POR ANDREU MANRESA
Jaume Matas estrenó su presidencia en Baleares (2003-2007) prometiendo solemnemente "una acción de orden moral" y dictó la norma pública de actuación de su Gobierno: "aviat i sense por" ("deprisa y sin miedo"). Algunos entendieron que el jefe libró patentes de corso que les hacía inmunes, que mandarían eternamente.
La herencia de la época Matas está repleta de agujeros negros financieros, proyectos que han sido fiascos y una constelación de casos de supuesta corrupción fruto de la ausencia de controles certeros sobre actuaciones sin escrúpulos penales. Por lo que trasciende, resultó un todo vale como estilo.
La ex consejera de Presidencia de Matas, la hoy diputada insular del PP Rosa Puig, uno de cuyos ex altos cargos está preso por malversación de caudales públicos en el reciente caso del Consorcio de Turismo Joven, se escabulló de sus responsabilidades con un "yo no he hecho nada" y "no lo sabía", entre la sonrisa y el desmayo.
La misma consejera Puig hizo campaña en 2007 para la alcaldía de su pueblo, Algaida -que perdió-, invitando a un restaurante a 800 vecinos, casi toda la población. En la lista del PP iba uno de los cargos detenidos y el resto estaba en nómina amparado por el Gobierno Matas, que se obsesionó en arrebatar al PSOE Algaida. Allí vive y fue edil el presidente Francesc Antich.
La misma Rosa Puig, con Matas, despilfarró 300.000 euros públicos para un acto gubernamental de media hora: la inauguración con presencia de la Reina de un centro para discapacitados en Palma que 15 meses después de aquel día aún no funciona. La obra no se acabó. Puig y Matas mostraron a doña Sofía un decorado de cine, una planta falsa habilitada para las cámaras y la placa.
Un año después de la caída del poder de Matas y de su huida política a Estados Unidos, los fiscales anticorrupción de Palma están desbordados investigando estropicios y desmesuras que afloran de aquella gestión gubernamental que hizo blasón de la eficacia, aunque, según se ve, sin miramientos en bastantes departamentos.
Del departamento de Puig, la Fiscalía rastrea en las facturas de las obras del velódromo Palma Arena que costó más del doble de lo previsto (de 43 millones a 100) y cuya dirección de obra facturó 8,9 millones. Matas organizó allí el reto de tenis Nadal-Federer para tres años por más de un millón de euros, y quiso pelotear con ambos en campaña electoral.
Todo por la imagen era el eje de acción de Matas, que retomó el poder balear tras confesar que le temblaron las piernas -de gozo- al sentarse en el Consejo de Ministros. Aterrizó en Baleares proyectado desde el trampolín de las partidas y proyectos grandiosos del Ministerio de Medio Ambiente, donde le ubicó José María Aznar para sacarle en 2000 de la oposición.
En los cuatro años de vértigo, Matas duplicó la deuda que sumó en toda la historia anterior la autonomía, la llevó hasta los 3.000 millones. La financiación de los proyectos desmesurados lastrará durante décadas la hacienda balear: las autopistas de Ibiza que fueron la tumba política de Matas superarán al final, con la explotación, los 490 millones de euros; el Metro de Palma -que ha estado diez meses parado por deficiencias de seguridad por mala ejecución- se disparará a más de 530 millones; la televisión autonómica IB3 acumula 200 millones de deuda. Más de millón y medio valen los planos -inútiles- del último proyecto megalómano fallido: la Opera House de Calatrava sobre el mar de Palma.
Matas se largó y calla. Este viernes habitaba en un lujoso hotel de Miami de vacaciones. No se hizo oír en sus dos semanas de veraneo en Mallorca. En invierno no quiso hablar de política desde su oficina de alto ejecutivo recolocado en Washington. El PP balear, que se dice "nuevo", se exculpa y pide perdón por el estallido en catarata de los casos de imputados, presos o condenados: el caso Andratx, con Eugenio Hidalgo y Jaume Massot; Damiàn Vidal por los gastos privados del Caso Bitel; Rodrigo de Santos por el uso de las tarjetas en clubes sexuales y los recientes Juan Francisco Gosálbez y Damián Amengual del escándalo de Turismo Joven. Otros están siendo expurgados por Fiscalía, Hacienda y Policía.
Todos los implicados gozaban de la confianza y el apoyo del que fue presidente de Baleares (1996-1999 y 2003-2007) y ministro (2000-2003). En el PP todos se acuerdan pero nadie defiende a Jaume Matas. Ni en privado los más fieles, los suyos. La derecha balear, con el 47% de los votos, está ausente del poder y hace política con el estruendo de lo que sucede en los juzgados.
Jaume Matas (Palma, 1956), al estrenarse, reclamó "principios y convicciones" y rechazó "ajustes de cuentas". Muchas veces culpó al PSOE de haber trabado una estrategia judicial de "destrucción del adversario". Los enemigos anidaron más cerca y las causas penales aluden a los que él aupó.
www.elpais.es 17.08.08
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