El Gobierno aprobó el viernes reducir los limites de velocidad para ahorrar energía. El vicepresidente primero del Gobierno anunció que esta era solo la primera de una serie de medidas para obligar a los españoles a reducir el consumo de petróleo. El ministro de Fomento sugirió incluso problemas futuros en el abastecimiento. La peligrosa combinación de la incapacidad económica de este Gobierno y su afán intervencionista puede conducirnos en un futuro próximo a un racionamiento energético más propio de la Cuba comunista que de un país de la Unión Europea.
Los siete años de Zapatero en el poder han hecho retroceder a España décadas de progreso económico y social. El número de peticiones de alimentos a las organizaciones humanitarias se han multiplicado en los dos últimos años. Los hurtos en los supermercados se han disparado. Hay millones de familias que lo pasan realmente mal para llegar a fin de mes y se ven obligadas a privarse a veces de lo más básico. Zapatero va a dejar en España una herencia de miseria desconocida desde hace al menos medio siglo.
En la España de Zapatero hay casi cinco millones de parados. Más de un millón y medio de familias tienen todos sus miembros están en paro. Cerca de dos millones de parados no cobran ya seguro de desempleo. Uno de cada dos inmigrantes que residen en España está en paro, la mayor parte de ellos sin ninguna red familiar que los proteja. La mitad de nuestros jóvenes no encuentran empleo y cada vez son más los que deben emigrar para intentar encontrar un futuro. Para todos estos colectivos, la situación roza la desesperación.
El problema es que la situación puede empeorar en los próximos meses. La renqueante economía española generará aún más parados a lo largo de este año, lo que puede hacer la situación económica y social insostenible. Los precios de los alimentos se están disparando en los mercados internacionales, mientras que una buena parte de la agricultura española se está desmantelando por una negligente defensa por el Gobierno de Zapatero de nuestro sector primario en la Unión Europea.
La energía, como consecuencia de las revoluciones en los países árabes y el aumento de la demanda en los países emergentes, está subiendo aceleradamente. El recibo de la luz ya se ha encarecido un 30% en los dos últimos años, pero puede subir aún mucho más. La gasolina es la más cara de la historia. El gas no le va a la zaga. Frente a ello el Gobierno carece de nada que pueda definirse como una política energética. Sus bandazos con la energía solar ponen en duda la solvencia jurídica de este país. Con la energía nuclear han dicho una cosa, lo contrario e incluso lo contrario de lo contrario en el caso de la central de Garoña.
La inflación en nuestro país presenta además una tendencia alcista mayor que en otros mercados. La recuperación de economías como la alemana puede llevar al Banco Central Europeo a una subida de tipos, lo que tendría un efecto devastador sobre la inmensa mayoría de las economías familiares españolas que tienen créditos hipotecarios a interés variable. Si suben los bienes de primera necesidad, aumenta el paro y se reduce la protección social, podemos situar a varios millones de españoles en el borde de la pobreza severa.
La pregunta es cómo podemos salir de una dinámica que nos conduce a la quiebra del Estado y al empobrecimiento acelerado de la sociedad. Lo primero es decir la verdad. Y la verdad es que la nefasta política económica de Zapatero ha colocado a España en el borde mismo de la insolvencia y que sino somos capaces de recuperar la senda de creación de empleo, la situación económica y social de este país va a resultar insoportable en un entorno internacional de creciente incertidumbre.
Lo segundo es estar dispuesto a afrontar reformas que no serán fáciles, pero que resultan ineludibles para poder salir de esta profunda crisis. Reformas que abarcan al mercado de trabajo, la competitividad, los servicios públicos, el sector financiero, pero también reformas institucionales que afectan a la justicia, la educación, el modelo territorial o el propio sistema político. Si no somos capaces de afrontar esas reformas con audacia, con determinación y con inteligencia, el futuro puede ser aún más negro que el presente.
La alternativa socialista ya la conocemos. Más paro, más despilfarro, más corrupción, más impuestos y menos libertades. Su última ocurrencia ha sido reducir los límites de velocidad en las autopistas para ahorrar energía. Me temo que con este Gobierno estemos en la antesala de las cartillas de racionamiento. Y no solo para el combustible. Parece increíble, pero si hace cinco años nos hubieran dicho que los jóvenes españoles tendrían que emigrar como sus abuelos para encontrar un trabajo, tampoco lo hubiéramos creído. Cada día que Zapatero continúa en La Moncloa nos acercamos un poco más al pasado.
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