LA NUEVA CRUZADA
Días antes de la concentración de la AVT, Alberto Ruiz-Gallardón animaba a sus correligionarios a practicar la moderación. Poco después, Federico Jiménez Losantos arremetía con saña desde la COPE contra el alcalde de Madrid por su “osadía”. Y el día de la concentración, manifestantes con pegatinas a favor de “Federico” abuchearon al regidor. Este episodio demostró el poder mediático del locutor estrella de la emisora de los obispos, que ha logrado generar una corriente de opinión inquebrantable en torno a su discurso demoledor con Zapatero y las “debilidades” de la derecha como temas recurrentes. Un discurso dirigido a torpedear las políticas socialistas relativas al Estado de las Autonomías y, ahora, al proceso de paz en una nueva cruzada contra el Gobierno del PSOE en nombre de la derecha, reeditando la que ya practicara en tiempos de Felipe González. En aquel entonces era el segundón de un grupo de periodistas obsesionados con la caída del presidente. Ahora es el líder indiscutible del coro, donde despuntan Pedro J. Ramírez en El Mundo, Carlos Herrera en Onda Cero o César Vidal y Cristina López Schlichting también en la COPE.
Por V.M.
A Federico Jiménez Losantos los dirigentes del PP le temen más que a un nublado. A los socialistas y nacionalistas les enoja, les irrita, les ofende, les obsesiona y a algunos incluso les divierte; si son capaces de tomar cierta distancia, sus discursos matutinos alcanzan un tono apocalíptico que prefieren digerir con cierto sentido del humor. Pero aunque el ruido hertziano que desprenden los micrófonos de la COPE traspasa los aparatos de radio de su audiencia tradicional, fiel y devota al evangelio de Losantos, y acaba llegando a oídos impíos, ni el PSOE ni el resto de partidos del arco parlamentario se juegan los votos entre los oyentes del locutor estrella de la emisora episcopal. Los populares en cambio sí tienen mucho que perder o que ganar. Y es que el periodista le pone el mismo entusiasmo a sus apasionadas embestidas contra los socialistas que han “apuñalado” el “régimen constitucional del 78” y sus cómplices –léase separatistas de ERC, medios del grupo Prisa e incluso ahora el ABC– que a los “maricomplejines” del PP, uno de los variopintos apodos acuñados por Jiménez Losantos para descalificar a quien se le ponga a tiro y que, en este caso, está destinado a los dirigentes populares que se atrevan a invocar la moderación en una muestra imperdonable de debilidad. Le acaba de ocurrir al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón; periodista y político acaban de protagonizar un episodio que bien podría servir de ejemplo de lo mucho que ha calado el estilo y el mensaje del primero en su audiencia y, por ende, en la influencia que es capaz de ejercer entre los electores del PP de la que el partido es plenamente consciente. El alcalde, días antes de la concentración de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), apelaba en el foro de ABC a la moderación de sus compañeros y a no volver al debate sobre “la verdad” del 11-M. Losantos le respondía desde la emisora de los obispos diciendo que a Gallardón le daba igual que haya 200 muertos y 1.500 heridos con tal de llegar al poder y que le fastidiaba que fuera a ir “a la manifestación a montar un numerito en plan Bono. Es provocador”. El primer edil estalló; se reveló contra las “amenazas” del locutor y al día siguiente anunciaba que interpondría una querella criminal contra él. Después de aquello, sólo quedaba esperar la reacción de los asistentes a la concentración. Y efectivamente, el regidor fue recibido por abucheos de un grupo de personas; incluso alguno de ellos llegó a gritarle “Gallardón al paredón” –se entiende que la agresividad del exabrupto obedece a la intención de hacer la rima–. ¿Coincidencia? No lo parece; hubo quienes se acercaron a la plaza de Colón luciendo en el pecho pegatinas que rezaban “Federico, estamos contigo” y coreando su nombre.
Porque es verdad que Losantos se ha granjeado muchas enemistades, pero también los hay que le admiran. Por eso, por las filias y las fobias que despierta, por su innegable capacidad para crear opinión e influir en según qué discursos políticos, es quien porta el estandarte de los cruzados mediáticos de la derecha que, una vez más, han organizado un frente común contra el Gobierno socialista. Han cambiado algunos protagonistas, otros permanecen, los hay que han cobrado más relevancia, pero la historia viene a ser la misma. Entonces era Felipe González la gran amenaza, el enemigo a derrotar. La estrategia: responsabilizarle de la corrupción de altos cargos de la Administración y de los GAL. Luis María Anson, destacado integrante del denominado Sindicato del Crimen, llegó a reconocer que los miembros de este grupo de profesionales se afanaron por desbancar al ex presidente socialista de La Moncloa y propiciar la victoria electoral de José María Aznar en 1996.
Ahora es José Luis Rodríguez Zapatero el objetivo. Las razones aducidas: la reforma de los Estatutos de autonomía va a desintegrar España, el Estado va a claudicar ante las exigencias de los terroristas en el proceso de paz y el Gobierno no quiere que se sepa la verdad sobre el 11-M. Entre la prensa que defiende esta teoría apenas hay matices. Entre los dirigentes del Partido Popular sí; una veleidad que algunos como Gallardón han pagado con el descrédito de sus declaraciones en las radios y periódicos más conservadores y no pocos han acabado rectificando. Incluido el líder, Mariano Rajoy.
Jiménez Losantos, que en la época de acoso y derribo a González aún no había despuntado entre los cabecillas de aquella rebelión, es ahora el gran líder de la derecha mediática (ver número 635 de El Siglo: “El nuevo caudillo de la derecha”). Desde que tomara las riendas de La Mañana de la COPE en septiembre de 2003, ha ido escalando posiciones a fuerza de polemizar con su característico estilo abrupto y corrosivo. Desde que ETA anunciara el “alto el fuego permanente” se ha empleado a fondo contra el Gobierno. Lo curioso es observar las similitudes que se aprecian entre su discurso y, posteriormente, el de algunos dirigentes del PP. Antes de que el secretario general del partido, Ángel Acebes, dijera aquello de que “el proyecto de Zapatero es el proyecto de ETA”, el director del espacio matutino de la COPE dijo que la intención del presidente de pedir el aval del Congreso para iniciar el diálogo con la banda terrorista “pone al mismo nivel al Gobierno y a ETA” –por cierto, que a Zapatero le llama “presidente por accidente” porque considera que el 11-M cambió el Gobierno de forma “golpista”–. Sobre este asunto añadió que el Ejecutivo es capaz de todo en contra de quienes se oponen al diálogo. “Sí, a todo, hasta de lo que está usted pensando”. Otra circunstancia que pone en evidencia lo atentamente que escuchan la COPE en Génova es el brusco cambio que pudo advertirse en el comportamiento de Mariano Rajoy el primer día del Debate del Estado de la Nación y la jornada en que se presentaban las conclusiones y Zapatero anunciaba los contactos de PSE-Batasuna. Federico Jiménez Losantos, en su análisis del primer debate, dedicó al líder del PP el siguiente comentario por no haber abordado el tema de la negociación: “Maricomplejines [Rajoy] es de la derecha de siempre. Que no es mala pero es tan tonta, tan tonta, que lo que quiere es casarse, pero no se da cuenta que ya está casado el otro [Zapatero]”. Y añadió que la estrategia de la derecha está “idiotizada, narcotizada, suicida y estúpida”. Después de su silencio explícito, de haber brindado su colaboración al Gobierno para acabar con ETA, Rajoy acudió la semana siguiente en el Congreso de los Diputados para decirle al presidente que rompía su acuerdo de colaboración. Y días después, confesaba en una entrevista que, si Zapatero le llamaba, él se volvería a entrevistar con él. Este ir y venir está desconcertando a sus propios compañeros de partido. Pero si obedecen a un intento de complacer o apaciguar los ánimos en los estudios de la COPE, de poco sirve. La pasada semana, a propósito de los altercados ocurridos en Cataluña donde comerciantes de un mercado abuchearon a Rajoy y donde grupos de radicales fueron a boicotear los actos del PP en contra del Referéndum sobre el Estatut, Losantos espetó: “maricomplejines, que ya en Madrid hace bastante el payaso, se pone a pasear por Barcelona y ya ni les cuento”.
Quien parece inmune a las críticas de Losantos es la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; no se libra ni Manuel Fraga, que después de decir hace unos meses a sus correligionarios que dejaran de escuchar la COPE y recuperaran la vocación centrista, fue contestado por el director de La Mañana con una sutil amenaza: “tendremos que empezar a hablar de cómo se lleva usted con Don Mariano y como apoya a Gallardón“. La líder popular, por cierto, emplea terminologías similares a las del periodista. A Zapatero le preguntó hace unas semanas cuándo va a pedir perdón por los gulag –los campos de concentración estalinistas–. Bien, pues la estrella de la COPE comparó la detención de dos militantes del PP en la manifestación de la AVT tras la agresión a Bono con las checas –las cárceles republicanas de la Guerra Civil–.
Qué decir tiene que Zapatero es el principal blanco de sus críticas, a quien acusa de “festejar a los terroristas” y “agredir al PP”.
Una de las quejas frecuentes de Losantos es que los medios de comunicación están en manos de la izquierda. Pero no puede decirse que esté solo en esta cruzada. El director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, le secunda en su batalla contra el proceso de paz. El editorial que el diario dedicó al anuncio de ETA anunciaba que el rotativo no iba a ponerle las cosas fáciles al Gobierno. Mientras en el resto de periódicos se hablaba de “oportunidad histórica”, ya entonces alertaba de que el alto el fuego le inspiraba más preocupación que esperanza. Entonces tampoco se fiaba ya de las intenciones del presidente. “Por primera vez en tres décadas existe el riesgo de que quien representa al Estado esté dispuesto a realizar concesiones políticas a ETA. Y ello no es una simple hipótesis sino un temor que se sustenta en la trayectoria de este Gobierno”. El editorial plantea incluso la necesidad de convocar elecciones anticipadas si el Ejecutivo no llega a lograr el consenso con el principal partido de la oposición.
Pedro J., además, es tertuliano habitual de La Mañana de la COPE. En este espacio se distingue por ser el más moderado de todos los invitados. Pero su discurso no presenta fisuras. Los mencionados ataques de Losantos a Gallardón estuvieron precedidos por un comentario del director de El Mundo: “ni Gallardón es moderado ni hace nada para buscar la verdad, porque en tiempos del GAL hizo lo mismo y defendió a Barrionuevo”.
A Losantos le acompañan en la emisora de los obispos dos incorporaciones a esta nueva cruzada. Se trata de Cristina López Schlichting y César Vidal, directores de los espacios de la tarde y la noche, respectivamente. Y por supuesto de Ignacio Villa, director de informativos. La primera es un rostro habitual en las manifestaciones del Foro de la Familia contra el matrimonio homosexual y de la AVT, donde se la ha visto leer los comunicados de los convocantes. La periodista, que considera igual de “siniestros” los periodos de la república y el franquismo, comparte tesis con sus compañeros de cruzada; compara el proceso de reforma del Estatuto catalán con la situación del País Vasco. Y advierte que “si se da a ETA lo que las víctimas del terrorismo pagaron con la vida por defender el orden legal, entonces más de uno querrá tomarse la justicia por su mano”.
César Vidal, autor de libros revisionistas de la reciente historia de España, da rienda suelta a su nueva y personal lectura de los hechos ocurridos en la primera mitad del siglo XX desde La Linterna de la COPE. De sus más recientes comentarios en antena, destaca uno por su especial virulencia. Nada más saber que Zapatero había anunciado el inicio de la negociación con ETA, dijo que “si en vez de en la España actual, Rodríguez Zapatero y los que lo respaldan hubieran vivido en la Roma republicana, sus conciudadanos los hubieran considerado traidores a la Patria y, sin dudarlo un solo instante, hubieran ejecutado en ellos la pena que estipulaba la Lex Apulella de Mayestate”. Esta referencia tuvo un antecedente similar meses atrás en boca de Losantos. El diario digital elplural.com recuerda, comparando ambos comentarios, que la actitud del presidente frente a la Opa de E.On sobre Endesa “amenazando” a los alemanes para que no invirtieran en España justificaba adoptar “soluciones drásticas” al estilo del Padre Mariana, el jesuita del Siglo de Oro español que defendía el tiranicidio. El religioso propugnaba concretamente que “cualquier ciudadano individual puede asesinar justamente a aquel rey que se convierta en tirano por imponer impuestos a los ciudadanos sin su consentimiento, expropiarles injustamente su propiedad, o por impedir que se reúna un parlamento democráticamente elegido”.
La nómina de agraviados por Losantos es larga y de muy diversa índole. En el mundo de la comunicación se ha granjeado grandes enemistades –el director de Protagonistas en Punto Radio, Luis del Olmo, le ha apodado “pequeño talibán de sacristía”–. La última, la del director de ABC, José Antonio Zarzalejos. También ha lanzado sus dardos radiofónicos contra el presidente de Onda Cero, Javier González Ferrari. No así contra “los grandes profesionales del equipo de Carlos Herrera, que son competencia pero no enemigos”. Y es que el director de Herrera en la Onda comparte los mismos argumentos que los directores de programa de la COPE y de El Mundo. Tras el anuncio de la reunión de Patxi López con Batasuna, comentó: “Los españoles ya venimos conociendo a estas alturas a Rodríguez Zapatero y ya sabemos que con este tipo todo es posible [...]. A lo mejor esas ocurrencias ya las llevaba escritas en su cuaderno radical de actuación”. Herrera aseguró que el presidente tiene “un interés descomunal por pactar con Batasuna, que a veces muestra por debajo del colmillo el Partido Socialista. Qué cara hay que tener para poner a los asesinados como argumento de la negociación con los asesinos”. Y añade: “Rodríguez sigue la política de la movilización extrema, de la radicalidad más absoluta. Está en una apuesta de máxima tensión porque sólo este enfrentamento máximo le garantiza una movilización electoral como la que le dio el triunfo hace un par de años. Por eso a Rodríguez le importa todo un pito. Ceder al chantaje de ETA, retorcer la ley, desdecirse de lo que dijo hace un año, hace un mes, hace unos días. Le da exactamente igual”.
Entre los medios de prensa escrita ha surgido una iniciativa dirigida expresamente contra el proceso de paz. Se trata de una edición de la revista Época en Navarra. En la campaña de difusión, junto a imágenes de los líderes de la ilegalizada Batasuna Arnaldo Otegi o Joseba Permach, se puede leer: “Muévete. Ellos lo hacen”.
Algunos periódicos digitales también están siendo muy activos en su firme oposición al proceso de paz. En libertaddigital.com, de Jiménez Losantos, día sí día también se pueden leer artículos de opinión donde se repite de forma constante el mismo argumento. Incluso Pío Moa, otro revisionista sin currículum académico que le acredite como historiador pero con un pasado próximo a los Grapo, comparte la tesis de Losantos o Ángel Acebes: “El rojo Zapatero y ETA tienen la misma concepción de base”. A Moa, que sigue a pies juntillas los preceptos del líder de la cruzada, también se le han leído advertencias del tipo: “no es casual que la ETA declare su tregua” cuando “unas Cortes envilecidas, a impulsos de un Gobierno anticonstitucional, aprueban la disgregación de España”. Y del líder del PP ha dicho: “Y el pobre Rajoy diciendo que apoyará al Gobierno para que no pague un precio político a los terroristas. Y luego llama bobo a Zapatero”.
Desde algunos medios digitales han salido incluso de la red para plantar cara casi en persona al presidente. Hace unos días, durante la celebración de las Jornadas Abiertas del Congreso de los Diputados, un hombre se acercó al escaño de Zapatero, depositó una fotografía de Miguel Ángel Blanco y unas rosas blancas y derramó mercromina sobre la composición en protesta por la negociación con ETA. Se trataba de Alejandro Campoy, profesor de secundaria y miembro de la plataforma Hazteoir.org. Desde esta web se ha atacado desde un primer momento el proceso de paz de forma tajante: “Hazteoir.org no comparte estas interpretaciones en positivo del comunicado de ETA. Por eso queremos pedir al Gobierno que no atienda esos cantos de sirena”, se dijo tras conocer el alto el fuego. Por cierto, que ya entonces, a finales de abril, aseguraba que “en dos años la banda terrorista ETA ha pasado de estar acorralada por los mecanismos democráticos, propios de nuestro Estado de Derecho, a marcar los tiempos del Gobierno de España”.
Los cruzados, pues, están armados hasta los dientes; la estrategia militar está perfectamente definida, los puestos en el campo de batalla delimitados. Y los frentes, el del Gobierno socialista y el de la derecha moderada, bien cubiertos.
Demandado en los juzgados
A Federico Jiménez Losantos le gusta el periodismo de riesgo. Tanto es así, que después de constantes incursiones al otro lado de los límites deontológicos no es de extrañar que ya acumule un puñado de demandas en los juzgados de Plaza de Castilla.
Las últimas y más polémicas son las de Alberto Ruiz-Gallardón y la de las empresas Vocento S. A. y Diario ABC S. L. Al alcalde de Madrid no le han faltado ni ganas ni oportunidades para haberlo hecho hace tiempo, pero ahora le ha tocado la fibra sensible: nada menos que su respeto a las víctimas del mayor atentado de España y de la ciudad de la que es regidor. Gallardón no digiere bien que Losantos la tenga tomada con él; ya recordábamos la pasada semana que un día después de sufrir duros ataques en la entrevista que concedió al periodista en la COPE en septiembre de 2004 y de la que salió muy afectado, sufrió, curiosamente, un desmayo en público. De modo que sólo faltaba algo como lo de que le dan igual 200 muertos y 1.500 víctimas con tal de alcanzar el poder para que su paciencia saltara por los aires y anunciara interponer una querella criminal contra el locutor.
Al ABC y a Vocento, grupo del que ahora es propiedad el centenario diario, les dedica cada día algún comentario ofensivo. El motivo: no le gusta el director del periódico, José Antonio Zarzalejos, al que acusa de haber dejado de ser el rotativo de la derecha para aproximarse a la línea editorial de los medios de Prisa y de ser el culpable del descenso de las ventas. Zarzalejos ha entrado de lleno en el juego del que fuera antiguo colaborador de ABC y aprovecha cualquier oportunidad para criticar a la COPE. Sin embargo, si lo que trata es echar un pulso con Losantos, tiene todas las de perder; el aragonés es más docto que él en este tipo de peleas mediáticas donde todo vale. Al final ha tenido que dejar que sean los tribunales de justicia los que resuelvan esta espiral de acusaciones en la que se ha visto sumergido. A finales del mes de mayo, las empresas editoras interpusieron una demanda contra Jiménez Losantos y la emisora de la Conferencia Episcopal porque dice que desde hace meses protagoniza una “campaña dolosa de denigración” contra las dos sociedades que, según los demandantes, infringe la Ley de Competencia Desleal. Pero a Don Federico no hay demanda o querella que le amilane. Él sigue en sus trece, contra el alcaldín o Zanjardón, según le quiera llamar, y contra el director de “la hoja” de Vocento.
La Iglesia, también de cruzadas
Durante los últimos meses, son muchos los políticos que han apelado al espíritu evangélico de la cadena COPE para que pusiera freno a sus locutores estrella. Todo ha sido en vano. La Conferencia Episcopal Española (CEE), o mejor dicho, los obispos que tienen mayor representación social, no tiene nada que objetar. El presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, ha dicho que en la COPE “no está permitido el insulto”, pero apenas es necesario conectar con la emisora unos minutos para escuchar al menos un par de ellos. Además, la pasada semana, Losantos aseguró en antena que el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, siempre le había permitido hablar en libertad ante los micrófonos de la emisora.
Precisamente el cardenal está destacando por su claro posicionamiento en contra de las políticas socialistas. Y no sólo las relacionadas con la Iglesia, como la educación religiosa o la financiación. Hace unas semanas, presentaba en Madrid su último libro España y la Iglesia católica (Planeta) donde refleja su “profunda preocupación por España” y por las reformas estatutarias, “un instrumentario de interpretaciones de la Constitución que puede afectar a la sustancia misma de los derechos fundamentales”. Esta semana, entre los días 21 y 22 de junio, se celebra la Asamblea Plenaria Extraordinaria de la Conferencia Episcopal, donde se tratarán de forma genérica “aspectos relacionados con la situación religiosa, cultural, social y política”. Y gracias a la imposición de las tesis del sector más conservador del obispado, los ejes centrales de la acción de Gobierno de Zapatero, las reformas estatutarias y la lucha antiterrorista, serán los temas concretos a debatir en la sede de Añastro, tal y como ha confirmado en una entrevista a ABC, Antonio María Rouco Varela.
La semana pasada apareció en los quioscos la prueba más evidente de que la Iglesia se ha sumado a la cruzada contra el Gobierno. La revista Alfa y Omega que distribuye el diario ABC y que edita el Arzobispado de Madrid publicaba en portada un amplio reportaje de seis páginas llamado “La República: una cuestión provocada”. Con ocasión del 75 aniversario de la proclamación de la Segunda República, la revista cuenta con la colaboración de varios politólogos para que expliquen, según ellos, cuál es la situación de los católicos en el periodo comprendido entre 1931 y 1936. Las conclusiones son que se practicó un “laicismo agresivo”, que el clero “no comulgaba con presupuestos fascistas de ningún tipo”, que todo el historial de la Segunda República “es un conjunto de sectarismos y de violaciones de las libertades”, que “nació de un golpe de Estado”, que dio paso a “un Frente Popular que inició el camino para un nuevo y más grave intento de golpe de Estado, que buscaba la absorción de España en la órbita del comunismo soviético” y que esto fue impedido por “una guerra civil que en buena medida la propia República contribuyó a desencadenar”.
(*) Publicado en la revista El Siglo Nº 670 - 19 de Junio de 2006
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