MANUEL PIZARRO CENJOR
" Soy uno de los vuestros desde hace tiempo "
( El mileurista dixit.18.01.08 )Manuel Pizarro Cenjor, gobernador civil de la provincia entre 1947 y 1954, y jefe de la V Zona de la Guardia Civil. Llegó a Teruel con el mandato de sofocar el movimiento guerrillero, igual que había hecho antes con el maquis en León y en Granada, donde también fue gobernador. Para los más curiosos leer este artículo
1947, EL AÑO DEL MAQUIS TUROLENSE
En la recuperación de la memoria histórica antifranquista, un capítulo importante fue el de la lucha guerrillera, el maquis, el cual tuvo su máxima actividad durante los años 1946-1947, especialmente en nuestras tierras turolenses. Eduardo Pons Prades en su libro “Guerrillas españolas” no duda en destacar que, la provincia de Teruel, “fue sin lugar a dudas, una de las más guerrilleras de España. Tanto por la existencia de bases principales en todas sus zonas montañosas sin excepción como por la importancia de sus partidas y también por la duración del enfrentamiento guerrillas-fuerzas del orden” (p. 111).
En efecto, partiendo de sus bases de operaciones en el Maestrazgo, Cuencas Mineras y Montes Universales, diversas partidas guerrilleras actuaron a lo largo de toda la provincia. Este fue el caso de, entre otros, de “Espartaco”, una partida libertaria mandada por “Modesto”, un minero de Armillas, de la cual dependían otros grupos como los de “El Zagal” (un joven anarquista de Escucha), “El Macho” (Justiniano García) y “El Chaval” (Pedro Acosta), ambos libertarios y naturales de Utrillas, o el grupo de guerrilleros socialistas al mando de “El Soriano”. Otros dirigentes guerrilleros fueron “Rabós” y “Petrol” (José Ramia Ciprés), ambos de Aguaviva, “Paco el Serrano” (Francisco Serrano Iranzo) y su compañera “La Pastora” (Teresa Plá), los dos de Castellote, “El Pinchol” (Florencio Guillén), natural de Gúdar, “Jalisco”, “Pepito el de Mosqueruela”, el turolense “Delicado” o el grupo del anarquista alcañizano Paco Antolín. Cuando en 1947, momento álgido de la actividad del maquis en Aragón, la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), bajo dirección del PCE, destacará la figura de “Ricardo” (Pelegrín Pérez), posiblemente el mejor dirigente del maquis de cuantos actuaron en tierras turolenses.
La importancia del maquis en nuestra provincia nos la ofrecen los mismos datos oficiales. Según éstos, durante estos años se produjeron en las tierras turolenses las siguientes acciones: refriegas con las fuerzas del orden (73), muertos en la población civil (43), secuestros (27), sabotajes (57), golpes económicos (302), guerrilleros muertos (105), guerrilleros heridos (32), guerrilleros presos (67), guerrilleros entregados (10), enlaces de la guerrilla detenidos (812), fuerzas del orden muertos (12) y fuerzas del orden heridos (32). Como vemos, destaca el importante número de turolenses detenidos por colaborar con el maquis, así como los golpes económicos, a los que habría que añadir las multas a los delatores y confidentes de la policía. Entre los muertos, además de los maquis caídos, hay que añadir la ejecución de, además de algunos torturadores o confidentes policiales, a autoridades franquistas locales tales como los alcaldes de Villar del Cobo, El Cuervo, Tramacastiel o los casos del cabo de la Guardia Civil y el médico de Mas de las Matas. Estas acciones sólo sirvieron para desatar una violentísima represión, la cual, bajo el mandato del general Pizarro, caracterizó a la lucha antiguerrillera en las tierras turolenses.
Las principales acciones del maquis ocurridas durante 1947 fueron la voladura y descarrilamiento del ferrocarril Central de Aragón entre Barracas y Rubielos (7 mayo), asalto al tren pagador en Caudé (julio), ataque a dos camiones de la Guardia Civil que se dirigían desde Tragacete a Teruel (3 diciembre) el cual ocasionó 12 muertos u varios heridos y una brutal represalia posterior, o la ocupación de algunos pueblos como Sarrión, Foz Calanda o La Cerollera. En este último caso, ocurrido en una fecha tan simbólica para la dictadura como era el 18 de julio de 1947, el pueblo fue ocupado por un grupo de guerrilleros que se presentaron como miembros del Ejército de la República. Acto seguido, se ordenó que, en el término de 10 minutos, se personase un vecino de cada casa en la plaza en donde, ante una pancarta en la que podía leerse “Campesinos: los guerrilleros de Levante te protegen”, se procedió a la quema de los retratos de Franco y José Antonio y a izar la bandera tricolor en el Ayuntamiento. Posteriormente, se homenajeó en el cementerio a varios maquis muertos: tras cantar el “Himno del Guerrillero” y disparar salvas de honor, los combatientes volvieron al monte no sin antes dar la mano al alcalde y al juez de paz.
La actividad guerrillera no sólo se dejaba notar en el monte, en las masías y en los pequeños pueblos serranos, sino que también se extendía a poblaciones más grandes como era el caso de Alcañiz. En la ciudad bajoaragonesa, en donde existían núcleos clandestino (y activos) de la CNT, la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD) y de Juventudes Socialistas (JSE), se tiene constancia que en vísperas del 18 de julio se colgaron banderitas republicanas y el grupo “La Monegal”, tapadera de la CNT local, actuaba como enlace de la guerrilla de la zona. De hecho la desarticulación de la CNT, ANFD y JSE alcañizanas en agosto de 1947, al poco de ser nombrado gobernador civil de Teruel el general Pizarro, dio lugar a varios asesinatos en Civán, y más tarde en Monroyo, así como a la desarticulación de 3 campamentos guerrilleros, entre ellos, el ya citado de La Cebollera.
Si bien es cierto que 1947 fue el momento álgido de la guerrilla antifranquista en la provincia de Teruel, también es cierto que la llegada del general Pizarro y la implacable represión desatada por éste contra el maquis y sus apoyos, produjo un cambio radical de la situación, tema éste al que nos referiremos en otro artículo.
EL GENERAL PIZARRO Y EL MAQUIS TUROLENSE
Ante el creciente auge de la actividad guerrillera antifranquista en la provincia de Teruel, el régimen designó el 28 de julio de 1947 al general Manuel Pizarro Cenjor gobernador civil de la misma. Pizarro llegó a Teruel con el mandato expreso de Franco de sofocar el movimiento guerrillero, al igual que ya había hecho antes en las provincias de León y Granada. De este modo, Pizarro asumió plenos poderes civiles y militares ya que, además de Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, cargo que ocupó hasta 1954, era también Jefe de la V Región de la Guardia Civil.
Manuel Pizarro, estrecho colaborador del Franco, razón por la cual se vanagloriaba de ser de los pocos que podían llamar con familiaridad (y en su presencia) “Paco” al dictador, tuvo un carácter duro, autoritario e implacable. Recuerdo que me contaron como, en cierta ocasión, Pizarro ordenó a un funcionario de un municipio de la sierra de Cucalón que se comiese en su presencia un ejemplar del Boletín Oficial de la Provincia dado que el general-gobernador le reprochaba haber incumplido una de sus disposiciones en él publicadas.
Pero mucho mas duro fue Pizarro en la lucha contra el maquis. Unos meses antes de su nombramiento como Gobernador de Teruel, el régimen había aprobado el Decreto-Ley de Represión del Bandidaje y del Terrorismo (18-IV-1947). Recordemos también que una Circular de la Dirección General de Seguridad (11-III-1947) prohibía expresamente utilizar el término de “guerrilla” o “guerrillero”, ordenando que se emplease el de “bandolerismo” o “bandolero”. Estas circunstancias van a ser utilizadas por Pizarro para, investido de plenos poderes, y tras militarizar todo el territorio provincial considerándolo “zona de guerra”, iniciar lo que Mercedes Yusta define como “una guerra personal contra el maquis”, a los que el general llamaba despectivamente “forajidos”.
Pizarro que, en su “cruzada” particular contó con el apoyo de numerosos contingentes de la Guardia Civil, y, también de la Policía Armada, voluntarios de Falange y somatenistas, intentó controlar los refugios naturales de la guerrilla, esto es, las serranías. Para ello, ordenó el desalojo de todas las masías para así cortar el apoyo y los suministros al maquis, utilizó nuevas tácticas de contraguerrilla (guardias disfrazados de maquis que roban y torturan indiscriminadamente) y de “tierra quemada” (quema de cosechas) para así minar los apoyos civiles al maquis. Igualmente, bajo su mandato se vivió una situación de auténtico terror entre la población sospechosa de simpatizar con la guerrilla utilizando métodos de enorme dureza: las palizas, los fusilamientos simulados para lograr confesiones, el envenenamiento de víveres o la implacable aplicación de represalias y de la fatídica “ley de fugas”, fueron frecuentes. Además, como testigos mudos de tanto sufrimiento, ahí quedaron nuevas fosas comunes, como las existentes en Alcalá de la Selva, Mora, Monroyo, Civán y otros lugares de triste recuerdo.
La ofensiva de Pizarro se inició el 9 de agosto de 1947 con el ataque, mediante un bombardeo con morteros y el posterior incendio del pinar en que se refugiaban, del campamento guerrillero de La Cerollera, en el que tenía su base de operaciones el Sector 17 del AGLA al mando de Angel Fuertes (“Antonio”). Unos meses más tarde, el 18 de diciembre, la Guardia Civil asaltó el campamento del maquis en Monte Camarracho, cercano a Cabra de Mora y, dos días después, el objetivo fue el campamento-escuela del Sector 11 del AGLA de monte Rodeno, situado en el término de Valdecuenca.
Aunque en 1948 tuvo lugar la llamada “ofensiva de primavera” del AGLA, ésta se hallaba muy debilitada por la acción represiva de Pizarro. No obstante, el maquis mantuvo una cierta actividad hasta finales de 1949, fecha en la cual murió cerca de Alcañiz Pelegrín Pérez (“Ricardo”), máximo responsable del AGLA, y el 7 de noviembre era asaltado el importante campamento de Santa Cruz de Moya, localidad conquense convertida en la actualidad en un auténtico memorial de la lucha guerrillera antifranquista.
Nuestra provincia de Teruel, que tanto sufrió durante la guerra civil, así como con la represión de posguerra y el período del maquis, donde la huella del general-gobernador Pizarro quedó marcada a sangre y fuego, tiene todavía una deuda pendiente con todos aquellos tenaces combatientes antifranquistas, con aquellos guerrilleros, unos conocidos, otros anónimos, con todos los enlaces civiles que, en circunstancias bien difíciles apoyaron su lucha por intentar abrir nuevos horizontes de libertad y de progreso social para España. En este sentido, además de iniciativas personales, familiares y asociativas, resulta importante destacar el marco legal que, pese a sus limitaciones en otros aspectos, abre la nueva Ley de la Memoria Histórica. También es justo destacar algunas iniciativas de instituciones municipales, comarcales o autonómicas para recuperar con dignidad esta página de nuestra historia turolense. En este sentido, diversas actuaciones del Programa “Amarga Memoria” del Gobierno de Aragón han asumido este deber cívico y moral y han abierto horizontes nuevos en lo referente al compromiso institucional con este amargo capítulo de nuestra historia colectiva que durante tanto tiempo pretendió ocultarnos (o tergiversar) la derecha sociológica y política.
José Ramón Villanueva Herrero
Diario de Teruel, 11 enero 2008
HistoriadorEntregados los cuerpos de 12 fusilados en Teruel
El general Pizarro, abuelo del diputado del PP, ejecutó la matanza
Los cuerpos de 12 republicanos fusilados por la Guardia Civil en 1947 y enterrados en una fosa común en la sierra de Gúdar (Teruel) reposan desde ayer en paz.
La Asociación Pozos de Caudé, que se encarga de recuperar la memoria de los desaparecidos durante la Guerra Civil y la dictadura en la provincia de Teruel, entregó ayer en la pequeña localidad de Aliaga los restos de estas víctimas a sus familiares.
En un homenaje celebrado en el Ayuntamiento, los descendientes de estos represaliados también recibieron un informe forense, en el que se detalla todo el proceso de identificación de los cadáveres, que ha resultado largo y laborioso debido al mal estado que presentaban los cuerpos.
"Hemos perdonado, porque no queda otro remedio, pero es algo que no se puede olvidar porque sería un acto de bajeza y de cobardía. Forma parte de nuestra historia y, por muy dura que sea, no se puede perder en la memoria", explicó Isidro Guía, quien fue alcalde del PSOE en Andorra (Teruel) durante 20 años y senador en dos legislaturas.
Fue él quien, después de una búsqueda que duró 55 años, localizó la fosa de Gúdar donde se hallaban enterrados cuatro familiares suyos. Gracias a su tesón y a una investigación paciente y constante que comenzó en 1947, cuando aún era adolescente, fue posible encontrar el lugar donde la Guardia Civil asesinó a 12 vecinos de la zona, acusados de colaborar con los guerrilleros antifranquistas, también llamados maquis.
Este sangriento episodio está documentado por numerosos historiadores y expertos en el tema.
Tiro en la nuca
El 28 de septiembre de 1947, un grupo de guardias civiles al mando del general Manuel Pizarro Cenjor (abuelo del diputado del PP y ex presidente de Endesa Manuel Pizarro) encarceló, torturó y fusiló a 24 hombres acusados de ayudar a los maquis.
Primero fueron trasladados a la casa cuartel de Alcalá de la Selva, donde fueron torturados y vejados. Después, ya malheridos, los dividieron en dos grupos: la mitad fueron enviados a Mora de Rubielos y la otra mitad a Gúdar. Todos ellos, excepto uno que logró escapar, fueron asesinados y rematados con un tiro de gracia.
Los guardias colgaron los cadáveres en un pinar para asustar a la población
Una vez muertos, los guardias los colgaron en un pinar para asustar a la población. Fueron enterrados en dos fosas comunes en medio del monte. Once cadáveres permanecen aún hoy en la fosa de Mora de Rubielos. La otra tumba, en Gúdar, fue descubierta por Isidro Guía en 2002. Junto a los esqueletos se encontraron casquillos y balas de pequeño calibre. Fue en 2006 cuando se procedió a exhumar los cadáveres que ayer recibieron sepultura."Fue todo por venganza", recuerda el presidente de la Asociación Pozos de Caudé, Francisco Sánchez. Pocos días antes de la matanza, una partida de los maquis ocupó Gúdar, donde mataron a ocho personas, entre ellos tres niños, para vengar la muerte de la mujer de un guerrillero.
La respuesta de la Guardia Civil y el Ejército fue inmediata y terrible: por cada víctima de los maquis serían asesinadas tres personas. "Detuvieron a 24 hombres bajo la acusación formal de colaborar con la guerrilla, pero no pudieron demostrar nada.
El único objetivo de las autoridades franquistas era aterrorizar a la población y darles a entender lo que les podía ocurrir si ayudaban a la gente del monte", relata Sánchez. No hubo juicio, ni consejo de guerra ni ningún otro tipo de proceso penal. "Les tocó a ellos por el simple hecho de ser militantes de izquierdas y defensores de la causa republicana. Sin más", cuenta un familiar. La mayoría de los muertos eran mineros, pero también había maestros, practicantes o masoveros.
Han pasado 62 años desde que se cometió aquel crimen. El silencio se impuso en los pueblos y, aún hoy, son muchos quienes prefieren ni oír hablar de aquel suceso. Los amigos y familiares de las víctimas se acostumbraron a vivir con el miedo sobre ellos. Tanto, que muchos emigraron a las ciudades por temor a posibles represalias. Mientras, los verdugos y los delatores de los fusilados gozaron de una impunidad total.
www.publico.es 31.05.09
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