El Mundo alentó un plan de paz de Mayor Oreja, antes de la tregua del 98

El diario El Mundo, que dirige desde sus inicios Pedro J. Ramírez, empezó a abonar el terreno a favor de un proceso de paz, nueve meses antes de que ETA declarara la tregua indefinida de 1998 y seis meses después de que los terroristas secuestraran y asesinaran en julio de 1997 al concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco. La hemeroteca pone de manifiesto que las posiciones que entonces defendían El Mundo, y el ex ministro del Interior Jaime Mayor Oreja nada tienen que ver con su actitud en la actualidad.

El periódico que dirige Pedro J. Ramírez encabezó su portada del 17 de enero de 1998 con el siguiente titular: “Mayor Oreja impulsaría un plan de pacificación si ETA declarara una tregua indefinida”. El Mundo lanzaba la noticia porque había tenido antes acceso a un documento escrito por Juan Gutiérrez, director entonces del Centro de Investigación para la Paz Gernika Gogoratuz (Guernica en el recuerdo).

Credibilidad asegurada
El Mundo explicaba que el documento recogía “el espíritu de las palabras del ministro, aunque no textualmente”. El diario le concedió la máxima credibilidad, porque basó su portada en ese texto. Además, en su editorial de ese día avaló la solidez del escrito, tiutlado Notas al vuelo, como “suficientemente explícito”; y a su autor, Juan Gutiérrez, como un hombre “cuya voluntad, de puro buena, es enternecedora”.

“Ni vencedores ni vencidos”
En efecto, Gutiérrez había reunido en Notas al vuelo el resultado de una reunión, mantenida a iniciativa suya el 29 de julio de 1997, con Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior en aquellas fechas. En aquel encuentro, tal y como relataba El Mundo, Mayor Oreja trasladó al director de Gernika Gogoratuz que, “en el supuesto de que el ruido de las armas hubiera callado, su partido alentaría un proyecto de paz y no habrá ni vencedores ni vencidos”.

A un mes del asesinato de Blanco
El examen más detenido de las fechas permite descubrir que el entonces ministro de Interior, posterioremente con fama probada de duro, hablaba de hipotéticos procesos de paz, cuando sólo habían transcurrido diecisiete días desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco, el 12 de julio de 1997. Un hecho que mantuvo en vilo a toda España y que dio lugar al llamado Espíritu de Ermua.

”Proceso de construcción nacional"
Los planteamientos de Mayor Oreja sobre un proceso de paz, con todo, eran bastante claros. La entonces periodista de El Mundo Carmen Gurruchaga continuaba destapando el pensamiento de Mayor Oreja: “El proceso no es simplemente de paz, es también de maduración democrática y construcción nacional”, sostenía en aquella época el ahora eurodiputado del PP.

Las guerras carlistas
El proyecto del ex ministro contemplaba una primera fase, dedicada a los presos, un terreno en el que podría resultar “relativamente fácil hacer grandes movimientos”, según reconoció Oreja ante el director de Gernika Gogoratuz. Resuelto ese asunto, el dirigente conservador admitía la discusión de los derechos históricos reclamados por el nacionalismo vasco. Casi asumía los postulados nacionalistas, al contemplar la segunda fase del proceso como el momento en que “se cierra el conflicto, llegando hasta las guerras carlistas”.

Diálogo PP-HB
En la segunda fase del proyecto que tenía en mente, Mayor Oreja situaba como protagonistas del diálogo al Partido Popular y a Herri Batasuna. De sus palabras, recogidas por El Mundo en el documento Notas al vuelo, se deduce cierta dificultad del ex ministro para convencer a los suyos: “Los contenidos son un tema muy complicado de plantear en su propio partido y en el Gobierno”, escribió Juan Gutiérrez tras su conversación con el responsable de Interior en 1997.

Los elogios de El Mundo
Las ideas que manejaba hace nueve años el eurodiputado del PP llaman la atención, a la vista de su actual oposición a cualquier avance tras el alto el fuego de ETA del pasado 22 de marzo. Lo mismo sucede con el diario El Mundo y su director, Pedro J. Ramírez. El editorial del 17 de enero de 1998 elogiaba “la apertura de miras del ministro del Interior, en lo referente a las soluciones que cabría dar al problema de la violencia en el País Vasco”.

“Ninguna puerta cerrada de antemano"
Aún más, el periódico afirmaba, literalmente, que le parecía muy bien que Mayor Oreja acogiera “con interés las vías que otros han abierto”, en referencia al director de Gernika Gogoratuz, y que lo hubiera hecho “sin prejuicios, dispuesto a evaluar todas las posibilidades, con tal de que se sitúen en la política”. El Mundo cerraba su editorial con afirmaciones que marcan una clara contradicción con su actitud en la actualidad: “Entendemos que ése es el camino que debe seguirse. Es a ETA a quien corresponde mover pieza. De hacerlo, no habrá ninguna puerta cerrada de antemano".

El Mundo acentuó el perfil positivo de los abertzales en la tregua de Aznar

La imagen negativa que el diario El Mundo traslada actualmente de los representantes de la izquierda abertzale es muy diferente de la que los lectores del periódico recibieron durante la anterior tregua de ETA. Pedro J. Ramírez, director del diario entonces y ahora, mostró en aquel momento los rasgos más positivos de dirigentes como Rafa Díez Usabiaga, Arnaldo Otegi e, incluso, el etarra Mikel Antza. Lo hizo en coherencia con la línea editorial de aquel momento, favorable al proceso de paz que debía gestionar el Gobierno de Aznar. El 3 de enero de 1999, menos de cuatro meses después de que ETA declarara la tregua, El Mundo publicó, a toda página, los perfiles de los cuatro hombres fuertes de la izquierda abertzale, entonces reconocida como Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV). El protagonista máximo era el secretario general del sindicato LAB, Rafael Díez Usabiaga, al que se presentaba como “eterno mediador y respetado sindicalista”. 

Usabiaga, antes
El titular sólo avanzaba lo que quedaba por leer. El Mundo comenzaba por “subrayar el carisma de este sindicalista de base”, del que reconocía, además, su desmarque de la violencia callejera “mucho antes de que ETA declarase el alto el fuego”. El diario retrató al responsable de LAB como alguien “alejado de los protagonismos estériles”. Las líneas finales dejaban en el lector la impresión de que se encontraba ante un político fuera de serie: “Díez Usabiaga ha acumulado un crédito político amplio y sólido, del que pocos dirigentes de la clase política pueden presumir”. 

Usabiaga, después
Ocho años después, el mismo periódico se sirve de las declaraciones de Díez Usabiaga como freno al proceso de paz. Ocurrió, por ejemplo, el pasado 12 de junio. Usabiaga defendió un día antes, como miembro de la izquierda abertzale que ha sido siempre, “que no había solución sin reconocimiento de la existencia del pueblo vasco”. El Mundo tomó sus palabras a modo de advertencia, equiparando al líder de LAB con los que deciden sobre la continuidad del alto el fuego. El “respetado sindicalista” de 1998 casi al mismo nivel que los terroristas, en 2006.

Discreción: antes sí, ahora no
El perfil sobre Rafa Díez Usabiaga revela que aquello que ahora irrita a El Mundo -la discreción de los contactos previos al alto el fuego, vistos como un pacto político oscuro- era digno de reconocimiento en la tregua anterior. El diario recordaba el 3 de enero de 1999 la llamada toma de temperatura que impulsó el último Gobierno de Felipe González, en la que participaron Usabiaga y el Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. El Mundo, entonces, escribió: “El secreto absoluto mantenido durante la negociación” –ahora, palabra maldita- “es también prueba palpable de la seriedad con que se afrontó el proceso”.

El "nuevo espíritu" de Otegi
El listado de referencias positivas incluía también a los actuales portavoces de Batasuna: Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Pernando Barrena. En el momento actual, el periódico fiscaliza los dichos y los hechos de los tres representantes del grupo ilegalizado. En 1999, con un pasado en ETA militar conocido, Otegi representaba “como nadie, el nuevo espíritu de Euskal Herritarrok”, si bien guardaba, según El Mundo, la virtud de “la tenacidad” atribuida a la “antigua Herri Batasuna”.

"Envidiable conocimiento del castellano"
De Pernando Barrena, un desconocido para el gran público en 1999, se subrayaba “su carácter abierto y responsable, así como sus aptitudes para la negociación”. Más llamativo resulta el perfil de Joseba Permach. Rozaba la hagiografía, al resaltar su “envidiable conocimiento del castellano”, a pesar de que el texto reprodujera la reacción de Permach, tras el asesinato del concejal del PP, Gregorio Ordóñez: “No le mataron por ser concejal, sino por la ideología que tenía y por militar en el partido que militaba”. 

Antza
El caso de Mikel Albisu, Antza, merece una mención aparte y así lo contempló Pedro J. Ramírez. El 11 de octubre de 1998, sin que hubiera transcurrido todavía un mes desde el anuncio de tregua indefinida, El Mundo repasó la biografía del número dos de ETA en aquel momento, aupado más tarde al liderazgo de la organización terrorista y detenido en octubre del año pasado. “El etarra poeta”, rezaba el titular de hace ocho años.

"Un delicioso cuento"
El Mundo arrancaba la biografía seleccionada de Antza con el fragmento de uno de los libros escritos por el dirigente terrorista. “Es el inicio”, explicaba, “de un delicioso cuento con el que su autor ganó el Premio Ciudad de Irán”. Las primeras líneas servían para resaltar que “era un prometedor escritor, cuyo talento sólo podía ser apreciado por el pequeño círculo de narradores en euskera”.

Una fuga espectacular
A continuación, el perfil aprobado por Pedro J. Ramírez se detenía con detalle en “una de las fugas más espectaculares”: la del escritor Joseba Sarrionaindía de la cárcel donostiarra de Martutene, escondido en un bafle y ayudado por Antza. El texto recorría la juventud de Mikel Albisu, sus inicios en ETA y su ascensión a la cúpula. “Puestos a elegir”, concluía El Mundo, “mejor quedarse con el poeta”. Era 1998 y, para entonces, Mikel Albisu ya había ordenado matar a Gregorio Ordóñez, a Miguel Ángel Blanco y a Francisco Tomás y Valiente. También instigó el intentos de asesinato de José María Aznar y del Rey.

Las contradicciones de Aznar con la política penitenciaria

El ex presidente del Gobierno, José María Aznar, concedió el 1 de marzo de 1998 una entrevista al diario El Mundo , por su segundo aniversario al frente del Ejecutivo. Aznar respondió a varios preguntas sobre ETA que el periódico de Pedro J. Ramírez formuló con la mente puesta en un posible proceso de paz. Faltaban seis meses para que los etarras decretaran su tregua indefinida -de la que nadie sabía entonces- y el ex presidente ya empezó a hablar de generosidad. José María Aznar se enfrentó a tres entrevistadores de El Mundo, entre los que se encontraba su director, Pedro J. Ramírez. El cuestionario, publicado el 1 de marzo de 1998, repasaba toda la actualidad del momento, incluida la relacionada con el terrorismo. Los 23 miembros de la Mesa Nacional de Herri Batasuna permanecían encarcelados desde comienzos de diciembre de 1997 y  casi dos meses antes de esta entrevista, el diario desveló los planteamientos del entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, sobre un hipotético proceso de paz, elogiado desde las páginas de El Mundo.

Generoso y comprensivo
En ese contexto, Aznar afirmó que los únicos inmovilistas eran los violentos, para dejar clara, a continuación, cuál era su actitud: "Con la violencia no se consigue ningún tipo de ventaja política, pero estoy dispuesto a ser generoso si es necesario, a ser comprensivo, si eso ayuda al final del terrorismo". Fue, por cierto, el mismo tono que empleó fuera de España, en una entrevista con el periódico italiano Corriere della Sera, el 23 de abril de 1998: "La sociedad española y el Estado sabrán ser generosos y adoptar medidas que sirvan para mirar al futuro con serenidad, si se produce un abandono de la lucha armada".

Los vaivenes de la política penitenciaria
Aznar no incluía la política penitenciaria entre los gestos de generosidad y así lo sentenció en la conversación con El Mundo: "No puede servir para dar bazas ni a Herri Batasuna ni a ETA". Sus palabras se volvieron del revés cuando, apenas tres semanas después de que los terroristas declararan una una tregua indefinida el 16 de septiembre de 1998, Aznar anunció "una nueva orientación de la política penitenciaria consensuada, flexible y dinámica que acompañe los avances que se vayan produciendo en el aseguramiento de la paz".

"Mendigar una tregua"
La propuesta de Aznar, que afectaba de lleno a los presos etarras, fue respaldada por unanimidad en el Congreso y fue entendida y aplaudida como un gesto de distensión hacia la izquierda abertzale, a pesar de los declarado al diario de Pedro J. Ramírez. Años más tarde, en la Convención Nacional que el PP celebró en marzo de 2006, Aznar acusó al Gobierno socialista de "mendigar" una tregua, por promover la resolución del Congreso que busca el aval para dialogar con ETA, en caso de que muestre una actitud inequívoca de abandonar la violencia

Publicado en www.elplural.com 14/15 de Junio 2006

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