Especial Piqué y sus líos
LA ÚLTIMA AVENTURA DE UN SUPERVIVIENTE
El éxito fulgurante que ha acompañado al ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, en su carrera como ejecutivo y político se halla en entredicho. La acumulación de iniciativas judiciales relacionadas con su etapa junto a Javier de la Rosa en el Grupo Ercros interrumpen sus planes de futuro. Su habilidad para cambiar de tercio es de nuevo puesta a prueba en plena crisis por la actuación de las instancias judiciales donde se ventila el 'caso Ercros'
A finales de junio de 1996, Javier de la Rosa recibía una carta con membrete del Ministerio de Industria, escrita el día 19 de ese mismo mes. El firmante era Josep Piqué, flamante ministro, quien le confesaba al financiero: 'Asumo con ilusión el cargo'. Y le agradecía 'muy sinceramente' su felicitación. Qué menos. Al fin y al cabo, De la Rosa ha sido uno de los padrinos -quizá el más importante- que ha tenido Piqué en su carrera profesional. Lo que entonces era cordialidad, el tiempo y los tribunales se han encargado de arruinarlo, y el propio ministro ha utilizado palabras duras con su antiguo mentor en el mundo de los negocios: 'De la Rosa no ha sido nunca un empresario, sino un comisionista', dijo en una entrevista a este diario en 1999. Al margen del financiero, los demás mentores guardan un buen recuerdo de este ambicioso economista, nacido en Vilanova i la Geltrú en 1955 y capaz de nadar en todo tipo de aguas y mantenerse a flote. Pero ahora lo tiene difícil: el Supremo debe decidir si se declara competente para instruir la causa contra el ministro, al que un fiscal imputa un presunto delito fiscal en la venta de Ertoil, que se añade a la supuesta existencia de apropiación indebida y alzamiento de bienes. Pero antes es necesario que el fiscal general del Estado acepte seguir la causa y que un juez le impute. Eso pone en peligro la carrera de Piqué, que debe el éxito a su ductilidad y a la adaptación al medio: comprender que para triunfar hay que saber elegir el momento. Comunista en la transición, eficiente gestor de la Administración de Jordi Pujol durante los primeros pasos de la democracia, ejecutivo agresivo en plena cultura del pelotazo y militante del Partido Popular desde que las urnas lo dejaron en estado de gracia.
Poner la habilidad y la inteligencia al servicio del éxito es una virtud que le reconocen todos sus mentores. El primero de ellos fue el economista y catedrático de la Universidad de Barcelona Fabián Estapé, quien recuerda a Piqué como un excelente alumno: 'Brillante y aplicado; tanto él como la actual ministra de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés, estaban entre los mejores de su promoción'. 'Entonces Piqué era un estudiante que militaba en el PSUC [comunista], porque se trataba del partido más articulado del movimiento antifranquista; el socialismo era prácticamente inexistente en aquella etapa', explica Estapé.
'Tras acabar la licenciatura en Ciencias Económicas, Piqué optó al premio extraordinario de carrera. Para ello, tenía que presentar un trabajo y quiso presentarlo en catalán, lo cual era todo un síntoma ', recuerda Estapé. Así que el joven Piqué ganó el segundo premio especial fin de carrera. 'Sólo fue superado por su compañera Birulés, que se hizo con el primer premio', agrega Estapé. Eran años en que el espíritu de rebeldía se compaginaba con su afán de triunfo. Cuando se tienen 20 años, recordaba Raymond Aron, quien no es comunista no tiene corazón, y quien lo sigue siendo a los 40 no tiene cabeza. Pero entonces, el futuro titular de Asuntos Exteriores no pensaba especialmente ni en el dinero ni en el poder, pero sí en el triunfo. El comunismo militante no fue un obstáculo para que el joven Piqué tuviera fe en el mercado. 'Era un economista convencido de que podía triunfar como profesional en el mercado capitalista', subraya Estapé. Eran años, con todo, en que 'el actual ministro podía tener algún tipo de problema con el historial de su padre, José Piqué Tetas, que había sido el último alcalde de la dictadura en Vilanova i la Geltrú', recuerda Estapé.
Flequillo rebelde
Y en Económicas, su inteligencia y su capacidad de seducción hicieron mella en el entonces decano -y actual presidente de la Bolsa de Barcelona-, Joan Hortalà. Piqué consiguió plaza como profesor adjunto en la cátedra de teoría económica, y el propio Hortalà, al ser nombrado en 1984 consejero de Industria de la Generalitat de Cataluña, fichó a un brillante Piqué aún de flequillo rebelde y corbata heterodoxa. Era la época en que se comenzaba a hablar de los yuppies de Jordi Pujol. Convergència buscaba savia nueva entre jóvenes gestores que fueran capaces de poner en marcha la Administración autonómica. En esa lista de nuevos valores, que rondaba la treintena, figuraban el propio Piqué, la ahora ministra Anna Birulés y el actual delfín de Pujol, Artur Mas, quien hacía pública ostentación de no militar en partido alguno. Piqué pasó a desempeñar la Dirección General de Industria. 'Era trabajador, apasionado y leal', recuerda Hortalà. El actual presidente de la Bolsa de Barcelona subraya que Piqué en el Departamento de Industria llevó los casos más difíciles, como la crisis de Corberó o de Farga Casanova, empresas que pasaron a formar parte de la empresa pública Eplicsa, que fueron reflotadas y posteriormente privatizadas o liquidadas.
Piqué desplegaba su poder de seducción a izquierda y derecha. Quizá con el aplomo que ahora mismo le permite condenar las acciones armadas de los palestinos cuando visita Israel y criticar la violencia del Estado judío cuando se halla en Palestina. Sea como fuere, su segundo gran valedor, Macià Alavedra, también se deshace en elogios. Alavedra, sucesor de Hortalà como consejero de Industria del Gobierno catalán, asegura: 'Piqué era un colaborador leal, eficaz, trabajador infatigable y con gran capacidad de diagnóstico y de síntesis'. Tampoco faltan alabanzas de los ex compañeros de partido del brillante Piqué, los comunistas del PSUC y militantes de Comisiones Obreras. Simón Rosado, secretario de acción sindical de la Comisión Obrera Nacional de Cataluña le recuerda como 'uno de los pocos interesados en la Generalitat en definir proyectos industriales'. Todos estos elogios proceden de su paso por la Administración catalana. Porque el gusanillo del sector privado comenzaba a crecer en el corazón empresarial de los jóvenes yuppies de Pujol. Piqué quería cruzar el Rubicón. El tentador mercado estaba ahí fuera, aguardando gestores inteligentes y preparados. La rebeldía izquierdista ya había periclitado.
Piqué comenzó a preparar el asalto. Con la ayuda de Alavedra, un hombre considerado del sector negocios de Convergència, se introdujo en el gottha empresarial catalán. Era agosto de 1988 y Piqué podía elegir entre una oferta de un banco filial del Banesto o un cargo en el grupo Ercros. O el banquero Mario Conde o el 'empresario modelo' -como le definió Jordi Pujol- Javier de la Rosa. El actual ministro optó por un cargo de la supuestamente boyante Ercros, concretamente en Electro Metalúrgica de Flix. La remuneración oficial de ejecutivo era de 30 millones de pesetas por año (del año 1988). No había color con la Administración. Había empezado una amistad rentable, pero gravemente peligrosa. El ejemplo de Piqué fue seguido por otros yuppies de Pujol. Era la llamada del mercado, deslumbrados por la facilidad para hacer negocio del hombre que dirigía Grupo Torras. Dieron el mismo paso Carles Vilarrubí -amigo del hijo mayor de Pujol y artífice de las polémicas loterías de la Generalitat- y los ex consejeros Vicens Oller o Josep Maria Cullell. Piqué pasó de presidente en la modesta Electro Metalúrgica de Flix a los fertilizantes, para acabar en la cúpula de Ercros como consejero, miembro de la comisión ejecutiva y director de desarrollo corporativo.
La cultura del pelotazo estaba en su esplendor. Y en aquellos años Piqué se interesaba por la ingeniería financiera que practicaba De la Rosa. El 18 de julio de 1991, el actual ministro de Exteriores fue el encargado de hacer público el acuerdo de venta de Ertoil a General Mediterranean Holding, un tapado de Elf Aquitaine. El ejecutivo Piqué mostraba sus artes. Eran años en los que también cultivó su faceta de comunicador radiofónico como realizador del programa Plusvàlues (Plusvalías), que emitía la emisora institucional Catalunya Ràdio y patrocinaba Grand Tibidabo, otra empresa de Javier de la Rosa. Tampoco descuidó la vertiente sociedad civil. Piqué perteneció a la junta directiva del Círculo de Economía durante la presidencia del banquero Carlos Tusquets y estaba llamado a desempeñar la presidencia. Pero su candidatura fue rechazada por un grupo de notables entre los que se encontraban Carlos Ferrer Salat y Juan Antonio Delgado, quienes le vetaron por su vinculación con De la Rosa.
En julio de 1992, cuando el financiero y Kio rompieron relaciones y Ercros estaba a punto de protagonizar la suspensión de pagos más abultada de la historia económica española (215.000 millones de deudas), Pujol agradeció que Piqué se sentase a los mandos de la nave a la deriva. Se apoyó en el abogado del Estado Pedro Farreras, un leonés que conoció en la consejería de Industria. Farreras es un auténtico experto en materia civil sin el cual no hubiera sido posible Loreto Consulting, sociedad instrumental, sin empleados, que alquila a Piqué su casa de lujo en Barcelona -mil metros cuadrados en el barrio barcelonés de Pedralbes- y la de veraneo en Urús, en el Pirineo catalán.
Farreras y Piqué se encargaron de la gran operación de reflotación de Ercros, titular de terrenos en media España y de la venta de muchos de sus activos, como las minicentrales eléctricas de Flix adquiridas a precio de liquidación por rebajas por un grupo de notables convergentes. Pero la economía ya le había enseñado los dientes a Piqué, que pensaba en corregir el rumbo y orientarse hacia la política. 'Por eso se ofreció para ser diputado nacionalista en Madrid o ir de último de lista en la candidatura de CiU por Vilanova i la Geltrú', afirma un alto dirigente de la coalición que lidera Pujol.
A pesar de los conflictos, Piqué se atrevió a participar en la maniobra de control de La Seda de Barcelona junto a Carles Vilarrubí y Rafael Español, dos grandes beneficiarios del posterior pacto CiU-PP, ya que consiguieron cargos como consejeros en Telefónica y Endesa. Piqué no llegó a formar parte del Consejo de Administración de La Seda, aunque este órgano contó con Vilarrubí; el actual consejero de Cultura de la Generalitat, Jordi Vilajoana; y el conseller en cap del Ejecutivo catalán, Artur Mas. Una vez superada la crisis de la empresa de fibras, su principal filial, Catalana de Polímeros, nombró consejero a Jordi Pujol Ferrusola, el primogénito del presidente catalán. Los problemas duros para Piqué comenzaron cuando un empresario navarro se querelló contra el consejo de Ercros. El empresario, junto a otros inversores, había financiado con 1.770 millones Ertoil. Piqué incluyó esta deuda en la suspensión de pagos de Ercros creando un perjuicio a los inversores.
El rostro catalán del PP
En la sociedad civil, Piqué logró por fin en 1995 la ansiada presidencia del Círculo de Economía, una plataforma que a la postre sería fundamental para su futuro político. Como presidente de este foro recibió una de las primeras visitas del entonces candidato popular a Barcelona. El líder del PP, preocupado por un partido incapaz de suscitar adhesiones no tan sólo mayoritarias, sino también de calidad en la sociedad catalana, quiso sondear la opinión de los empresarios. 'Se conocieron entonces y Aznar empezó a pensar en él para un futuro equipo en La Moncloa', explica el catedrático de política económica, Antón Costas, actual secretario del Círculo de Economía y amigo del ministro de Asuntos Exteriores. El futuro titular de Exteriores salvó a Aznar de un mal día en el que el aspirante a La Moncloa se despachó con algunos chistes sobre la exagerada virtud ahorradora de los catalanes.
'Aznar conoció a Piqué en mi casa', puntualiza el presidente de Fomento del Trabajo Nacional y vicepresidente de la CEOE, Juan Rosell. Fue en agosto de 1995 en Llavaneres, una localidad selecta y la más importante que gobernaba el PP en Cataluña y que ya ha perdido. El encuentro contó con testigos ilustres: empresarios catalanes, como José Manuel Lara o Mariano Puig. Rodrigo Rato sería el encargado de plantearle la oferta del PP unos meses después, no sin que Piqué trabajase el tema enviando continuas señales sobre su papel como puente hacia el empresariado catalán. Se formó el primer Gobierno popular y obtuvo la cartera de Industria. Pero eso era poco. Luego llegaría el cargo de portavoz del Gobierno. Y triunfó. Un éxito relativamente fácil después de cómo había dejado el patio su predecesor, Miguel Ángel Rodríguez. Su sueño no se cumpliría hasta que en 2000 alcanzó el cargo de jefe de la diplomacia española.
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