado el respeto del presidente de la Comisión Constitucional, Alfonso Guerra,
que reconoce su capacidad para formular sus planteamientos, o del ponente de ERC
del Estatut, Joan Ridao; a pesar de que les separaban diferencias políticas
insalvables, él y Sáenz de Santamaría se han manifestado mutuo respeto. También
lo ha llevado bien con el socialista Ramón Jáuregui o el del diputado de CiU
Jordi Jané. “Entre ellos no ha habido sólo una relación elegante, realmente han
sido fluidas”, relatan algunos testigos.
Otro síntoma de que “sin ninguna duda, es un valor en alza en el PP”, según
reconoce un diputado, es que el comité ejecutivo de la formación la encargó
dirigir el programa marco para los comicios autonómicos y municipales del
próximo mes de mayo –ahora Pío García Escudero, presidente del Senado, ha sido
nombrado director de campaña–, considerados el termómetro electoral de los dos
grandes partidos con el que medir sus fuerzas de cara al gran asalto de las
generales. La suya y la de su equipo ha sido una tarea ardua y compleja; han
sido diez meses de trabajo donde se han celebrado unas 200 reuniones de carácter
sectorial, con representantes autonómicos y locales y con especialistas en todas
las competencias de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, como urbanismo o
sanidad. En total, 680 propuestas integran el programa marco que presentó este
fin de semana el Partido Popular.
Exigente y cómplice con los compañeros. Quienes han trabajado a las
órdenes de Soraya Sáenz de Santamaría dicen que tiene capacidad para formar
equipos y para delegar responsabilidades. Reconocen que las jornadas de trabajo
han sido maratonianas porque “le gusta hacer las cosas bien y se exige mucho a
sí misma, así que te pone las pilas”. Pero también “nos hace sentir cómodos
porque siempre existen momentos de distensión”, y cuando termina la jornada de
trabajo, “es la primera que dice, ‘vamos, os invito a una cerveza’”. A su
segundo, el secretario Ejecutivo de Política Local, Juan Manuel Moreno, también
le ha sabido delegar; a él por ejemplo le ha encargado parte de la coordinación
de la planificación del proyecto de Ley del Estatuto Básico de la Función
Pública o de las políticas del partido en la Federación Española de Municipios y
Provincias (FEMP).
El debate estatutario y, ahora, el programa para las elecciones de mayo, son los
que generan más titulares en prensa, aunque Sáenz de Santamaría ha tenido entre
manos otros tantos asuntos. La coordinación de la posición política de los
alcaldes del PP sobre temas como el proyecto de Ley de la Administración y el
Gobierno Local y la posición de los Gobiernos Locales frente al Estatuto Básico
de la Función Pública, son algunos de ellos. Eso en lo que respecta a su
secretaría. La vallisoletana sigue ayudando en el gabinete de Rajoy a preparar
sus intervenciones y a planificar sus apariciones públicas junto a Francisco
Villar, José María Lasalle o Baudilio Tomé.
Y a pesar de todo esto, de manejar con guante de seda la política territorial
del PP y de afanarse en otras tareas de su área, tiene vida privada. Casada
desde hace poco tiempo, dicen que su día ideal es un domingo en casa preparando
la comida mientras ve el motociclismo o la Fórmula 1 en televisión. Preguntados
por sus aficiones, sus más allegados coinciden en hablar de normalidad, en decir
que es una chica familiar que llama a diario a su familia en Valladolid, que los
fines de semana tiene la casa llena de gente, que le gusta salir a cenar y “de
marcha” con sus amigos, que sigue manteniendo contacto con sus conocidos de la
universidad y que su sobrina de tres años es su debilidad. En cuanto a sus
compañeros de Génova, aseguran que tiene buena relación con los responsables del
resto de secretarías, aunque con la gente del gabinete de Rajoy, a la que conoce
desde hace más tiempo y con la que tiene más afinidad porque todos rondan los
treintaitantos, mantiene una relación más estrecha.
“De los fichajes de las nuevas ornadas de la renovación del PP, si no es el
mejor, es uno de los mejores. Y eso se lo debemos a Mariano Rajoy”, asegura
Federico Trillo. La oportunidad, el hecho de que el debate estatutario sea el
tema estrella de la legislatura, han convertido a Soraya Sáenz de Santamaría en
una de las protagonistas del momento. Pero sólo ella es responsable de los
resultados de su trabajo. Y el líder del partido, que valora a su gente, podría
reservarle más altas responsabilidades en un futuro.
Los ‘barones’ del PP, al asalto
de Génova
Los dos grandes partidos, los que se jugarán la victoria electoral en 2008,
empiezan a preparar su puesta a punto. Primero se trata de no perder ni una sola
plaza importante en las elecciones autonómicas y municipales del próximo 27 de
mayo. Después, no dar imagen de fractura o división, pero tampoco llevar a
cuestas a nadie que lastre al partido. Difícil equilibrio, sobre todo si desde
distintos frentes, mediáticos o de la propia formación, se le empieza a pedir al
líder que haga una criba en su equipo, dando pábulo a que cualquier movimiento
sea interpretado en este sentido.
El desgaste que ha sufrido el Partido Popular en la oposición ha hecho mella en
sus caras más visibles y ya se empieza a buscar posibles recambios avalados por
éxitos de carácter local. Desde algunos sectores de la derecha y sin embargo
críticos con algunos dirigentes populares y algunas estrategias emprendidas por
el partido en estos últimos tres años, han pedido a Mariano Rajoy que se
desembarace de dos de sus primeros espadas. A Eduardo Zaplana y Ángel Acebes,
representantes del ala más dura de la formación, se les considera un obstáculo
para conquistar el siempre imprescindible voto de centro.
Como alternativa, se plantea la posibilidad de que en el próximo cónclave del
partido, previsto para el próximo mes de octubre -aunque Rajoy podría atrasarla
hasta después de las elecciones generales de 2008-, el líder del PP se rodee de
caras nuevas no por ello desconocidas. Los barones regionales se jugarían no
sólo la presidencia de sus respectivas Comunidades Autónomas; de revalidar su
mayoría o de dar la campañada, podrían colocarse en el disparadero de salida con
dirección a Génova, 13. Los mejor posicionados son los líderes de aquellas
regiones donde han salido adelante las reformas de los Estatutos con éxito, es
el caso del valenciano Francisco Camps o del andaluz Javier Arenas; los que
arrasan en las urnas, como la madrileña Esperanza Aguirre; y aquellos otros de
perfil moderado que no descartan de entrada llegar a acuerdos con el resto de
formaciones, como el gallego Alberto Núñez Feijóo o el catalán Josep Piqué.
Soraya, de un vistazo |
Su jornada laboral. Empieza a las 7:00
horas y termina a las 21:30 horas, más o menos.
Horas de sueño. Siete u ocho.
Conciliación de la vida laboral y familiar. Sí.
Plato preferido. Lechazo.
Bebida favorita.
El vino.
Libro preferido.
La montaña mágica, de Thomas Mann.
Lo último que ha leído.
Viajes en el Scriptorium, de
Paul Auster.
Película que nunca se cansa de ver.
El señor Ibrahim y las
flores del Corán, de François Dupeyron.
El último film que ha visto...
Shadowboxer, Lee
Daniels.
Grupo de música. Police. |
Deporte favorito. Practica el esquí y le
gusta ver motociclismo y Fórmula 1.
Deportista preferido. La atleta palentina Marta Domínguez.
En su tiempo libre le gusta... Ver cine, cocinar y leer.
Admira a... La gente normal que lucha por sus ideales.
Personaje de ficción favorito. Han Solo, personaje de La
Guerra de las Galaxias.
Lo que más le gusta de la política. La capacidad de
transformar la sociedad para mejorar la vida de la gente.
Lo que menos. La demagogia.
Lo que ha intentado hacer y nunca ha conseguido. Ser
disciplinada haciendo deporte.
Manías. A veces se obsesiona con la puntualidad.
De mayor le gustaría ser...
Una viajera impenitente. |
El Siglo Nº 730 - 26 de febrero de 2007
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