AZNAR Y SU HOMENAJE PARTICULAR A LA CONSTITUCIÓN

El deber de votar

Toda sociedad democrática se caracteriza, entre otras cosas, por un reconocimiento generoso y amplio de derechos y libertades para los ciudadanos que la integran. Ahora bien, cuanto más grande sea el progreso de una sociedad, cuanto más altas sean las cotas de civilización que alcance, mayores serán las obligaciones y deberes cívicos de sus miembros, en virtud, precisamente de esas libertades y derechos reconocidos.

 Hace años, en un ensayo sobre los deberes olvidados, afirmaba don Gregorio Marañón que uno de los problemas principales de nuestro tiempo consiste en que padecemos una crisis del deber y una hipertrofia del derecho. ¿No podemos decir hoy lo mismo? ¿Acaso no sigue siendo uno de los mayores males de España la falta de una auténtica y verdadera conciencia pública? Exija el trabajador sus derechos, pero no olvide el fundamental deber de trabajar y, sobre todo, no impida que los demás lo hagan; pidan el funcionario y el profesional mayores reconocimientos para sus labores, pero traba e lealmente el uno al servicio de una Administración eficaz y cumpla éticamente el otro en el ejercicio de sus funciones. Inviertan el empresario y el industrial, pero respeten el medio que les rodea. Así, ¿cuántos ejemplos podríamos poner?

 ¿A qué precio?

 Pues bien, han bastado dos años de política llamada de consenso para que nuestra productividad sea las más baja de Europa, para que hayamos batido auténticas marcas mundiales en horas de trabajo perdidas, para tener una Administración semi-paralizada, para que nadie invierta y cree nuevas empresa y mejores puestos de trabajo. Se dirá, y no faltará razón en ello, que la transición de un régimen autoritario a un sistema democrático es un sendero lleno de dificultades, que se han ganado libertades, que se ha elaborado una Constitución por todos los grupos políticos, etc... etc. Pero todo esto ¿a qué precio? Hay una enorme masa de españoles que esperanzados ante el cambio político se sienten hoy decepcionados y defraudados; existen zonas del territorio nacional cuyos habitantes viven amedrentados por terroristas sin control, y, en cuanto a la Constitución, ¿cuántos de sus artículos fueron debatidos en el Parlamento que cabalmente, existe para eso? ¿Es este el precio de la democracia? ¿No será más bien el de una mala gestión de los asuntos públicos? Nos hemos acostumbrado a las huelgas, al terrorismo, al asesinato casi diario, a la inseguridad, como a algo que fuese normal e inevitable, y ello no indica otra cosa que la salud de nuestra sociedad no es buena, que nos hemos olvidado otra vez de nuestros deberes.

 Todas estas cosas y el desarrollo de la Constitución entera, con temas tan importantes como el de la organización territorial de España, la familia, la enseñanza y tantos otros, deben hacemos pensar a quienes afrontamos la vida desde una concepción humanista y cristiana de la misma que el próximo día uno de marzo, no solamente debemos ejercitar un derecho, sino cumplir un inexcusable deber. El deber de votar.

 No se olvide que es propio de pueblos fuertes, aceptar las criticas, pero sobre todo es propio de pueblos inteligentes asimilarlas y meditemos que todos y cada uno de nosotros debemos afanamos diariamente en el cumplimiento de nuestros deberes para ayudar a construir una verdadera conciencia nacional pública.

José María Aznar

Artículo publicado en "La Nueva Rioja"( 18-02-79)

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