De maoísta a radiopredicador de la COPE (*)

Con verbo ácido y corrosivo, arenga a las huestes de la derecha extrema a vilipendiar con la misma voracidad al Gobierno, metiéndoles el miedo en el cuerpo y convenciéndoles de que el país va camino de la desintegración. Federico Jiménez Losantos, el periodista más controvertido y provocador de la prensa española, se ha erigido, desde que el PSOE ganara las elecciones, en el gran ‘pope’ del PP más conservador; dirigentes y simpatizantes se rinden a sus proclamas con una mezcla de admiración, respeto y temor. Y la Iglesia, en su particular batalla contra Zapatero, le deja hacer.

Resulta paradógico que un periodista como Federico Jiménez Losantos, pepero confeso y ultraliberal hasta la médula a pesar de su pasado maoísta, ataque con tanta saña al Gobierno del PSOE sin concederle un mínimo reconocimiento. Al fin y al cabo, el triunfo electoral socialista le ha granjeado mayor popularidad y liderazgo entre la derecha extrema que cada mañana se asoma a su programa de la COPE (La mañana) para recibir su dosis diaria de encendidas proclamas contra los “izquierdistas” que tomaron el poder el 14-M: según el Estudio General de Medios, son 1,4 millones de oyentes.

Porque si algo sabe hacer Don Federico –así le llaman sus colaboradores en antena– es predicar la doctrina que más gusta a sus fieles seguidores; aquellos españoles pertenecientes a la derecha extrema insatisfechos con la moderación de los llamados mari complejines instalados en la oposición –ver el término en “Diccionario del agravio”–.

La mañana de la COPE no es apta para oídos sensibles ni mentes moderadas. Las soflamas que con ardoroso ímpetu emite desde la emisora de los obispos no son precisamente piadosas con el “enemigo” a batir, léase los izquierdistas, comunistas, separatistas y polanquistas que poco menos están abocando al país y al orden constitucional a la desaparición.

Sobre los terribles atentados de Madrid ha dicho que se prepararon “para quitar al PP del poder y llevar al PSOE para cambiar toda la política española”, o que fue “un golpe de Estado antidemocrático”, o que fue culpa de la Guardia Civil, de los mineros asturianos y de los servicios secretos marroquíes. También ha asegurado que los socialistas “matones” rodearon las sedes del PP la jornada de reflexión “en lo más parecido que hemos visto a un golpe de Estado desde el 23-F”; y que la intervención de Pilar Manjón, portavoz de la Asociación de Víctimas del 11-M, en la comisión de investigación, “fue un espectáculo lamentable”.

Para criticar la reforma de los estatutos y el plan Ibarretxe también tiene recursos. Del catalán dice que “ZP quiere generalizar la fórmula anticonstitucional de Maragall –a quien también llama Maragalleche– porque todo está subordinado al apaño de éste y ERC” desde que el líder socialista llegara al poder. Sobre el debate del proyecto de reforma presentado la pasada semana por el lehendakari asegura que fue “el entierro anticipado” de España.

A la política internacional y su máximo responsable, Miguel Ángel Moratinos, también le dedica buena parte de su batería de exabruptos. Dice que le da “la risa floja. Estados Unidos, con la chacha de Chirac –se refiere al presidente Zapatero– no quiere ni hablar. Han usado la figura del Rey en vano. Ni Rey ni Roque”. Peor parado sale el ministro –al que llama Curro Desatinos– que debe soportar descalificaciones personales como “es la nada con sobrepeso” o el “holograma orondo y calvorota de Zapatero”.

Con el Referéndum sobre el Tratado de la Constitución europea ocurre otro tanto de lo mismo. Dice que “es un plebiscito propio de dictaduras donde votan sí o sí los polancos, los morancos y los que van con zancos (sic)”.

Y ni la Casa Real se libra de los aguijones de Jiménez Losantos, que no perdona a Don Juan Carlos su buena relación con los “izquierdistas” ni a Don Felipe haberse casado con una mujer sin sangre azul. Ha llegado a decir que “las formas del Rey con Ibarretxe han sido lamentables”, en referencia a la última visita de don Juan Carlos al País Vasco. Y tras el viaje oficial de los Príncipes de Asturias a Cataluña el pasado mes de noviembre, comentó: “¿Es normal que a la hora de comer con alguien en Barcelona sólo coman con los chicos del PSC? ¿Qué pasa, que no hay intelectuales de derechas o es que les da asco a los Príncipes de Asturias? Porque claro, siendo Príncipes de Asturias lo suyo es tratar con el mundo marginal, con el hampa?”. Las declaraciones provocaron por parte de la Casa del Rey un gesto prácticamente inaudito en su política con los medios de comunicación: trasladaron una queja a la Conferencia Episcopal por su desagrado ante el tratamiento que había tenido la Familia Real en la emisora de su propiedad.

Al margen de estas consideraciones, Jiménez Losantos también tiene sus particulares bestias negras sobre las que, hagan lo que hagan y digan lo que digan, siempre van a arreciar los palos radiofónicos de Don Federico. El ex presidente Felipe González por ser, dice, el responsable de un Gobierno corrupto. El empresario Jesús de Polanco y su grupo Prisa por haberle dado respaldo, por haber contribuido al “antidemocrático” ascenso al poder de Zapatero, por darle soporte informativo a sus “mentiras” y por viejos rencores profesionales –cuando Polanco compró Antena 3 Radio, Losantos y otros periodistas del “sindicato del crimen” se fueron de la emisora asegurando que fueron expulsados–. El portavoz socialista en el Congreso Alfredo Pérez Rubalcaba, por construir las “mentiras” que luego difunden los medios del grupo Prisa –lo que denomina con sorna “Producciones Rubalcaba para Polanco Films”–. Y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, por ser un submarino al servicio de su amigo Polanco. Estos dos últimos todavía no han logrado acostumbrarse a no ser santos de su devoción: el primero tolera los insultos pero no las injurias y calumnias (Losantos ha llegado a llamarle asesino), el segundo, un día después de sufrir duros ataques en la entrevista que concedió en La mañana de la COPE en septiembre y de la que salió muy afectado, sufrió, curiosamente, un desmayo en público.

Es difícil precisar si, como el huevo y la gallina, son antes las soflamas de Jiménez Losantos o ciertas declaraciones de alguno de los dirigentes populares identificados con la tendencia extremista. Pero sea cual sea el caso, entre unas y otras existen no pocas equivalencias. Esperanza Aguirre y Ángel Acebes, como buenos baluartes del ala liberal y conservadora del PP, son los más identificables. El caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid es más sutil. Sus competencias –todavía– se circunscriben al ámbito autonómico, y aunque cuando las circunstancias se lo permiten saca pecho para atacar al Gobierno de la nación, no tiene tantas oportunidades. Eso sí, cuando se presentan, le falta tiempo para demostrar que la moda del talante no va con ella.

El interrogatorio policial al que fueron sometidos dos afilados del PP que presuntamente podrían haber participado en los altercados de la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo le dio mucho juego. Igual que Don Federico desde las ondas –con quien por cierto mantiene buenas relaciones–, la presidenta, por boca de su número dos, Ignacio González, trasladó el mensaje de que los socialistas estaban utilizando a la policía para “seguir atacando y manipulando” a los populares. Y para agrado del periodista, añadió una coletilla al más puro estilo del líder radiofónico de la derecha: se trataba de una estrategia derivada, dijo, de las “instrucciones” de Felipe González. Y no es que Aguirre necesite parapetarse tras su vicepresidente; ella misma dijo aquel ya célebre y desafortunado comentario de que la actuación policial era propia de la Gestapo.

Acebes no se quedó corto; dijo que la detención era “propia de una dictadura”. Precisamente, son los mensajes del secretario general del PP los que vienen siguiendo, desde que su partido perdiera las elecciones, un mayor paralelismo con los de Jiménez Losantos. Hasta no hace mucho, ha compartido con el periodista la teoría de que parte de la responsabilidad en los atentados del 11-M la tuvieron la Guardia Civil y los mineros asturianos. Su crédito quedó seriamente dañado desde que defendiera la participación de ETA y tuvo que aferrarse a aquella hipótesis para no asumir su total fracaso. Sin embargo, finalmente ha reconocido la autoría de Al Qaeda, lo que le ha valido la reprimenda de Losantos.

Porque por mucho que se declare votante del PP –algo que hasta ahora no ha hecho ningún periodista español de su status– no es “incondicional de nadie, salvo de mi conciencia” –o al menos, dicen quienes conocen su trayectoria, eso quiere aparentar–. Él, que es la expresión fidedigna del aznarismo mediático más genuino, también ha tenido sus más y sus menos con el ex presidente. Lo recoge en su libro “Con Aznar y contra Aznar” (La Esfera de los Libros) y lo demostró también en la COPE. Dos ejemplos: criticó la boda de su hija en El Escorial y su rectificación tras la huelga general a causa del decretazo, acusándole de venderse a los sindicatos.

Pero sin duda, los mayores sinsabores se los está dando la actual dirección nacional del PP y su grupo parlamentario, que se han granjeado el sobrenombre de mari complejines. Don Federico echa de menos aquellos años de mayoría absoluta donde el ahora ex presidente dirigía con mano dura los designios de España y hasta el pasado debate en el Congreso sobre el plan Ibarretxe no ha reconocido la autoridad del líder Mariano Rajoy. “Ha sido el mejor día de su carrera política”, dijo un día después en la COPE.

En el Partido Popular, incluido su presidente, son muchos los que están dispuestos a retomar el malogrado camino al centro. Por eso, el liderazgo mediático e ideológico que ejerce Jiménez Losantos sobre sus militantes más conservadores les tiene un tanto desconcertados. Aunque les hace perder votos entre los moderados, no se pueden arriesgar a ningunearle; eso les colocaría en una posición muy comprometida y peligrosa frente a los más extremistas. Sólo de este modo se puede entender la conversación que mantuvieron Losantos y Rajoy en una reciente entrevista. El locutor le dijo al político que votará no en el referendum porque le conviene al PP para desgastar al Gobierno, a lo que el popular respondió: “aquí nos entendemos todos”.

A Rajoy se le han venido encima los menos progresistas, pero él sabe bien que, tal y como están las cosas, ése es un mal menor. Contradecir a Don Federico en su propia casa y ante su entregada audiencia le podría haber costado muy caro. Diccionario del agravio

Son las cosas de Don Federico. Al líder de la derecha extrema le gusta aderezar sus comentarios con los más variados motes descalificativos para goce y disfrute de los adictos al radiopredicador de los obispos españoles.

A continuación reproducidos algunos ejemplos ilustrativos:

-Chacha' de Chirac y 'Zapaterechú el presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

-La abuela de la tribu y María Teresa Fernández de la 'Vogue': la vicepresidenta primera María Teresa Fernández de la Vega.

-Curro Desatinos: el ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos.

-Tigrekán II de Mongolia: el ex presidente de¡ Gobierno, Felipe González.

-'Mar¡ Complejín' el presidente del PP, Mariano Rajoy

-Producciones Rubalcaba y Rasputín del 'Prisoe': el portavoz de¡ grupo parlamentario socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.

- 'Rovireche': el presidente de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira.

-'Maragalleche el presidente de Cataluña, Pasqual Maragall.

-'Kakoffi' Annan: el secretario general de la ONU, Kofi Annan.

-El Dioni del cono sur: el presidente de Argentina, Néstor Kirchner.

-'Tusellone': el historiador, Javier Tussell.

-'Prisoe': el grupo de counicación PRISA. Fariseos por la causa

La causa es la batalla contra el Gobierno, al que acusa la Conferencia Episcopal de promover un laicismo exacerbado. Y los fariseos son los que piden respeto mientras consienten que desde la COPE, la emisora controlada por el órgano de Gobierno de los obispos, se esté protagonizando el acoso mediático más bronco e inmisericorde del panorama nacional al ejecutivo de Zapatero.obispos, se esté protagonizando el acoso mediático más bronco a inmisericorde del panorama nacional al Ejecutivo de Zapatero

Nadie se ha llamado a engaño. que la radio de la Iglesia es tradicionalmente contraria a las noliticas socialistas se sabe desde tiempos difl desaparecido Antonio Herrero. Pero ya no se trata de estrellas radiofónicas más o menos directas e incisivas en sus comentarios netamente conservadores. Se trata de que los informativos, hasta ahora neutrales, están adoptando una línea editorializante que no le es ajena al presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela.

"Si quieren dormir bien, escuchen esta noche la COPE porque no hay mejor somnífero", decía hace unos meses Jiménez Losantos por las mañanas. El antídoto contra el insomnio era José Apezarena, director del programa 'La linterna' y de los informativos de la COPE. Si ese era el descrédito al que su colega le sometía en público, cuál no sería su verdadero alcance. Su efecto llegó con la nueva programación presentada el pasado mes de diciembre; Apezarena desaparecía del staff de la emisora y le sustituía César Vidal, controvertido historiador revisionista de los que gusta rodearse Losantos.

No es que Apezarena fuera un peligroso izquierdista, más bien al contrario. Pero sus informativos resultaban poco efectistas si de lo que se trataba era de hacerle pupa al Gobierno.

Así las cosas, mientras Vidal se quedaba con el programa de noche, el periodista encargado de cubrir hasta entonces las noticias generadas por el PP, Ignacio Villa, se hizo cargo de la dirección de informativos.

Desde que asumiera esta nueva responsabilidad, los boletines y el resto de espacios dedicados exclusivamente a la información ha perdido su tradicional carácter; sin calificativos, ni modismos, ni contenidos editorial izantes. Ahora, no es extraño oír noticias con coletillas del tipo "Rajoy ha ido a la Moncloa a ver si el presidente se entera de ..."

¿De qué tiene que enterarse el presidente? ¿Y quién se lo va a decir, un boletín de noticias? Porque de eso se trata. El contexto en que se emite una programación, o se ubican los textos en un periódico, es de por sí una información. Alterar el orden y ubicar en un espacio de noticias un mensaje ideologizante es un engaño, una trampa para el público y una mala pasada para los profesionales. Los 'nuevos aires' que Ignacio Villa ha llevado a la redacción de informativos ha provocado algunos roces con sus compañeros y, durante el proceso en el que ha ido perfilándose estos dudosos métodos periodísticos, la emisora ha perdido algunos jóvenes valores.

Jiménez Losantos por las mañanas, César Vidal por las noches, Cristina López Schlichting por las tardes -ella también en la tertulia de 'La mañana', se declaró la semana pasada de derechas y conservadora con mucho orgullo- y entre medias las noticias dirigidas por Ignacio Villa.

Desde el Ejecutivo han trasladado, sin éxito, sus quejas a la Conferencia Episcopal que preside Monseñor Rouco Varela. Incluso desde las archidiócesis del País Vasco y Cataluña han hecho saber de su malestar a su propio órgano de gobierno por el maltrato informativo que desde la COPE se somete a los territorios donde residen. De nada ha servido. Rouco calla, y otorga. La causa bien vale un pecado.

De un extremismo a otro

Don Federico (Orihuela del Tremedal -Teruel-, 1951), como no podía ser de otra forma, se toma lo del centrismo con cierta guasa, ha sido en los extremos ideológicos donde han tenido cabida sus inquietudes políticas que, por otro lado, siempre han ido contra corriente.

Pero antes de entrar en harina, conviene recordar de dónde le viene su inquietud y sus vastos conocimientos intelectuales, por raro que les resulte a quienes le escuchen acusar a los socialistas de tratar de recuperar "su intentona de golpe de Estado del 34". El diputado de la Chunta Aragonesista, José Antonio Labordeta, fue su profesor en Teruel. Cuenta que era uno de los alumnos más listos que tuvo y siempre estaba dispuesto a colaborar en temas culturales. De hecho, en 1967, participó en el montaje de 'La zapatera prodigiosa' de Federico García Lorca, ganando el primer premio de la Organización Juvenil de España.

Pero la suya no iba a ser la carrera de un 'titiritero', como él mismo llama a los actores. Durante su juventud militó en el PSUC y en el movimiento maoísta español. Se fue a China, donde entrenó como guerrillero, y regresó a España renegando del marxismo.

Estaba en Barcelona trabajando como profesor (es licenciado en Filología Hispánica) cuando Jordi Pujol asumió la presidencia de la Generalitat. Su política en favor del catalán le llevó a iniciar una campaña en defensa del castellano que derivó en el 'Manifiesto de los 2.300', donde los firmantes más destacados eran él y Amando de Miguel. Aquello le costó un atentado a manos de Terra Lliure; le pegaron un tiro en la pierna.

Aquel fue un punto de infexión en su ideología cada vez más liberal. Viajó a Madrid y comenzó a colaborar en varios medios de comunicación. Primero en Diario 16 de la mano de Pedro J. Ramírez donde escribía sus crónicas liberales, después en Antena 3 Radio. Allí conoció a los que después pasarían a convertirse en el gran azote mediático del felipismo: Manuel Martín Ferrand, Antonio Herrero, José María García y Luis Herrero. Losantos aún m había despuntado y, con Luis Herrero, era el 'segundón' del grupo. Pero las cosas fueron cambiando.

Polanco compra la emisora y todos ellos se marchan con un rencor que aún siguen alimentando. Fueron a la COPE, cuyo perfil cristiano-progresista dio paso a un conservadurismo crispado y agresivo. Corría el año 1993, marcado desde e1 punto de vista político e informativo por la intervención de Banesto o las revelaciones de Amedo y Domínguez. Los periodistas aprovecharon los malos momentos que atravesaba el Gobierno de González para iniciar su operación de acoso y derribo Antonio Herrero controlaba 'La mañana' con un estilo que no ha vuelto al programa hasta que Jiménez Losantos tonara las riendas en sepIembre de 2003.

La operación había ten¡ob sus frutos: el PP ganaba as elecciones en 1996. Sin embargo, el momento de euforia de aquellos periodisles se fue apagando y después de una disputa, cada uno tomó su propio camino. A partir de entonces, se traimba de despuntar en sol¡imrio. El error de la mayoría de adoptar posiciones más derechistas le dejaron vía libre a Losantos para erigirse en el gran líder de la derecha desde la COPE, su web libertacidigital.com y El Mundo.
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Del PP y la extrema derecha

Hierve la caldera de la desestabilización política porque el PP quiere aplicar a Zapatero la misma terapia de choque de hace diez años, es decir, la de llevarse a este Gobierno por delante, sumergiéndolo en el descrédito de cuantos más escándalos, sean o no ciertos, sean o no mentira, mejor. “Me comentaban mis amigos madrileños que en la capital de España se estaba creando día a día un clima social semejante al de aquellos años del último Gobierno de Felipe González. Como tal fenómeno no lo vivimos en eso que siempre se ha llamado “provincias”, pensé que era una exageración propia de los desocupados capitalinos hambrientos de novedades aunque sean garbanceras”, comentaba el viernes 28 de enero Juan Alberto Belloch, actual alcalde de Zaragoza, en su habitual artículo en La Razón. ¿En La Razón? Sí, en el periódico de Lara y de Anson, que también tiene algún columnista rara avis, a pesar de que este ex ministro de Justicia e Interior publica por lo general reflexiones au dessus de la mêlé, escasamente críticas respecto a la política del Partido Popular y bastante cercanas a una equidistancia curiosa.

En esta ocasión, sin embargo, no. A raíz de la vandálica manifestación de Madrid, Belloch padeció, al parecer, una súbita recuperación de la memoria, recordó sus años de plomo sufridos cuando estaba en el Gobierno y se vio reflejado de nuevo, como si hubiera regresado de pronto por el túnel del tiempo, en los sucesos acaecidos durante esa manifestación de carácter fascistoide. Digo fascistoide porque en efecto así lo fue, a pesar de que uno de los promotores de la algarada, el dirigente del PP de Madrid y concejal del Ayuntamiento, Ángel Garrido, tuviera la desfachatez de calificar con tal adjetivo las actuaciones del delegado del Gobierno central en la Comunidad madrileña. Nada sorprendente. La capacidad del PP de inventarse en provecho suyo una realidad inexistente o de colocar el mundo al revés resulta, hay que admitirlo, portentosa. Su máxima exhibición en tal sentido se produjo a raíz del atentado del 11 de marzo, como nadie olvida, salvo los profesionales de la amnesia, que son no pocos de sus dirigentes. El portavoz de las fabulaciones fue entonces Ángel Acebes, ministro del Interior, quien no hizo otra cosa más que recitar el guión que le redactaba en cada momento su mentor y amigo, José María Aznar. Acebes fue precisamente la estrella de esa desdichada manifestación, lo que en absoluto puede ser calificado de cuestión secundaria o menor.

Belloch se mostró esta vez contundente y resaltó ciertos datos sumamente ilustrativos de cuanto está sucediendo: “El hecho desnudo y terrible es que miles de ciudadanos han considerado decente llamar asesinos a miembros de un Gobierno legítimo de la nación y, no contentos con ello, algunos intentaron hacerles víctimas de una violencia sectaria y gratuita. Los dirigentes de la organización convocante, si conservaran un mínimo de vergüenza, deberían haber dimitido de sus cargos ante su incompetencia para evitar ese desastre cívico, salvo que, naturalmente, la cosa fuera más grave por haber tenido un cierto grado de cooperación o complicidad en lo ocurrido (...)”. Y atención a este párrafo: “El bochorno que como espectador experimenté al ver por televisión las imágenes de semejante salvajada me sonó a intensamente conocido, sufrido en carne propia en el trienio 1993-1996. También entonces los fascistas organizados y armados desde el sindicato del crimen sometieron a idénticas vejaciones a quienes, como era mi caso, teníamos que asistir a toda clase de funerales, manifestaciones o concentraciones relacionadas con la violencia etarra (...) Los insultos proferidos, entre otros, a mi amigo Bono no hacen sino despertar la bestia dormida que llevo perfectamente conservada en mi conciencia. Entonces y ahora, conozco con precisión quiénes eran y quiénes son los responsables de tal basura, los que atizan sin piedad ni remordimiento los más bajos instintos de, nunca mejor dicho, tal canalla, con sus proclamas diarias en los medios de comunicación”.

Belloch, pues, acusa como inductores de los episodios funestos de “entonces y ahora” a determinadas “proclamas diarias en los medios de comunicación” y cita literalmente al sindicato del crimen. Creo sinceramente que no le falta un ápice de acierto en su diagnóstico, como pueden suponer mis pacientes y amables lectores de tantos años, pues estas cosas las he escrito y reiterado a lo largo de mucho tiempo, “entonces y ahora”, en mi semanal colaboración que tan generosamente publica El Siglo. Me asombra gratamente, no obstante, que aseveraciones tan graves y de tan alto voltaje hayan visto la luz en La Razón, que es uno de los órganos periodísticos más acreditados en atizar “los más bajos instintos”. Entonces La Razón no había nacido todavía, pero Luis María Anson ya ejercitaba el arte panfletario, con eficacísima perversidad contra González, desde el diario ABC, del que era director, y lo venía haciendo mucho antes de los tres años citados por Belloch, quien en esa época ejercía de juez en Euskadi, estaba fuera de la política y más aún del PSOE, y hasta plantaba cara al Gobierno, si mi cada vez más flaca memoria no me traiciona, a propósito de medidas adoptadas por él sobre guardias civiles acusados de torturas u otros presuntos delitos en relación a terroristas. Claro que, en ocasiones, Anson es imprevisible. Sus compañeros del sindicato del crimen, sobre todo el fallecido Antonio Herrero de la COPE, le llamaron incluso felón por sus revelaciones a Santiago Belloch, curiosamente el hermano del ex ministro, al entonar una especie de mea culpa por las actividades del sindicato que, según Anson, habrían llegado a poner en riesgo al Estado democrático. Anson había sido destituido como director de ABC, Aznar había accedido a La Moncloa y él se sintió injustamente discriminado en el reparto del botín de la victoria. Por eso destapó parte de la conjura contra González. De ese aviso a navegantes surgió verosímilmente La Razón.

Juan Alberto Belloch sí alude con nombre y apellidos a Jiménez Losantos: “Mis amigos madrileños me citaban como ejemplo las homilías incendiarias del turolense Jiménez Losantos Mártires (de la inteligencia) gran pope de la católica COPE (...) El problema, visto desde Madrid, es que escuchar a esta especie de radiopredicadores genera adicción en un determinado género de oyentes que tras recibir su enloquecido adoctrinamiento se transforman de inofensivos fachas en peligrosos fascistas (...) La gravedad de lo ocurrido en Madrid (...) que descansa en la imposibilidad de asumir los resultados electorales por parte de la extrema derecha”.

Ese mismo día 28 de enero, el periodista mencionado explícitamente por Belloch, ese pirómano al servicio de los obispos que se llama Federico Jiménez Losantos, se manifestaba en El Mundo contrario a la teoría sobre la extrema derecha. Para ello se valía de un artículo anterior firmado por Raúl del Pozo, otro que tal hablando del famoso sindicato, que reproducía del siguiente modo: “El otro día, en una gran columna, decía en estas páginas Raúl del Pozo que la manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo no era ni fascismo ni extrema derecha ni esas sandeces de los loritos progres, sino los 10 millones del Partido Popular, que no son ni violentos ni revolucionarios pero que están ya hasta las narices. Es exactamente así. Y esperemos que Mariano Rajoy no sea Gil-Robles ni Largo Caballero sea Largo Zapatero. Porque media nación no se resigna a morir”.

¡Media nación no se resigna a morir! Horas antes Alfredo Urdaci, en presencia de Ana Botella y otros conspicuos peperos (políticos y plumíferos) presentaba su libro en Madrid. Se llama Días de ruido y de furia. Quien se mofó de una sentencia judicial condenatoria por manipulación informativa al leer tal cual CC OO, que fue el sindicato que presentó la denuncia, sigue confundido y confundiendo. El ruido y la furia, tan típicos de la extrema derecha, constituye una de las señas de identidad del PP. O sea, un partido que presume de centrista y que alberga en su seno la extrema derecha. Sociológicamente, el PP tiene mucho de extrema derecha y muy poco de centrista
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(*) Publicado en la revista El Siglo Nº 635 - 7 de febrero de 2005

Acércate al tal Fede

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